La capital
La muralla del Mirón de Soria descubre las huellas de tres torres y un portillo
La excavación arqueológica revela dos cubos circulares, a uno de los cuales se le agregó otro cuadrado. Elementos de madera ‘recrean’ 55 metros arrasados hasta los cimientos tras un permiso municipal del XIX
Los trabajos de descubrimiento y restauración de la muralla siguen desvelando sorpresas y ahondando en el conocimiento de la ciudad. Con las defensas del Castillo parcialmente explicadas o en hipótesis, el foco se traslada al Mirón, al tramo en plenas tareas que va desde la ermita al pie del Mirador. Los operarios siguen las tareas, muy próximas a finalizar, y en el área han quedado a la luz destacadas novedades de la historia de Soria. Para empezar, la excavación ha confirmado la existencia de varias torres, algo que se daba como probable en el proyecto pero que había que comprobar sobre el terreno. No sólo eso, ha aflorado un portillo desconocido. Como en el XIX ya la muralla no servía de nada (y la conciencia sobre su valor ha llegado tardíamente) las pérdidas y desapariciones hablan de su uso como cantera. El arquitecto Fernando Cobos, director de los trabajos y redactor del Plan Director de la muralla, explicó unos hallazgos en un conjunto que a la espera de la cartelería «visualmente se entiende muy bien». En esta zona además se encuentran las huellas más evidentes de la voladura de la Guerra de la Independencia.
Son tres las huellas de cubos que se han encontrado en este paño Norte y que hasta hace poco se encontraba enterrado. «Han aparecido las trazas de tres cubos», refirió el arquitecto. Dos circulares y «a uno se le adosó una torre cuadrada». Toda una curiosidad: la estructura redonda ha dejado la «impronta» en el cuadrado y así quedará sobre el terreno. Hay, pues, una ausencia curva, procedente de un cubo que se desmontó en XIX. El material de construcción cuesta y en la muralla, por muy desfigurada que estuviera, lo había de sobra. Entre el pillaje y la venta oficial, aquí el desmantelamiento fue concienzudo.
De hecho, han desaparecido 55 metros lineales. No queda ni el sustento, señaló Cobos. «Creemos que lo que ocurre es que hay un permiso municipal» para desarmar el muro y quienes fueran «se lo llevan hasta los cimientos». Más allá de esto, el resto de lo desaparecido se corresponde con «operaciones de particulares», iniciativas de saqueo sin la autorización local. La continuidad del perímetro se está realizando con una «solución de madera donde la muralla ha sido robada», contó el arquitecto, «madera rellena de guijarros».
Otro elemento sorprendente que ha aflorado es la traza de un portillo. Su funcionalidad está clara, ya que coincide con los caminos de la zona. En los trabajos se está dejando el paso, indicó Cobos. A las obras valoradas en 431.000 euros les quedan «un par de semanas para acabar», adelantó el director de esta restauración en la que participa al 50% la Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible e Integrado (EDUSI). Se trata de Soria Intramuros, el plan del Casco Histórico que lidera el Ayuntamiento.
Las voladuras
Este sector del Mirón guarda los vestigios más patentes de la voladura en el periodo de la invasión francesa. Intramuros se aprecian grandes fragmentos a cierta distancia, que dan cuenta de la violencia del acontecimiento. El proyecto contemplaba la posibilidad de moverlos y reponerlos a su lugar, en el caso de que fuera necesario durante la intervención. No ha sido preciso, salvo en un caso y con un «muy poquito» desplazamiento. Estas reliquias, el escombro tras la pólvora, «se han limpiado y despejado». Cómo está la muralla y qué sucedió es algo que «se entiende muy bien» y mejorará con la cartelería.
Una señalización que ayudará bastante en la otra parte en obras, las del Castillo, explicando lo que ve al paseante que ahora se pregunta por lo que ve. Lo del cerro es más complejo y mucho más voluminoso y tras meses de ejecución a finales de enero quedará previsiblemente listo. Al saber sobre la fortaleza se une el de la ciudad en sí, el del asiento de su fundación. En su momento se confirmó que las estructuras excavadas en el castro se corresponden con el nivel de la Soria original, la de los 900 años. No es que lo que se ve en el frente que mire al cementerio tenga nueve siglos, sino que el suelo se reutilizó continuamente. Los arqueólogos han determinado que la población se alzó al mismo tiempo que la muralla, pues las calles y las construcciones (posiblemente viviendas y talleres) no suben de la altura de los desagües del muro y debajo apenas hay vestigios. Así que Soria se fundó con un urbanismo planificado y coordinado con la defensa, un ejemplo único en aquellos tiempos de repoblación. Otra cosa es que lo que se constata sea de los siglos XIV y XV en su «mayor parte».
El Castillo, la judería
Este espacio «da la sensación de que es un espacio abandonado a finales del XV», aclaró Cobos. El dato es destacado, ya que «podría reforzarse la idea de que era la judería». La importante comunidad hebrea de Soria desapareció, igual que la de toda Sefarad, con edicto de conversión forzosa o marcha. Una lamparilla ritual afianzó en su día la opción de que allí estuviera el barrio judío, como señalan fuentes literarias. «Estamos casi seguros de que esa parte de la población fue judería», aseguró Cobos, aunque cabe preguntarse si lo fue «siempre». Una distinción que «probablemente» no se llegará a dilucidar.
Frente al depósito de comienzos del XX, en la traza que baja al Espino, en el frente del cementerio y con excavaciones mirando al Moncayo, a la obra del Castillo le quedan pocas semanas. Las tareas ahora tienen que ver con las pasarelas, mientras se resuelve «un pequeño problema de suministro de madera». La pasarela central ya está instalada y «queda el trabajo en la zona de la carretera». La entrada al recinto principal ha cambiado completamente y la lectura visual con el recrecimiento que explica la continuidad hacia el Espino da lugar a una imagen nueva. Todo un espectáculo lleno de interés para quienes coronan el cerro, pero «ahora es un yacimiento mudo». La cartelería «es lo que echa de menos la gente», pero ya llegará. Una de las pasarelas, de gran atractivo, permitirá contemplar el «encuentro de las tres murallas»: la más primitiva, la bajada al Espino y el antemuro. En esta última parte, se ha realizado una gran tarea de movimiento de tierras, con varios metros de profundidad. El visitante podrá circular por este 'pasillo' bajando por unas escaleras. Primero hay que «desviar un último cable eléctrico».
Dos millones moviliza la actuación en el Castillo, con una ayuda del entonces 1,5% Cultural del Gobierno (la convocatoria actual sube el porcentaje al 2% ) que cubre el 71%. Con el paño del puente de piedra al pie del Mirón ya luciendo consolidado desde hace tiempo y las dos intervenciones en curso el Consistorio mira hacia nuevos proyectos.
Prometedora Alberca
Uno de los que presenta más alicientes es el tramo de Alberca, ahora tapado por el antiguo (y destinado a la demolición) reformatorio. Es un «murallón espectacular», consideró Cobo, una ejecución «de las más importantes que se puede hacer dentro de la trama urbana». Con algo menos de un centenar de metros, su liberación y arreglo puede dar un resultado «realmente espectacular», aparte de la oportunidad de recrear un antiguo soportal en el palacio de Alcántara
Para él el Ayuntamiento ha cursado una solicitud a los fondos europeos de reconstrucción. Y otra al 2% Cultural para poner al día el recorrido del Mirón, la 'tapia' del paseo hasta la desaparecida Puerta de Nájera, cuyos vestigios se encontraron en unas obras de servicios generales. La documentación para el 2% Cultural incluye la construcción aguas abajo del puente de piedra, con el muro del paseo del Postiguillo y el que sube por la ladera del Castillo hasta el llamado 'punto de ronda', en las Siete Curvas.