La Policía de Soria alerta de la escalada del acoso escolar entre los menores
El delegado de Participación Ciudadana de la Policía Nacional reconoce un incremento directamente relacionado con el uso de los móviles y las redes sociales que se puede frenar con tareas de prevención
«Los casos de acoso escolar existen y lo peor es que van en aumento por el uso del móvil en edades cada vez más tempranas». Lo reconoce el delegado de Participación Ciudadana de la Policía Nacional de Soria, José Bustelo, nada más comenzar sus charlas en los centros educativos de la capital. En todo el curso lleva ya más de 60 conferencias, enmarcadas dentro del Plan Director para la convivencia y mejora de la seguridad escolar en los centros educativos y sus entornos que pretende precisamente proteger a las víctimas y evitar todo tipo de violencia sea del tipo que sea en los colegios e institutos.
Los datos de la Dirección Provincial de Educación desvelan que el curso pasado, a falta de cerrar el actual, se confirmaron ocho casos de acoso y uno de ciberacoso de un total de 33 posibles casos. «Soria desgraciadamente no es una isla que se salva», si bien cree que los centros educativos de la capital funcionan razonablemente bien con sus regímenes internos para reconducir situaciones y evitar que los acosadores se conviertan en agresores recurrentes.
Destaca la relevancia que se le da entre la comunidad educativa a garantizar la convivencia y seguridad escolar, que año tras año va en aumento. De hecho, en este curso comenzaron en el Plan Director 14 centros y a lo largo del año se han ido incorporando más.
Así, cuando se detecta una situación contra la intimidad de una persona, sobre todo cuando se vuelve repetitiva y entre iguales, el colegio abre una comisión en la que entrevista a los niños, a sus compañeros, a los padres, y maestros y profesores. Y de ahí informar a la Dirección Provincial de Educación. «La Policía interviene cuando se les va de las manos porque no es excluyente el delito educativo con el penal». En este caso intervendría la Fiscalía de Menores.
«Cuando vienen directamente a la Policía lo primero que hacemos es preguntar al centro donde puede tener lugar el acoso. Los maestros y profesores tienen la responsabilidad de garantizar el buen orden de las aulas en los periodos lectivos. Si no tienen conocimiento se lo comunicamos nosotros para que pongan los medios a través de vigilancia o con movimientos especiales con respecto a la víctima y al agresor. Lo lleva la Unidad de Familia y Mujer, que es la responsable, pero a la vez tomamos contacto con Educación para saber si esas personas han estado involucradas en otros casos. Luego se eleva a la Fiscalía de Menores y es quien impulsa el procedimiento».
Por su experiencia en el Plan Director y los años que lleva asegura que «en Soria los padres suelen ser bastante responsables y proactivos y se suele llegar a un acuerdo para prevenir y tomar acciones con el compromiso de intentar corregir la actitud de los chavales». No obstante, reconoce que «a día de hoy es difícil», sobre todo desde que tienen acceso a las pantallas y los móviles con internet: «A partir de quinto y sexto de Primaria, cuando empiezan a jugar on line. Luego ya el uso es exponencial. Y el problema radica ahí; que muchos aprovechan el juego on line para el ciberacoso, ven que no pasa nada y no hay consecuencias y lo normalizan».
De hecho, asegura que «los ciberdelitos están en aumento, directamente relacionados con las redes y han venido para quedarse». Lamentablemente se teme que «va a ser difícil erradicarlos por el propio uso de los móviles», pero está convencido de que «podemos poner límites al crecimiento de su uso mediante la prevención. Es muy importante que estén concienciados». Y en este sentido, los progenitores sí lo están, aunque insta a que den ejemplo a sus hijos con el uso, mientras que los menores tienen «cero miedos». Es ahí donde entra la « labor pedagógica con ellos para que sean conscientes».
Constata que «la principal preocupación de los padres es lo que les pueda pasar a sus hijos por el uso del móvil, sobre todo porque pueden ser víctimas de acoso. No saben qué páginas visitan, con quiénes juegan, y qué datos dan a las plataformas, de modo que monitorizarles o tutorizarles es básico. Lo tienen que hacer porque son responsables de ellos hasta los 18 años. Pero quieren evitar enfrentamientos con los hijos, de modo que lo mejor es intentar llegar a un acuerdo».
En cuanto al uso, el policía cree que depende mucho del grado de madurez del usuario. «Hay algunos, los menos, que son capaces de acotarse las horas, pero al resto es aconsejable limitar su uso mediante un control parental o un control tradicional. Es importante la comunicación directa con él».
Y luego añade el problema de los compañeros: «Podemos pensar que tenemos un control absoluto sobre sus pantallas, pero estamos limitados con lo que hace con sus compañeros, sobre todo si ellos no tienen el control de sus padres».
Asegura que en este tema «existe una preocupación generalizada institucional, considerada incluso como una cuestión de Estado», pero no sólo a nivel nacional y europeo, sino a escala global: «Primero tenemos que hacer que la gente sea consciente de que nuestro mundo está metido en un chip y es muy fácil que un hacker pueda meterse ahí. Por eso la identidad digital es básica porque no sólo sirve para las TICs, sino que damos datos en banca digital o comercio on line».
Lo primero, bloquear a la persona y denunciarlo a la aplicación para intentar que lo quite de la circulación. Y después, informar a los padres, al centro o a la Policía.
Reconoce que en las charlas los padres tienen la sensación de que hay cierta impunidad con el ciberacoso y es que realmente es muy difícil comprobarlo porque es complicado evaluar cómo influye más en unos chavales que en otros.
En cambio, sí que ve que «los chavales, que son nativos en las nuevas tecnologías, se creen muy autosuficientes y manifiestan no tener miedo de las redes». Como ocio no hay un perjuicio, pero el abuso del móvil o de las pantallas es lo que es perjudicial porque dejan de realizar otras actividades y de relacionarse personalmente con amigos, e incluso les interfiere en su nivel educativo.
«Se sienten indestructibles, y piensan que no les va a pasar nada hasta que les pasa, pero es un trabajo a largo plazo, una carrera de fondo, y a partir de ahí ya entra la responsabilidad de ellos». Lo que también está creciendo mucho son los casos de grooming, acoso por parte de un adulto a un niño u adolescente por Internet. «Insisto mucho en lo que es delito y lo que no porque a partir de los 14 años las consecuencias empiezan a ser bastante graves y a partir de los 18 muy graves».