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Sector agrario

Soria pierde superficie de cultivo por los altos costes de producción

Los agricultores temen que esta campaña seguirá cayendo la tierra de labor mientras los precios de los abonos y los fertilizantes sigan tan elevados, porque no se compensan con lo que les pagan por su cereales

Campo de cultivo en la provinciaMARIO TEJEDOR

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Soria

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La superficie dedicada al cultivo en la provincia de Soria ha experimentado un descenso en la última campaña, con una merma importante en los cereales y herbáceos, los que más gastos de producción conllevan y cuyos precios están disparados. Así, la tierra de labor se ha quedado en la temporada 2022-2023 en 260.878 hectáreas frente a las 271.449 hectáreas del año anterior.

El descenso de los cultivos herbáceos, hasta quedar en 260.403 hectáreas, se debe fundamentalmente al importante decrecimiento de los cereales en un 10%, que es el grupo mayoritario en la provincia con 186.461 hectáreas, y a la caída de los cultivos industriales, que pasan de ocupar una superficie de 50.395 hectáreas en 2022 a las 47.915 hectáreas de 2023, lo que supone una merma de casi un 5%.

El sector agrario lo vincula directamente con los elevados precios de los costes de producción, que llevan desorbitados desde el inicio de la guerra de Rusia y Ucrania. De hecho, los abonos y los fitosanitarios llegaron a triplicarse y aunque en la actualidad no están en esos niveles sí que siguen muy por encima de hace dos años.

De hecho, la superficie dedicada a los cereales en la provincia lleva dos años en descenso, dado que en 2021 fueron 226.000 las hectáreas para estos cultivos. Y todo apunta a que para la próxima campaña la cifra siga bajando. Ya lo anunciaron las organizaciones agrarias al inicio del año, dado que arrastra dos temporadas “para olvidar”. La presidenta de Asaja Soria, Ana Pastor, señalaba en la asamblea anual de diciembre, que el sector espera un año “muy complicado para el campo, con muchos frentes abiertos que dificultan su rentabilidad y su futuro”.

El presidente de Asaja Castilla y León, Donaciano Dujo, puso de manifiesto que “todo parece apuntar que la bajada de superficie registrada en la campaña 2022-23 se mantendrá en la actual, la 2023-24 porque a los agricultores no nos salen las cuentas”. Sí reconoció que “los costes de producción están ligeramente más bajos que el año pasado, pero también se paga cien euros menos la tonelada de cereal. Para compensar los gastos tienes que recoger 3.000 kilos por hectárea, y en estos tiempos sabemos que no es nada fácil”.

Sin embargo, llama la atención el importante incremento en las tierras de cultivo de leguminosas, que han pasado de 7.665 hectáreas en el año 2022 a las 23.622 hectáreas en 2023, lo que supone que se ha triplicado la superficie en un año. Y si se compara con 2021, se ha multiplicado por cuatro, dado que entonces se sembraron 5.595 hectáreas.

Para José María Sanz, de UPA Soria, esto tiene que ver con los mínimos gastos de producción que requiere. Porque no necesitan tantos abonos ni nitratos, y además contribuyen a fijar más nitrógeno en la tierra que otros cultivos, de modo que se han vuelto todavía más atractivas con la nueva Política Agraria Común que entró en vigor el año pasado.

También ha experimentado un aumento la superficie de cultivos industriales, pasando de las 47.915 hectáreas en 2022 a las 50.395 hectáreas de 2023, pero no por el girasol, que apenas crece en poco más de 1.000 hectáreas, sino por la colza, dado que se ha triplicado la superficie, pasando de las 2.332 hectáreas en 2022 a las 6.065 hectáreas del año pasado. Lo cierto es que poco a poco la colza va ganando fuerza en la provincia porque los resultados de rentabilidad están más que probados. En poco más de 20 años este cultivo industrial ha conseguido asentarse, no sólo por su precio, más del doble de hace veinte años, sino porque permite rotar muy bien con los cereales.

Sigue teniendo el ‘pero’ de la siembra, porque está muy condicionado por las fechas. «Tiene una problemática fundamental agronómica, ya que precisa estar implantada, nacida y en estado de roseta (con varias hojas verdaderas) antes de que empiecen los hielos. Ello obliga a sembrar en septiembre, lo que complica la situación, porque precisa de una preparación del terreno por detrás del cereal y además que haya lluvias para que la nascencia sea rápida», explican técnicos del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl). Y es que así la colza afronta mejor las heladas. «Si está justo naciendo resiste muy mal el hielo».

Sin olvidar los cultivos forrajeros, aquéllos que van para piensos para el ganado, como la alfalfa o la veza, cuya superficie se ha duplicado y se contabilizaron 5.031 hectáreas en la última campaña. Y las hortalizas y las verduras siguen siendo la asignatura pendiente para Soria, dado que en total no alcanzan las 500 hectáreas al ser unos cultivos que requieren de infraestructuras de regadío, pero que en la provincia apenas hay un 5% de la superficie total.

No obstante, todos estos aumentos no compensan el descenso de las tierras dedicadas a los cereales, dado que en Soria, tierra de secano, son los cultivos más importantes. De hecho, es el registro más bajo desde 2010, según los datos facilitados a este periódico por fuentes del sector.