Carta al director
75 aniversario de Escolapias Soria. Mi pequeña-gran tribu
Los humanos somos sociales por naturaleza; somos, por la relación con otras personas, y por los vínculos afectivos que generamos con quienes nos sentimos parecidos o identificados. Y lo somos, desde los primeros neandertales hasta las actuales tribus digitales. Por que quien más, quien menos, pertenecemos a grupos en redes sociales, a equipos deportivos, a club de fans, a cofradías, a sociedades gastronómicas, o simplemente, participamos en grupos de whatsapp con nombres evocadores como “los de siempre” o “los primeros de clase”.
Y como miembros de esos grupos, compartimos mucho más que un nombre sugerente; compartimos pasiones, creencias y valores. Nos sentimos parte de algo más grande que nos ayuda a construir una imagen de nosotros mismos en relación con los demás, porque la pertenencia nos afianza identitariamente y nos aporta vínculos duraderos; no importa cuánto tiempo haya pasado desde que ingresamos en ese grupo, no importa que ya no estemos en el mismo lugar físico en el que surgió, porque allí, seguimos encajando. Y no sólo eso, sino que pertenecer a nuestra pequeña o gran “tribu”, nos llena de orgullo.
Y ocurre que, cuando el grupo lanza un grito de guerra, la respuesta no se hace esperar…Y precisamente, eso, es lo que ha pasado este 24 de febrero de 2024.
Escolapias Soria, con motivo del 75 aniversario de su fundación, hizo una llamada al grito de “RECORDAR ES VOLVER”. Y acudimos cientos de exalumnas y exalumnos de distintas generaciones, unidos, no sólo por las aulas que compartimos, sino también por ese intangible que define la experiencia de haber sido alumno de Escolapias.
Conectados por los ecos de las risas en los pasillos, por el sonido del lápiz sobre el papel durante los exámenes y por el palpitar de emociones en cada celebración del colegio. Porque para quienes participamos en el aniversario, Escolapias, es mucho más que un lugar de estudio. Es nuestro hogar temporal en el que forjamos amistades eternas, en el que enfrentamos desafíos y del que atesoramos recuerdos que nos acompañarán toda la vida. En encuentros como éste, descubrimos cómo nuestra comunidad escolapia, ha conseguido trascender las barreras del tiempo, conectando a diferentes generaciones de alumnos a través de una red de experiencias compartidas y de valores comunes. Porque son precisamente esos valores, los que mantienen viva la pertenencia a nuestro grupo; valores como responsabilidad, esfuerzo, honestidad, perseverancia, compromiso social, solidaridad, justicia, respeto y tolerancia, están grabados a fuego en nuestras conciencias y han forjado nuestra dimensión individual, social y trascendente como personas.
Porque en Escolapias Soria, desde hace 75 años, la educación no sólo ha supuesto adquirir conocimientos académicos, sino que ha implicado también, cultivar el carácter y la integridad moral. Y son precisamente esos valores, los cimientos sobre los que, nosotros exalumnos, hemos construido nuestras relaciones personales, nuestras carreras profesionales y nuestra contribución a la sociedad. Y resulta extraordinariamente llamativo que cuando compartimos momentos con otros exalumnos y exalumnas de Escolapias -como ha sido esta celebración- la existencia de esa tribu imaginaria, se hace real, pues los puntos de conexión son nítidos, aun cuando nuestras vidas, nuestra forma de pensar o incluso nuestra ideología, sean totalmente diferentes. Y ello no es algo casual, pues son los valores y principios comunes con que nos educaron, los que determinan gran parte de lo que somos y del cómo actuamos. Y en este sábado 24 de febrero, distintas generaciones de exalumnas y exalumnos de Escolapias, lo hemos vivido en primera persona: hemos comprobado que no hace falta tener la misma sangre, ni ser de la misma familia, ni pensar de la misma manera, ni dedicarnos a lo mismo, ni vivir en el mismo lugar, ni cuánto tiempo haya pasado sin vernos… para sentirnos parte, a la vez que orgullosos, de pertenecer a esta pequeña-gran tribu de Escolapias Soria.