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ANIMALADAS

El pangolín salva su ‘honor’ en torno al coronavirus

Los científicos han aclarado que el mamífero con  escamas no es realmente el causante de la enfermedad

Imagen de un pangolín.-

Publicado por
HDS
Soria

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Por un pangolín vivo se pagan cerca de 1.000 euros, y 300 por el kilo de carne. Un animal desconocido por no ser que ha pasado a tener la peor fama del mundo cuando un grupo de científicos le acusó de ser el causante del coronavirus aunque recientemente   se ha descartado cualquier implicación. Ha podido salvar su ‘fama’ y su ‘honor’, ya que algunos animalistas hablan de él como uno de los mamíferos más bonitos del mundo.

En el pasado, había mayor diversidad de pangolines, incluyendo seis familias diferentes. Los pangolines tienen grandes escamas en la piel, siendo los únicos mamíferos que las poseen y viven en las regiones tropicales de África y Asia. No tienen dientes, y atrapan las hormigas y termitas mediante su larga lengua estrecha y pegajosa.

En general, son animales nocturnos que utilizan su olfato bien desarrollado para encontrar los insectos de los que se alimenta. Su cola es muy larga. Los pangolines se pasan la mayor parte del día durmiendo enroscados en una bola. El nombre pangolín proviene del malayo ‘peng-guling’ (‘el que se enrolla’).

Las dimensiones de los pangolines varían entre la especie más pequeña, el de cola larga (que mientre 30 y 40 centímetros pero que tiene una cola de entre 60 y 70 centímetros) y el gigante (75 a 85 centímetros y una cola que puede alcanzar hasta los 80 centímetros). Un ejemplar de pangolín gigante puede alcanzar los 33 kilos. En general las hembras son más pequeñas que los machos.

Los pangolines tienen un cráneo pequeño, cónico y alargado, uno de los más sencillos de todos los mamíferos. Aunque sus orejas son muy pequeñas o ausentes, los pangolines tienen bien desarrollado el oído. Su sentido del olfato también está bien desarrollado pero su vista es muy pobre.

Se caracterizan por presentar grandes escamas endurecidas en forma de placas que cubren todo el cuerpo menos el hocico, la cara, el vientre y la parte interior de los miembros. Estas placas son blandas en los pangolines recién nacidos, pero se endurecen a medida que el animal crece.

Las placas están compuestas de queratina el mismo material de que se componen las uñas del ser humano, las garras de los animales o los cuernos de rinocerontes. Por este motivo, tienen un aspecto de una piña o alcachofa andante. Cuando se sienten amenazados,  se enrollan en una bola, utilizando las placas como una forma de armadura y escondiendo la cara debajo de la cola. La función defensiva de estas escamas está reforzada por el hecho de que están muy afiladas y que el animal puede controlarla mediante unos músculos especiales, y puede usarlas para herir a cualquier animal que intente meter el hocico o una pata dentro de la coraza.

Son animales tímidos y solitarios, habitualmente nocturnos, que pasan el día dentro de su madriguera. Cuando están dentro de la madriguera, la tapan con tierra y no la abren hasta que tienen que volver a salir. A diferencia de otros animales que permanecen siempre en la misma zona, los pangolines tienden a vagar más por regiones amplias, marcando territorio. Lo más habitual es que las hembras vivan solas con sus crías, si es que tienen, pero en algunas ocasiones comparten madriguera con un macho.

Son buenos nadadores, que se pueden desplazar con cierta facilidad dentro del agua, y gracias a su cola prensil, son buenos escaladores, pero el problema es que no son capaces de desplazarse con rapidez en ninguno de estos medio.

Son mirmecófagos; tienen un sentido del olfato bien desarrollado, que utilizan para encontrar los nidos de termitas y hormigas. Una vez que han encontrado los nidos de insectos, excavan con las patas para sacarlos al exterior, donde los atrapan con su larga lengua (que en los pangolines más grandes puede llegar a medir 40 centímetros, pero con diámetro de sólo medio centímetro).