Cerrar

Consumo

Los sorianos se gastan en tabaco 1,9 millones de euros cada mes

Los hosteleros reconocen que el sector se ha estabilizado cuando se cumplen 13 años de la Ley Antitabaco y tras unos inicios «complicados». Desciende el hábito de cigarrillos a favor de productos más baratos

El consumo de cigarrillos cae en favor de productos más baratos como la picadura de pipa.MARIO TEJEDOR

Publicado por
Soria

Creado:

Actualizado:

Más de 1,9 5 millones de euros al mes se van en tabaco en la provincia, cada vez en productos más baratos pero una cantidad nada desdeñable que creció en el último ejercicio, en parte por el aumento del precio de algunas marcas. En apenas un año, el desembolso de los sorianos se incrementó en unos 200.000 euros mensuales.

El consumo ha ido variando con inclinación a la picadura de pipa y al tabaco de liar, por un cuestión tan simple, en principio, como la economía puesto que se trata de productos de menor precio. No parece tener nada que ver la Ley Antitabaco, que cumple 13 años, por la que se prohibió fumar en espacios públicos como los bares, y que, tras un inicio «complicado», como reconoce el sector hostelero, ha terminado por «normalizarse».

El año pasado –hasta el mes de noviembre, a falta de cerrar el ejercicio por parte del Ministerio de Hacienda– los sorianos se fumaron 3,78 millones de cajetillas de tabaco, a razón de 20 cigarrillos cada una. Eso supone 214.299 cajetillas menos si se compara con el consumo de 2022, es decir, una caída del 5,35%.

El bajón también es evidente cuando se trata de los cigarros puros. En este caso es incluso más acusado, exactamente del 6,54%. Si hasta noviembre del año pasado se quemaron 4,24 millones de cigarros, en el mismo periodo del ejercicio anterior fueron 4,54 millones.

En la otra cara de la moneda están la picadura de liar y la de pipa. Como indican los estanqueros, no es porque el cliente haya optado por fumar en pipa, es porque prefieren construir sus propios cigarrillos si con eso consiguen aligerar un tanto el gasto. Y la tendencia no sólo se mantiene sino que aumenta.

Fueron 7.561 kilos los consumidos hasta noviembre de 2023, hasta 238 kilos más que en ese periodo de 2022, lo que en términos relativos es un 3,25%. Pero donde más se evidencia el cambio de hábitos es en la picadura de pipa. Lo consumido en 2023 fue de 892 kilos, frente a los 723 del año anterior, nada menos que un 23,3% más, 169 kilos de incremento.

Son consumos que va notando el bolsillo de los sorianos, con un gasto en el año recién acabado de 21.484.249 euros. Con una media mensual de 1,953 millones de euros desembolsados, es evidente que cuando el Ministerio de Hacienda haga público en dato del total del año sobrepasará al dato de 2022, que terminó con un gasto de 23.075.048 euros, lo que representa 1,92 millones de euros mensuales.

Aunque el consumo de cigarrillos mermó, no lo hizo así el dinero invertido. La provincia se gastó en cajetillas de tabaco 18,72 millones de euros hasta noviembre, lo que supone 66.216 euros más, lo que a su vez significa un alza de los precios que han experimentado varias de las marcas.

El gasto en cigarros cae como lo hace su consumo, en concreto 19.711 euros menos. El desembolso en 2023 fue de 1,190 millones y de 1,128 millones en 2022.

En tabaco de liar se invirtieron 1,457 millones frente a los 1,303 millones de euros del año precedente, nada menos que 154.038 euros más, y en picadura de pipa fueron 194.988 euros, un salto muy notable respecto a los 161.277 euros del ejercicio anterior, 33.711 euros de diferencia al alza.

Todos estos datos evidencian que el consumo de tabaco está cambiando en la provincia, y en el conjunto de la población con el hábito. Aunque eso no logra mermar los desembolsos como indica el gasto en el conjunto de España de 11,49 millones de euros en 2023, hasta noviembre, frente a los 11,04 millones del mismo periodo de 2022.

Y es que el hábito persiste incluso a pesar de las restricciones. La nueva ley antitabaco entró en vigor el 2 de enero de 2011, como modificación de la anterior de 2006, con medidas como la extensión de la prohibición de fumar en cualquier tipo espacio de uso colectivo, local abierto al público, que no estuviera al aire libre.

Y ahora, el anuncio de la ministra de Sanidad, Mónica García, de «sacar del cajón» el plan integral antitabaco 2021-2025, en el que los espacios sin humo se extenderían a las terrazas de bares y restaurantes, además de a playas, marquesinas o paradas del transporte público o coches privados en presencia de menores o embarazadas, además de ampliar la distancia para fumar de centros sanitarios y educativos, abre de nuevo el debate.

Como reconoce el presidente de la Asociación Soriana de Hostelería y Turismo, Asohtur, Pablo Cabezón, «en su momento fue bastante comprometido el tema y hubo muchos problemas porque hubo empresarios que hicieron inversiones para dividir espacios y que la gente pudiera fumar acompañándolo con extracciones».

No obstante, durante este tiempo «se ha ido normalizando», añade, porque se han ido implementando otras medidas respecto al tabaco en otros lugares públicos.

«Durante esos años sí que hubo un bajón de ventas porque había mucho consumo que estaba asociado al tabaco pero se está normalizando», asegura Cabezón. Y ahora que vuelve a la palestra por la restricción en las terrazas, opina que «causa un poco de daño porque hay mucho consumo asociado al tabaco, un café y un cigarro, pero con el tiempo, y visto lo que pasó en su momento, se normaliza».

Parece que es una consecuencia lógica que «toda esa gente que no se le deja fumar en las terrazas, se traslada a la calle donde se hacen reuniones, y causa problemas, sobre todo vecinales de donde se junta, ya que se hace sobre un ambiente lúdico, porque se tiene que levantar para fumar».

Desde el sector hostelero consideran que cuando se implantan esas medidas, «que causan problemas en los negocios o bajones en la clientela, con el tiempo se estabilizan. Cualquier restricción hace que el consumo baje».

Considera Cabezón que situaciones de este tipo pasan en cualquier sector con normativas nuevas, «que van adaptándose, luchando por que la gente se acostumbre, que también cuesta porque tenemos que hacer de policías, pero cuando la gente se acostumbra, hay cierta normalidad».