Heraldo-Diario de Soria

Sociedad

Las Siervas de Jesús se despiden de Soria después de 125 años

La comunidad, integrada solo por tres religiosas, ha dejado su huella en la ciudad por su entrega en el cuidado y atención de enfermos y ancianos en hospitales y domicilios

De izquierda a derecha, las hermanas María Jesús, María Pilar y Magdalena, este jueves en la iglesia.

De izquierda a derecha, las hermanas María Jesús, María Pilar y Magdalena, este jueves en la iglesia.GONZALO MONTESEGURO

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Soria

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Pocas habitaciones quedaban en el antiguo hospital de Santa Bárbara en las que ellas no hubieran cogido la mano de un enfermo. O en silencio, acompañando... Imagen frecuente en Soria la de estas mujeres, con una silenciosa, y valorada, presencia en la capital durante más de un siglo, que ya forma parte de la historia. Después de 125 años, las Siervas de Jesús se despiden de Soria. El convento, junto a la iglesia de San Juan de Rabanera y la Casa Diocesana, cierra sus puertas y las hermanas se trasladan a otros lugares.

«Sentimos pena. Aquí nos han tratado muy bien». Sor María Jesús Ibáñez es una de las tres hermanas que forman parte de esta comunidad, que durante más de un siglo se ha entregado al cuidado de enfermos y ancianos, tanto en hospitales, como en domicilios particulares de la capital. Es la mayor de las tres y la única soriana, miembro de una familia de 11 hermanos. Tiene 90 años que no aparenta y un cofre de recuerdos ligados a la historia de las siervas en Soria, donde ella ha estado en diferentes etapas, ésta, los últimos 17 años.

Fieles al precepto de su orden, «las siervas», como se las conoce en la ciudad, han atendido a enfermos en hospitales y casas particulares, situación que se ‘corta’ con la llegada de la pandemia. Allí donde se les requería iban. Los hospitales Santa Bárbara y el Mirón llevan su huella, pero también clínicas que lo fueron como Sala de Pablo o la 18 de Julio, recuerda la hermana María Jesús, que aún habla en presente: «Nos llaman pidiendo asistencia y vamos, de 9 de la mañana a 6.30 de la mañana y a veces también de día». La ayuda, consuelo y desahogo que han supuesto para muchas familias sorianas ha sido grande. Desde 2020 han procurado cuidado a personas solo en momentos puntuales.

«La pandemia nos ha cambiado la vida». Habla la hermana María Pilar, superiora de la comunidad, que argumenta el cierre del convento con la falta de vocaciones y el mazazo del covid, que se llevó a otra hermana, María Valdivielso. «Lo pasamos todas», recuerda sor Pilar, la más entera de las tres a la hora de hablar de la marcha de la comunidad de siervas en Soria, la cual llegó a estar formada por 13 monjas, pero la falta de vocaciones religiosas redujo el número hace ya años.

«Tengo dolor por la partida, pero con mucha paz. Tenemos un voto de obediencia y nuestra entrega al Señor es total -dice- en medio de cualquier decisión».

Con un pin de la virgen del Pilar en el hábito -al igual que la hermana María Jesús-, sor Magdalena Zoilo es la que más tiempo lleva de continuo en Soria: 28 de sus 75 años, y hasta en dos ocasiones oculta su rostro con las dos manos porque se emociona. «Hay mucha pena por marcharnos de Soria. Nos han tratado muy bien», dice la religiosa. 

Poco antes de las 5 de la tarde de este jueves, suena el timbre de la casa y Magdalena se levanta a abrir. «Viene ya gente porque hoy es día de ‘adoración nocturna’», una de las tres celebraciones mensuales que acoge la iglesia, donde hasta la pandemia se celebraba misa diaria «llena» a las 8 de la mañana. Luego la ceremonia no se retomó; son las monjas las que salen a misa en San Juan de lunes a viernes y el fin de semana al Carmen o al Espino.

Regresa sor Magdalena a la salita y retoma el sentir de la marcha. «Qué duelo da dejar Soria. Mucha pena, sí», dice.

Desconocen el día en que se marcharán, pero «será pronto, en septiembre seguro». Mientras, y desde que hace unas semanas conocieron la noticia, han sido muchos los sorianos que han llamado al convento o bien que han ido a despedirse.

«De día y también por la noche, ellas subían al hospital y también iban a las casas», cuenta una soriana agradecida, que lamenta no haber podido estar en la misa homenaje que acogió hace unos días San Juan de Rabanera, con la presencia del obispo, Abilio Martínez Varea, numerosos sacerdotes y vecinos de la capital que se sumaron al acto, así como hermanas llegadas de otros lugares.

Las monjas se trasladarán en breve a conventos de otros lugares. Las hermanas Pilar y María Jesús irán a Zaragoza, y sor Magdalena, a Irún. Antes de la partida recibirán la visita de la directora provincial de la congregación. El convento y la iglesia-capilla contigua -en la calle San Juan- pertenecen a la congregación y su futuro no se conoce de momento. «No sabemos nada», responden al respecto las hermanas.

El primer lugar que ocuparon las siervas en la capital estaba en la calle Caballeros; después en una casa en la plaza de San Esteban («en la primera decena de febrero de 1904», tal y como puede leerse en una pequeña historia de la congregación, ‘Florecimiento a través de la península’) y, finalmente, donde ahora se encuentran, tras la donación del matrimonio formado por Vicente y Luisa Benito «de una casa de su propiedad».

Historia

Las Siervas de Jesús están presentes en la ciudad de Soria desde 1898. Han sido 125 años de presencia «discreta y comprometida» en los que las hermanas pertenecientes al Instituto de las Siervas de Jesús de la Caridad «han dado un continuo testimonio de amor y seguimiento a Jesús, entregándose al cuidado de los más necesitados, de los enfermos, de los ancianos, de los niños», tal y como se reconoce desde el Obispado de Osma-Soria.

El Instituto Siervas de Jesús de la Caridad fue fundado en Bilbao por la religiosa española María Josefa del Corazón de Jesús, junto al sacerdote, cofundador y padre espiritual Mariano José de Ibargüengoitia. La fecha de fundación fue el 25 de julio de 1871. Cuando se cumplieron los 150 años de su fundación, el Papa declaró un Año Jubilar, que comenzó el 25 de julio de 2019 y terminó el 25 de julio de 2020, conmemoración que también se celebró en Soria.

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