Heraldo-Diario de Soria

Mártires por la Independencia

La calle de Soria que se acuerda de los mártires por la Independencia. Cómo morían y algunos nombres

La vía está cerca de la plaza de la Picota, lugar de ajusticiamientos, y del antiguo Campo de los Heros, cerca de la plaza de toros

Calle Mártires de la Independencia en Soria.

Calle Mártires de la Independencia en Soria.MARIO TEJEDOR

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Ajusticiados en la picota o fusilados en otros lugares. Llevados de nuevo a la horca cuando estaban a punto de sepultarlos. Sorianos y mártires-héroes de la Independencia. Todos tienen su reconocimiento en una calle de Soria, cercana al lugar, o mejor dicho lugares, donde la horca y el ajusticiamiento eran frecuentes. Y no podía llamarse de otro modo que Mártires de la Independencia esta calle de la capital de la que se hace eco el libro Todas las calles de Soria, escrito por el fallecido Miguel Moreno, que fuera cronista de la ciudad. Cita lugares y nombres, como Los de Villaseca, “24 patriotas fusilados en Villaseca de Arciel el 16 de febrero de 1809”.

La vía en cuestión se encuentra entre Las Pedrizas y Navas de Tolosa, “donde estuvo la horca -hoy sustituida por un monolito piramidal- en el triángulo ajardinado entre Palafox y el arranque de la de Valonsadero que limita por el oeste el colegio público de Las Pedrizas”. La conocida como plaza de la Picota, haciendo buen honor al escenario.

Pero hubo más mártires en Soria, además de los de Villaseca como “los que ofrendaron su vida por la Patria en la fatídica horca que se alzaba en el ejido del Campo de los Heros”, junto al antiguo monasterio de Benitos, “a la sazón ocupado por el Hospital de Santa Isabel patrocinado por la cofradía de San Andrés”, donde ahora está la plaza de toros.

Cita Moreno de forma textual a Víctor Higes Cuevas para hablar de este lugar pisado por miles de sorianos, toda vez que estuvo donde hoy se lidian toros, novillos, se ven rejones y aplaude el personal. Y era allí donde muchos sorianos morían ahorcados y sus “lánguidos despojos, después de permanecer varios días colgados, eran caritativamente recogidos por la Hermandad de la Piedad”, en palabras de Higes recogidas por el cronista. Esta hermandad, explica, se fundó en 1667 para dar sepultura eclesiástica a los pobres que morían en el hospital.

Ajusticiados o fusilados, Miguel Moreno cita los siguientes nombres: Vicente Sanz, muerto el 4 de diciembre de 1808 y enterrado en la capilla del Azogue, en la Colegiata; Ceferino Palacios, ahorcado el 7 de junio de 1810, “retirado su cuerpo del patíbulo cinco días después”. En ese mismo mes, prosigue, se colgó a “otros cuatro patriotas anónimos” en la horca de Santa Bárbara.

En diciembre se mató a Gregorio Saldaña, fusilado en vez de ahorcado por ser teniente coronel de Guerrillas, se apunta en el libro. En junio de 1811 “se afusilaron a uno que dice que parece que es de la villa de Audejo de la Rioja y otros tres patriotas más, dos de Alcañiz y uno de Berlanga”, también “a dos de Almarza y a otros dos de Matalebreras”.

Se explaya Moreno en los mártires que ha tenido la provincia y es que la lucha contra los franceses y la ocupación de Soria dio para mucho. “Y no menos tenaz la resistencia de los patriotas-mártires que darían nombre a la calle”. Escribe el autor cómo en ocasiones se descolgaban cadáveres de la horca, como el capital, el sargento y tres soldados, además del cura de Caltojar; o 16 soldados de Almaluez; o los 17 prisioneros en el valle de Cabreriza, a los que primero se encarceló y “alcabuceados” después. Fue en El Burgo “en el sitio que se dice la bodega de Damián de Rodrigo a el mediodía del Colegio Seminario de esta villa, y entre los que aparecen Pedro Díez, de Cameros; Francisco Causante, de Burgos, Faustino Mancilla, de Torrecilla; Melchor Pérez, de Murilla; y por citar a los afusilados de lugares sorianos, Eugenio Laseca, de Portelrubio; Antonio Villanueva, de Monteagudo; Millán Inés, de Utrilla; y Lorenzo Remacha, de la Huerta de Ariza”.

Si llegados a este punto, la escatología aplicada a esta calle soriana nos pareciera poca, aquí va otro apunte. Fueron también caídos por la Independencia en Soria los miembros de la Junta de Burgos, el presbítero Pedro Gordo, así como Julio Muro, José Ortiz de Cobarrubias y José Gregorio Navas. Y a punto estaba de ser oficiado el funeral de todos ellos en la iglesia del Salvador, autorizado por el gobernador francés, que desde allí el ínclito galo "obligó a cargar con los cadáveres y llevarles y colgarles de nuevo en la horca, en que permanecieron muchos días, a discreción de las aves y perros...".

Moreno se hace eco en la historia de esta calle de cómo, pasado el tiempo y reconquistada Soria por el general Durán, se dio entierro digno a los héroes, "y sus restos, todos enterrados junto a la horca, y otros, se trasladaron a la cripta de los Sotomayores, en la Colegiata". Destaca además el que fuera buen conocedor de la historia de la provincia la "abundante nómina de sorianos y de otras procedentes que murieron, efectivamente, por la independencia española".

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