Cultura
Las pinturas rupestres de Valonsadero cumplen 30 años BIC con buena salud
Los 37 abrigos con arte de la Edad del Bronce son «un museo al aire libre», destaca Gómez Barrera, quien califica esta Zona Arqueológica en el monte soriano, descubierta en 1951, de «primerísimo nivel»
Los 'whatsapp' de la Edad del Bronce de Valonsadero cumplen 30 años como Bien de Interés Cultural, BIC, y lo hacen en un buen estado de conservación. Aquellos códigos con los que los prehistóricos itinerantes se comunicaban para informar dónde estaban los buenos pastos y las cuevas para alojarse, en sus desplazamientos estacionales con el rebaño, conforman hoy un «museo al aire libre», aunque en su origen no fuera más, ni menos, que un medio de comunicación.
Su lenguaje era el de las figuras humanas, los animales, los astros, las escenas de caza, su cotidianidad... Y no se limitaban a imitar, su estilo era la abstracción, mucho más compleja. «Que nadie espere ver caballos paleolíticos. Es un arte esquemático, muy diferente pero muy interesante. Son motivos abstractos, un código de escritura para decir dónde tenían que ir. Estaban un verano y después se llevaban el ganado a la serranía», expone el doctor en Geografía e Historia y catedrático jubilado, Juan Antonio Gómez Barrera, reconocido como investigador de pinturas rupestres por las publicaciones realizadas y con toda seguridad quien más sabe actualmente de los 37 abrigos descubiertos en Valonsadero, con varios libros publicados sobre esta joya «de primerísimo nivel de la Edad del Bronce». «Picasso comenzó con el realismo y no fue hasta después, ya más experto, cuando optó por la abstracción», equipara el profesor para poner de relieve la importancia del arte de aquellos prehistóricos.
Las pinturas rupestres de Valonsadero han pervivido durante cerca de cuatro milenios –la Edad del Bronce se data entre el 1700 y el 1100 antes de Cristo–, y gozan de buena salud.
La Ley del Patrimonio Histórico Español de 1985 declaró todas las manifestaciones de arte rupestre Bien de Interés Cultural, pero la declaración de Valonsadero como Zona Arqueológica, la figura jurídica que lo regulaba, no llegó hasta 1994, de lo que se cumplen ahora 30 años. Y el Plan Especial de Ordenación y Conservación por el que se rige data de junio de 1999.
No obstante, fue a principios de los años 80 del siglo pasado cuando comenzaron a colocarse las verjas que los protegen, y los identifican, y a finales de los 90 llegaron los atriles informativos con los que el visitante puede apreciar mejor lo que está viendo, eso que hicieron los hombres de la Edad del Bronce hace miles de años y que sigue ahí para el disfrute de todo aquel que quiera acercarse.
«Las pinturas han ganado mucho desde que se instalaron las verjas y los atriles;ahora lo importante es su mantenimiento», afirma un Gómez Barrera totalmente contrario a intervenir en los abrigos. «Si impides que llegue el agua lo que se consigue es secar la roca y que se agriete», pone como ejemplo de que cualquier actuación puede tener otras consecuencias: «En 1975 consultamos a ver si se podían retirar los líquenes del Covacho del Morro, porque se habían comido la pintura, pero el experto que vino nos dijo que quitarlos era perder también la pintura».
Gómez Barrera considera que «están mejor ahora que en 1974», cuando comenzó a verlas. Algunas de ellas sufrieron el hollín de las hogueras que se encendieron a su abrigo, ahora totalmente libres de esta inmundicia. Está seguro de que otras pinturas desaparecieron pues Valonsadero fue utilizado como cantera desde el siglo XII hasta 1965 en que se dejó de sacar piedra. Recuerda también aquella pintada en el abrigo Peña Somera donde podía leerse, ‘Acotado de caza, ojo’, que la Junta limpió hace unos años.
Como «museo al aire libre», es imposible determinar cuántas personas pueden visitar los abrigos de Valonsadero. El experto asegura que con conocer los 11 más representativos, recogidos en el tríptico del Ayuntamiento de Soria, se puede descubrir la relevancia de este arte.
Gómez Barrera ensalza las pinturas rupestres de Valonsadero por su accesibilidad. «Ninguna ciudad del país tiene a 10 kilómetros de su centro un museo arqueológico al aire libre con 37 vitrinas, sin alarmas ni cámaras de vigilancia pero con verjas y atriles, que dan más información que cuando vas a ver al Greco, que sólo te dicen el nombre del cuadro», afirma. Y matiza, «puedes ir hasta con tacones altos y hacer un recorrido de una hora por 11 abrigos, o de tres para ver todos. Eso es algo que no ocurre en ningún sitio».
El experto valora al máximo las pinturas rupestres de Valonsadero en una escala de uno a diez, la misma nota que cuando las compara con otros yacimientos de su estilo, «de diez», añade. Abrigos hay más de 1.500 en toda España, en Valonsadero son 37, pero albergan hasta 550 motivos. Y en Fuentetoba, «sólo en un abrigo encontramos 176 motivos», recalca.
La visita es fácil y la información que ofrecen los atriles permite hacerlo de forma particular, aunque por supuesto los guías turísticos de Soria están preparados para mostrarlos en todo su esplendor. El propio Gómez Barrera se encargó de formar a muchos de ellos y si se lo solicitan, volvería a hacerlo. Pero va más allá, propone que se organicen en Soria cursos de verano que sirvan para institucionalizar su estudio y su comprensión.
Una joya que podría seguir aumentando porque presumiblemente hay más abrigos de los que se conocen. El ejemplo más evidente es el último hallazgo, en el año 2020, al que se ha denominado Abrigo de las Manos, por razones obvias, es el primero en el que aparecen estas extremidades. Fue la agente medioambiental Esther Moreno quien las descubrió, y rauda consultó a Gómez Barrera que confirmó la buena noticia. Se trata de tres manos, todas derechas y pequeñas, que podrían ser de mujer.
«Me siguen llamando visitantes que me dice, ‘he visto esto, ¿puede ser?’, así que quién sabe si podrían aparecer nuevos abrigos», comenta el experto. Porque Valonsadero alberga un tesoro y quizá alguna de sus joyas todavía está por revelarse.