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ENTREVISTA. PABLO SABÍN. DIRECTOR DE CESEFOR

«El calentamiento ya está cambiando Soria y hay que adaptar los sectores productivos»

El cambio climático deja sentir sus efectos en el ecosistema soriano que ya se resiente, un proceso irreversible que será más patente el próximo siglo

Pablo Sabín.MARIO TEJEDOR

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Soria

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De lo global a lo puntual. El calentamiento ya está cambiando el ecosistema soriano. La mortandad y las plagas dejan sentir sus efectos. Donde había pino silvestre, en el futuro sólo sobrevivirá el piñonero, los hayedos se limitarán a las zonas más frías... La crisis ya está aquí y será mucho más patente en el próximo siglo. El proceso es irreversible, pero toca «espabilar y adaptarse», como sociedad y en los procesos productivos, destaca Pablo Sabín, director del Centro de Servicios y Promoción Forestal, Cesefor. Sólo como ejemplo, el piñón es un producto de muy alto valor.

Pregunta. ¿Cómo está afectando el calentamiento global al territorio soriano y qué previsión hay de cómo lo hará en el futuro? Hay que recordar que hace unos días se alcanzó récord de temperatura.

Respuesta. Obviamente estamos sintiendo los efectos del cambio climático y eso se está manifestando fundamentalmente en que se han cambiado los patrones habituales históricos de temperatura y precipitación. A lo que nos enfrentamos es a un mayor calentamiento. Esto claro que afecta, desde el punto de vista de los recursos forestales generándoles más estrés, en el sentido de que los recursos que necesitan están menos disponibles, hay menos agua, más temperatura, que se traduce en procesos de mayor decaimiento y mortandad. Eso es lo que estamos observando.

P. ¿Eso conlleva unos efectos?

R. Efectivamente, unos efectos derivados, una mayor propensión a plagas y enfermedades, y a incendios forestales. Observamos a nivel nacional que cada vez hay más plagas y enfermedades y eso afecta a nuestros bosques. El contexto soriano no ha sido de los más afectados pero vemos cosas muy cercanas. En cuanto a los incendios, pese a que Soria es un gran ejemplo en cómo hacemos la gestión, la prevención y extinción de incendios, no dejamos de tener más vulnerabilidad porque estamos más expuestos a sufrirlos. Estamos viviendo ese efecto calentamiento, lo notamos en los ecosistemas directamente pero además tenemos factores indirectos. Los efectos a largo plazo serán que la distribución de las especies va a cambiar, los ecosistemas van a quedar fuera de su hábitat potencial. Sitios donde habitaba perfectamente el pino silvestre, por ejemplo, ya no van a ser adecuados para él sino a lo mejor para el pino negral, resinero, que tiene menos demanda hídrica. En el largo plazo, la naturaleza se adapta al cambio climático, y las especies más adaptadas acaban ocupando el territorio, y las menos entran en fase de decaimiento, tienen dificultades de regeneración, les atacan más plagas y enfermedades y acaban retrocediendo.

P. ¿Qué esperan que ocurra?

R. Que haya una especie de traslación hacia el norte y en altitud de las especies. Nuestros hayedos van a sufrir más y puede que desaparezcan o queden como pequeños reductos, nuestros pinos silvestres subirán en altitud, el negral ocupará sus espacios... las distintas especies se mueven a las nuevas condiciones. Esto no es algo que vaya a pasar de un día para otro, no hay que pensarlo en la escala humana, porque hablamos de ecosistemas forestales, el proceso es lento. Y nosotros, en nuestra actividad, vamos a intentar retrasar esos procesos y tenemos técnicas para hacerlo. No se trata de alarmar pero sí de observar una tendencia que va a ocurrir y que el proceso de cambio puede llevar 100 ó 200 años, porque la vida de nuestros árboles es de ese orden, pero lo vamos viendo. Hay que tener en cuenta que un gran incendio altera tanto las condiciones que pueden hacer que esos cambios se aceleren mucho, y la vegetación que estaba allí no encuentra las condiciones para volverse a ubicar y hay un proceso de sustitución mucho más rápido.

P. ¿Qué capacidad de reacción tenemos con las técnicas que menciona?

R. Trabajamos en aumentar la resistencia de los ecosistemas, su capacidad para resistir a ese cambio, con distintas herramientas selvícolas, jugando con las densidades, pasando de masas de una sola especie a varias... Transformamos un poco el ecosistema pero mantenemos el funcionamiento primario, o generamos sistemas de gestión con coberturas permanentes donde mantenemos siempre el carácter ombrófilo del bosque y estamos haciendo una especie de escudo a los cambios. Pero es verdad que todas estas técnicas no dejan de ser pequeñas barreras de un cambio global, así que tenemos que combinar esa visión de la resistencia de los bosques con la de que nos tenemos que adaptar a los cambios. Porque a día de hoy, la tendencia, por ahora, es irreversible. No podemos luchar contra la naturaleza, y lo que tenemos que hacer es acompañar los procesos.

P. ¿Y cómo nos adaptamos?

R. La naturaleza se va a adaptar, porque es ley de vida. Lo que tenemos que ver es cómo adaptamos nuestros sectores productivos e industriales ante un cambio en los ecosistemas. Determinados productos que no teníamos, de repente los vamos a tener, y otros que sí estaban ya no. Por ejemplo, Soria se está convirtiendo en un territorio muy apropiado para el pino piñonero, una especie que de forma natural, hasta ahora, está poco presente en Soria. Es posible que en los próximos años tengamos más bosques así y abre la oportunidad a un producto que es el piñón, de muy alto valor. En cambio, a lo mejor alguno de nuestros sectores tradicionales se ven afectados, porque si el pino silvestre se ve muy estresado por el cambio climático, parte de nuestra industria, que depende de esa madera, no la tiene disponible. A lo mejor la resinación comienza antes y termina después porque hay más temperatura, o el aprovechamiento de los pastos de extensivo también cambia y es más de primavera y otoño... Son cambios lentos, pero hay que incluir este concepto de adaptación en la sociedad y en los sectores. Tenemos que adaptar el resto de actividades, hay que ir observando todos los cambios e ir adaptando las decisiones. Tenemos que incrementar nuestra flexibilidad en la toma de decisiones, porque el invierno ya no está exento de riesgo de incendios. Que nosotros, a base de monitorear de forma constante lo que está pasando, podamos ir tomando de decisiones, y esto sí que es un cambio de paradigma en el funcionamiento de la sociedad y de la actividad. En Soria hemos sido pioneros en incorporar medidas de este tipo, por ejemplo el limitar el uso del fuego en áreas recreativas. No se trata de no en verano y sí en invierno, sino que según las condiciones se pueden utilizar unas y otras no, adaptando a las condiciones climáticas el uso social del monte. Vamos a tener que adaptarnos.

P. Está claro que Soria es un ejemplo en la gestión de los montes pero, ¿también podemos serlo en la gestión del cambio climático?

R. Efectivamente, y en ese sentido el proyecto que se está desarrollando en Soria, Life Forest Adapt, tiene justamente esa temática, y lo que pretende es que Soria sea el referente en cómo hacemos la estrategia de adaptación. El modelo Soria es un referente en la gestión y necesita ser actualizado permanentemente.

P. ¿Actuando directamente en los ecosistemas es como mejor se puede combatir el cambio climático?

R. Las políticas de cambio climático están divididas en dos partes y hay que actuar en los dos a la vez. Por un lado la mitigación, reduciendo las emisiones, una transición a la bioeconomía que es una gran oportunidad para Soria. Por otro, la adaptación. Como ya sabemos que eso va a seguir ocurriendo, vamos a ver cómo adaptamos los ecosistemas y nuestra actividad a las nuevas condiciones.

P. ¿Esa mortandad, enfermedad y plagas que menciona, cómo se están viendo en Soria?

R. Este año, sin ir más lejos, hemos tenido un invierno especialmente seco y han saltado las alarmas porque hemos visto un gran número de focos de mortalidad de escolítidos –escarabajo perforador de la madera– que ataca a árboles vivos, los seca. Estos ataques han sido muy tempranos, fuera de estación, en marzo o abril, cuando normalmente empiezan a detectarse en junio o julio. Y con una gran virulencia. La Junta ha tenido que generar un dispositivo especial para atacar estos focos, porque el riesgo de expansión es enorme. Otra observación, es que hay zonas donde hay decadencia de algunas de nuestras especies. Laderas en El Royo donde el pino silvestre está sufriendo mucho y a lo mejor el futuro es otra especie. Hay regeneraciones después de las cortas donde nos es cada vez más difícil sacarlas adelante. Antes se sembraba y nacían, pero cada vez es más difícil. Y eso también son más costes para la gestión. Hay señales constantes de la afección real sobre nuestros ecosistemas.

P. Llegará un momento es que haya que tomar decisiones y por ejemplo regenerar con otras especies.

R. Claro. Esto es paulatino y las decisiones hay que tomarlas. No es fácil porque son muchos factores. Las decisiones han de tomarse en un entorno de permanente generación de más conocimiento. Es la gestión adaptativa, voy a probar cómo funciona, aprendo y tomo la siguiente decisión, y así constantemente. Será progresivo, y voy aprendiendo de cada paso que doy. El cambio climático ya deja ver sus efectos y Soria está cambiando, y los cambios los vamos a ver mucho más patentes en el próximo siglo.

P. ¿El pino silvestre se va a mudar a Francia?

R. No tanto, porque va haber en Soria. Tenemos zonas en el sur de la península con pino silvestre o pinsapos que han resistido fuera de su entorno, porque siempre hay sitios favorables, laderas protegidas, zonas más húmedas que el entorno global... No desaparecerán pero sí nos va a cambiar y en las zonas con más exposición al sol, suelos más pobres, sin mucha altitud, ahí es donde veremos la transformación más rápida. El paisaje va a sufrir una transformación notable.

P. ¿Si cambia el paisaje lo hace el sistema productivo? Pienso en la industria maderera.

R. Pero hay pinos que sustituyen a otros. Toda la industria de la madera de zonas de muy productivas, como es Aquitania en Francia, están basadas en el pino negral, ellos no tienen pino silvestre. Nosotros estamos más basados en este último porque es el pino de más valor pero no quiere decir que no podamos hacer industria y producción de mucho valor añadido con otras especies. También están las frondosas, que cada vez juegan un papel más importante, tenemos un proyecto Life que trabaja sobre el rebollo, que vemos que tiene un interés industrial importante. Forma parte de lo que decimos de la transformación de la industria.

P. El comentario es frecuente, desde quien recoge moras hasta el agricultor, las bodegas de Ribera de Valladolid vienen a Soria buscando zonas más altas y frías... Todo lo que tiene que ver con la maduración se está adelantando. ¿Es una realidad constatada por los trabajos que realiza Cesefor?

R. Claro, son buenos ejemplos de cosas que pasan. Ante el sufrimiento de los viñedos en zonas menos húmedas, empiezan a desplazarse. Ya está pasando, y las actividades económicas se están adaptando. A Soria le abre unas oportunidades pero le cierra otras. Tenemos que entender que estamos en una situación limítrofe. Estamos entre el ecosistema mediterráneo con un poco de zonas más atlánticas y húmedas. Al estar en la zona mediterráneo, estamos en el borde de que todo lo que nos pase es para mal, porque lo que vamos a tener es pérdida de productividad, menos precipitaciones y más temperaturas. Si bien puede haber algunas oportunidades nuevas, en general, vamos a salir perdiendo. La zona mediterránea es la que más está sufriendo el efecto del cambio climático, los incrementos de temperatura son más rápidos y donde tenemos poco margen de ganancia.

P. Desde Cesefor se realizan cálculos de huella de carbono de las actividades industriales. ¿Las empresas van mejorando los resultados con los años?

R. Sí, hay más que nunca un compromiso empresarial, que al final es social, con la reducción de las emisiones. En Soria se ve mucho un efecto motivo de éxito, la red de calor por biomasa, una actividad que sustituye los combustibles fósiles. Eso nos convierte también en un referente ya no sólo en la gestión de nuestro patrimonio sino en emitir poco. Porque somos una potencia en biomasa, tenemos los recursos.

P. ¿Como responsable de Cesefor, cuando ve temperaturas de récord, como los 38,9 grados del 9 de agosto, qué sensación le produce ?

R. Lo vivo por un lado con preocupación por los incendios forestales y por otro también lo veo como la necesidad de levantarse y trabajar para espabilar, que nadie nos va a solucionar este problema. Depende de nosotros cómo vamos a acabar. Lo que me genera es la gana de venir por la mañana a Cesefor y decir, qué más podemos hacer para estar en la primera línea.