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PSOE y PP se unen en el rechazo a equiparar «inmigración con inseguridad»

Socialistas y populares repudian una moción de Vox en relación a la seguridad ciudadana que hablaba «costumbres y modos de vida» incompatibles con los locales

Un momento del pleno. MONTESEGUROFOTOGonzalo Monteseguro

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Soria

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Con un tanto de oportunismo, dado el debate que en otras esferas se está produciendo sobre la inmigración, algún dato, con y sin fuentes, y el deseo de una percepción de inseguridad rampante, Vox desembarcaba en el pleno reclamando cámaras de videovigilancia que controlen a personas y propiedades. Entre otras cosas, el concejal Fernando Castillo hablaba de una «situación de deterioro» en Soria que «puede ir a peor», pero también de «leyes permisivas» y de gentes de «costumbres y modos de vida» que a su juicio no son compatibles con la sociedad española. Unía así la inseguridad o delincuencia a una referencia ambigua, de manera que el oyente rellene el hueco con el colectivo o comunidad de su disgusto, sin que a Vox le penalice señalar a nadie aunque lo tenga en la mira. El PP lo atajó de entrada, con una portavoz, Belén Izquierdo, que lo primero que dijo fue que «no estamos dispuestos a admitir que se equipare inmigración con inseguridad». Casi a renglón seguido presentaba su propio texto, con el aviso de que si no se recogía como estaba su grupo votaría en contra. Fue lo que sucedió, en respaldo de un PSOE que rechazó el planteamiento de Vox como el «taconazo» local a la «llamada del líder», eco en Soria de la voz de Madrid dispersando «odio y xenofobia». Para el concejal Eder García, «hasta ahí podíamos llegar», a «comulgar con ruedas de molino movidas por su odio», en un contexto en el que «poco les interesa la seguridad».

La discusión del pleno llegaba en plena polémica burgalesa, con un equipo de Gobierno del PP retirando las subvenciones a las ONGs que trabajan con inmigrantes, pero manteniéndola a Cáritas, como peaje por su negociación con Vox y eso que vendría a ser una especial gobernabilidad condicionada. El caso es que en Burgos, una manifestación dejó claro el rechazo a semejante acuerdo, mientras la «gente íntegra» de Cáritas ha renunciado a colaborar con el Consistorio en tanto persista la discriminación a sus compañeros. Lo recordó Eder García, quien declaró que es la «pobreza» y no la cultura lo que va de la mano con la delincuencia.

El edil socialista reclamó «responsabilidad», teniendo en cuenta que por alarmas a bulto hay quien tiene «auténtico pavor de salir a la calle», y que Vox se abstenga de hacer del salón de plenos un altavoz de los «discursos de odio».

La discusión de la moción llegaba también precedida de otras que no se produjeron. El PSOE no está dispuesto a que el salón sea la caja de resonancia de los discursos de Vox, salvo que no tenga más remedio, como ayer con la moción por estar incluida en el orden del día, o por el discurrir del debate ordinario. El PP tampoco está por la labor de hacer de comparsa de Vox, inflando las propuestas con su voz. De hecho, los populares vapulean siempre que pueden las ideas de sus socios y exsocios en otros lugares o, como sucedió con Izquierdo, les dedican el mínimo de atención contundente. Los diálogos o monólogos, según se mire, que no se celebraron en la asamblea tuvieron que ver con la solidaridad con los afectados por la dana de Valencia y otros lugares y el Día Internacional de la Infancia.

La primera iba a ser una declaración institucional, la segunda una moción del PSOE. El alcalde, Carlos Martínez, exponía que, ante la anunciada por parte de Vox falta de unanimidad, retiraba los puntos. No quería el alcalde polemizar ni dar cuerda a quienes por motivos ideológicos niegan el cambio climático y otras cosas. El equipo de Gobierno aprobará hoy en la Junta de Gobierno ambos documentos (el de la dana era tan poco sospechoso que venía nada menos que de la Federación Española de Municipios y Provincias), con la anotación del respaldo del PP.

Aparte de las cámaras, la moción de Vox reclamaba más efectivos para la Policía Local, la provisión de la plaza de intendente y la creación de una mesa de seguridad, con la presencia de asociaciones de vecinos. Castillo negaba intenciones xenófobas y apostaba por «acoger a quienes vienen con buenos deseos». Una declaración de amor que el concejal no se dio cuenta de que venía negada por aquello previo de las culturas insolubles en la española, pues esas vendrían con imperdonable tara de origen.

El interés del PP por contender con Vox quedó de manifiesto en el hecho de que no llegó a exponer nada de su moción alternativa, que quedó incógnita. «Los inmigrantes no vienen a delinquir, vienen a ganarse la vida», marcó Izquierdo el tono de su grupo, ayudada por ejemplos de extranjeros integrados en su trabajo o constituyendo empresas. «La sensación de inseguridad puede estar ahí, pero no culpen a los inmigrantes», zanjó.

Por lo demás, añadió García, «Soria es una ciudad segura dentro de uno de los países más seguros», haciéndose eco de lo que cualquier subdelegado de cualquier color recalca en las festividades de los Ángeles Custodios o el Pilar.