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Miradas académicas hacia las teorías del complot en torno al terrorismo

Varios investigadores disertan en Soria sobre las nuevas teorías de la conspiración que se propagan a velocidad de vértigo gracias a las redes sociales

Gaizka Fernández, Pablo García, Fernando Blanco y Lèna Georgeault, participantes en la mesa redonda 'Teorías de la Conspiración'CONCHA ORTEGA - ICAL

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Soria

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En el asesinato de Carrero Blanco no intervino la CIA ni tampoco ninguna facción del franquismo. Fue y es un bulo alentado ahora, que se cumplen 50 años del magnicidio, por las redes sociales y alimentado por personas como el comisario Villarejo.

El investigador de la Universidad de Vigo, Pablo García Varela, así lo relató tras participar en el encuentro ‘Palabras que hieren. Teoría de la conspiración, radicalización y terrorismo’ organizada por la Fundación del Centro Memorial Víctimas del Terrorismo, el Centro Internacional Antonio Machado y la Universidad de La Rioja por quinto año consecutivo, informa Ical.

El Aula Tirso de Molina de Soria acogió este encuentro entre investigadores que sirvió para desmontar las teorías de la conspiración más recientes surgidas durante el Brexit o la pandemia, con las Elecciones en EEUU (Qanon) y otras ya lejanas relacionadas con la actividad de la banda terrorista ETA.

García Varela clarificó que el caso del asesinato del presidente franquista Carrero Blanco está “muy bien” documentado, pues el sumario, que incluye los documentos del Servicio de Inteligencia de la época franquista, desmonta cualquier teoría de la conspiración y en ningún momento aparece la CIA ni agentes externos. La documentación oficial recoge con exhaustividad la llegada del comando de ETA a Madrid, quién les ayudó y cómo hicieron el túnel.

Para el investigador, al incluir en el relato a la CIA, el magnicidio “vende más” y, por ello, los amantes de la conspiración introducen ese elemento que puede resultar atractivo. "El comisario Villarejo ha hecho un video en el que asegura que detrás del asesinato estaba la CIA. Tiene más de 100.000 reproducciones y más de 200 comentarios. Por mucho que académicamente un magnicidio esté muy bien reconstruido respecto a las fuentes es muy difícil rebatir estas teorías de la conspiración”, lamentó.

El historiador relató también cómo ETA conspiraba contra los llamados “chivatos o confidentes” a los que acusaba de estar detrás de la mafia de la droga en la década de los 80 en Euskadi, incluso en los círculos de la banda terrorista se llegó a decir que al político Gregorio Ordóñez no le habían matado por ser una persona pública sino porque había descubierto que había agentes dobles de ETA en la Policía Municipal de San Sebastián, tras estudiar el ‘Informe Navajas’. “No lo mataron por eso, lo asesinaron porque era una figura que combatió a ETA. Sin embargo, el entorno de la banda manipulaba con esta teoría infundada”.

El psicólogo e investigador de la Universidad de Granada Fernando Blanco aludió, por su parte, a la velocidad con la que se propagan las teorías de la conspiración a través de las redes sociales y cómo determinados grupos de presión con intereses políticos son capaces de utilizarlas de manera “muy eficaz” teorías inverosímiles y convertirlas en herramientas para alcanzar sus objetivos y enfrentar a la gente.

“Las teorías de la conspiración tienen elementos consustanciales a como pensamos. Si te faltan datos o certezas las puedes hacer tuyas. Una vez que crees algo es muy difícil que se cambie de opinión, la inercia nos puede llegar a autoengañarnos y autoconvencernos de algo”, destacó.

Durante su alocución, el psicólogo habló de los mecanismos del pensamiento con la persona que se cree esta clase de bulos, creados por un ‘trol’, es decir, la persona que disfruta inventando para ver hasta ver dónde llega, u otros que tienen un interés oculto y organizan una teoría para que sea efectiva para sus propósitos.

“En campañas como el Brexit se generaron mini teorías o historias falsas a medida de la persona a través de herramientas informáticas, tras conocer sus inquietudes o debilidades”, aseveró.

Las teorías de la conspiración han existido siempre, sin embargo, el peligro ahora está en la velocidad con la que se propagan, según el investigador, quien apunta a que la persona que solo se fía de una fuente está en una burbuja; no ha tenido una exposición a otros argumentos; y, por lo tanto, se vuelven vulnerables a la crítica.

“Cuando las personas tienen sed de saber, sobre todo si la versión oficial tiene cabos sueltos , están más expuestas y recurren a otras personas que solo dan certezas. Ocurrió mucho durante la pandemia”, resaltó.

Por su parte, la investigadora de la Universidad de Villanueva de Madrid, Léna Georgeault, que disertó sobre el yihadismo, la radiocalización violenta y las teoría del complot, avanzó en la necesidad de vigilar el Sahel, pues, tras la caída del Estado Islámico es el escenario “candente”.

Asimismo, subrayó que la amenaza yihadista está activa por lo que conviene no “relajarse” y centró su alocución sobre el impacto de las teorías del complot sobre la democracia y sobre la sociedad en general.

Los grupos yihadistas utilizan las teorías del complot para radicalizar a sus simpatizantes, según la experta, a través de discursos de odio en los que explican una realidad compleja con morbosidad y aportando soluciones que pasan por hacer la yihad.

“El complot se realiza contra el islam por los estados democráticos y la solución es la yihad contra los estados que intentan acabar con su cultura y religión. Los yihadistas dan incentivos a sus simpatizantes para actuar porque las teorías del complot insuflan la sensación de urgencia y de peligro constante en una especie de paranoia. Se les dice que deben actuar cuanto antes para protegerte de los demás. Saben adaptar las teorías del complot a nivel micro, perciben los fallos de los individuos para crear un relato especial para esas personas”, reseñó.