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Soria protesta por "unos precios ruinosos que van a provocar que desaparezca el campo"

Un centenar de sorianos llevan su grano frente a la Subdelegación del Gobierno para que la Administración central controle la producción que llega de otros países

El campo protesta frente a SubdelegaciónMARIO TEJEDOR

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Soria

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Algo más de un centenar de agricultores y ganaderos de Soria participaron este jueves en la protesta convocada por las organizaciones Asaja, COAG y UPA por los precios ruinosos de los cereales, y «seguir dando voz al campo de la provincia». Porque el campo lo tiene muy claro: Si no se recuperan los precios, llegará la ruina y con ello el fin de la agricultura cerealista, totalmente mayoritaria en Soria.

Con los lemas unitarios de ‘Precios por los suelos’ y ‘Por unos precios razonables’, las organizaciones quieren poner el foco en los bajísimos precios, que ahondan la crisis del sector cerealista soriano y hacen completamente inviables a numerosas explotaciones profesionales familiares de la provincia.

A pesar de una ligera recuperación de los precios en las últimas semanas la situación a nivel internacional la situación de precios es absolutamente calamitosa y para colmo los precios en el mercado interior están más deprimidos aún, no alcanzando los niveles. Hace dos años por estas fechas el trigo estaba a 365 euros la tonelada y hoy la cotización está a 226.

Y es que aunque el sector ha tenido una «cosecha aceptable», según reconoce la presidenta de Asaja Soria, Ana Pastor, «estamos vendiendo nuestro cereal a unos precios muy por debajo de los costes de producción, motivo más que suficiente como para estar hoy aquí».

Pastor confía en que de una vez por todas el Gobierno central actúe para que no se vuelvan a repetir las concentraciones, pero no descarta nuevas protestas si no se escucha al sector: «Y estaremos donde haga falta, como ya hemos hecho anteriormente en el puerto de Santander o en el puerto de Valencia porque lo que pedimos es que haya control de la mercancía por la evidente competencia desleal de terceros países, además de las calidades que entran y una especial atención ante el nuevo marco de acuerdo europeo con Ucrania».

El coordinador provincial de COAG, Alfredo Cabrerizo, insiste en que los agricultores no pueden permitir unos costes de producción tan elevados porque hayan tenido una cosecha medianamente aceptable, y con unos precios que se pagan no van acompañados de esos gastos y es, sin ninguna duda, por la entrada incontrolada de producto a través de los puertos del país, sobre todo de cereales y frutas, motivados por las decisiones europeas que está hundiendo los precios y llevando a los agricultores a la ruina». Asegura que no es una protesta contra agricultores de otros países sino contra el negocio que se está haciendo aprovechando la coyuntura mundial, ya que lamentó que esto no es otra cosa que una situación derivada de los fondos de inversión que dejan «poco o nada de beneficio a la población ucraniana».

En este sentido, José María Sanz, de UPASoria, pone de manifiesto el «desánimo total» que hay ahora mismo en el sector e incidió en que se pone en jaque no sólo la sementera de la próxima campaña, sino el futuro de las explotaciones, más aún la incorporación de los jóvenes.

«Ahora mismo estamos en época de siembra y no sabemos qué haremos porque con el cereal perdemos dinero». Y es que «los abonos están a unos 450 euros tonelada y a 210 euros el precio del cereal, de modo que es imposible porque tenemos que meter dinero de otros cultivos que van un poco más rentables y no podemos perder».

Es más, cree que «según están las cosas los jóvenes no se pueden incorporar; les espera un futuro bastante negro. Yo ahora mismo no sembraría nada, por lo menos así no perdería dinero».

Pastor recuerda que de la campaña pasada a la actual se han sembrado 40.000 hectáreas de cereal menos en la provincia, lo que da una idea de lo que puede pasar también esta próxima temporada. «Para que nos hagamos a la idea es una extensión similar a la comarca agraria de Ágreda, casi una cuarta parte del total en la provincia. «Si no se soluciona el problema de rentabilidad, el desenlace es claro: llevará a la desaparición casi total del secano».