Sociedad
Lali, la ‘compañera’ de rodaje de Omar Sharif en Soria, cumple cien años
El secreto para superar el siglo de vida con buena salud y mejor ánimo es «trabajar», resume sin echar mucho la vista atrás, porque continúa activa y viviendo sola
«Tengo buena memoria», asegura Lali, y no lo dice a la ligera, teniendo en cuenta que ha de recordar nada menos que cien años de vida, los que cumple el próximo martes, 12 de diciembre, y que celebrará con la familia, disfrutando de una comida, y el reconocimiento del Ayuntamiento de Soria que le va a llevar a casa una placa y un ramo de flores.
Lali Aparicio del Río soplará las velas con buena salud, mejor ánimo y muchos recuerdos bien asentados en su cabeza. Algunos tan memorables como su etapa de actriz. Extra de cine, dice ella, y recalca que compartió escena con Omar Sharif, «un hombre muy muy guapo», rememora sobre el rodaje de la película Doctor Zhivago, allá por el año 1965, en escenarios como la estación del Cañuelo o Candilichera. «Trabajé con él, estaba detrás de mí en la máquina del tren», apunta, para después lamentar que nadie le haya podido dejar una fotografía de aquel momento para la historia, la cinematográfica y la suya propia.
De Geraldine Chaplin dice que era un tanto estirada. «Cuando acababa la escena siempre se iba corriendo al vagón, para que no se constipara», recuerda de ella. Y eso que ese año fue uno de los inviernos menos fríos en Soria, hasta el punto de que la nieve que buscaban para el rodaje «la tuvieron que hacer artificial». Quien mejor le cayó fue Julie Christie. «Esa era fenomenal, nos contaba su vida, de sus novios», explica sobre el ambiente en el set, siempre entre estaciones de tren.
A la pregunta del secreto para una longevidad tan bien llevada no duda ni un segundo, «trabajar y madrugar». Lo lleva haciendo desde jovencita, y cuenta que entraba a las seis de la mañana en las Mantequerías Ruiz, después se marchaba al Hotel Comercio, alquilaba habitaciones a huéspedes y por supuesto cuidaba de su hijo Ruper, el que le dio el mejor momento de su vida. Fue «cuando nació». Algo lógico para cualquier madre, pero si además se trata del primero tras cinco embarazos fallidos...
Lali vive sola aunque su retoño, ya de 73 primaveras, y su nuera, Gema, viajan con frecuencia para acompañarla, y además cuenta con una ayuda a domicilio. No obstante, limpia lo que haga falta y no ha dejado la cocina, y siempre le han gustado las labores, el punto y el ganchillo, aunque desde hace un par de años ha perdido vista. «Mi nuera dice que le gustan mucho mis guisos», confiesa, así que no tiene intención de dejar de estar activa, una de las claves para un aspecto y una actitud envidiables. Se puede decir que tiene salud de hierro porque si en junio fue operada de una rotura de cadera, seis semanas de reposo obligado incluidas, medio año después camina y baja escaleras. «Y en el hospital pasé el covid», comenta, para añadir a continuación que no es mujer de enfermedades, ni siquiera una gripe. Puede que ayude que no ha parado, que procura hacer ejercicio y que haya comido de todo, «no mucho», y que aún se atreva con platos contundentes, e incluso se siga tomando su vino con gaseosa en las comidas.
Asegura que ha tenido una vida «normal, mi mejor ni peor que otras». Que se quedó huérfana de madre a los seis y de padre a los siete, que el inicio de la Guerra Civil la pilló en Logroño y que sólo queda ella de seis hermanos. A Soria llegó hace 74 años por el traslado de su marido, oficinista, desde Palencia, aunque ella es burgalesa –nació en Huerta del Rey–. Se quedó viuda con 28 años y sacó adelante a su hijo, «otras lo hacían con cinco o seis», matiza. Ahora tiene dos nietos, «los niños», les llama, aunque ya son veinteañeros. De hecho, el más joven cumple 80 menos que ella dos días antes.
Habla de vida normal pero no muchos pueden decir que compartieron plano con Omar Sharif, o que rodaron a las órdenes de David Lean. «Se rueda, silencio, hay que repetir. Así hasta que salía bien», recuerda Lali sobre aquel rodaje que llevó Doctor Zhivago a tierras sorianas. Cuenta que le daban 15 pesetas por día de rodaje. Se vestían y les maquillaban y algunas veces iban en autobús a otra estación como la de Matamala de Almazán o se quedaban en el Cañuelo. «A mi personaje la echaban de casa, yo tengo una escena con las gallinas, que eran falsas, con los caballos... También hice otra entregando un niño, que era un muñeco, a uno de los militares que viajaban en el tren».
Se acuerda de que buscaban extras para la película, «delgados, porque teníamos que parecer rusos». Y tanto ella como su hijo participaron. En realidad no coincidieron porque fue él quien comenzó primero, en secreto: «Hasta que me llamaron los frailes para decirme que no estaba yendo a clase».
Incluso, los caballistas que tomaban parte en el rodaje se alojaron en su casa y también dio de comer a los miembros del equipo que se quedaban en el hotel Comercio donde ella trabajaba.
Lali no sabe qué tal quedó la película, no la ha visto. «Es muy larga», y ella no está acostumbrada a estar mucho tiempo sentada.