La calle de Soria a la que iban los leprosos, a morir o curarse
Una vez pasado el camino de San Polo, en la falda del monte de las Ánimas, está San Lázaro, una desértica calle que por no tener, no tiene edificios ni casas
La calle de Soria a la que nadie escribe se llama San Lázaro. Pocas misivas recibe hoy cualquier vecino de la ciudad, salvando las bancarias, pero a la humilde San Lázaro no va ninguna. La razón no es otra que en su corta distancia no hay edificio alguno ni tampoco casa, "salvo alguna finca de campo y colmenar". Los vecinos del barrio de San Pedro serán, previsiblemente, a quienes más les suene esta calle si tenemos en cuenta su cercanía. Y desvelamos su exacta ubicación, habida cuenta de que "la calle con este nombre es, mejor, un tramo de carretera de Zaragoza, y que sigue al denominado carretera de Ágreda (...), que tiene su origen en el puente".
Afinando aún más la situación diremos que está en la falta del monte de las Ánimas hacia el sur. "Comienza la calle cuando se rebasa el camino de San Polo", detalla quien fuera cronista de Soria, Miguel Moreno, en el libro Todas las calles de Soria. Así pues, historia y leyendas cercanas no le faltan a tan desértica vía, aunque no siempre lo fue.
En la calle existió una pequeña iglesia románica, de San Lázaro, que en su origen había sido un hospital lazarista. En él se acogió los apestados de la lepra. No en vano San Lázaro es el patrono de los enfermos y en la religión católica este santo es conocido como patrono de los enfermos, los leprosos y los necesitados.
Moreno se hace eco en la citada publicación de las leyendas en torno al “monasterio-hospital o de su iglesia”, como la relacionada con la costumbre milagrosa de pisar un determinado ladrillo del suelo por parte de las mozas sorianas, coincidiendo con la fiesta del santo. Si así sucedía “encontraban marido y se casaban dentro de aquel mismo año. La leyenda es, ciertamente, inquietante. No sé si los resultados del acierto del pie sobre el ladrillo estaban documentados”, suscribe con ironía el autor de Todas las calles de Soria.
Al cesar la epidemia de la peste, el hospital se trasladó intramuros, esto es, dentro de la ciudad, posiblemente en las cercanías de la iglesia de Santo Domingo. Moreno se basa en una pintura de Eutiquio Delgado y en los planos de Coello para ver la evolución de este hospital. Un cuadro del citado pintor muestra la calle de Santo Tomé y la iglesia de Santo Domingo, donde se ve el hospital hasta el siglo XVIII. A mayores, el “Coello en el plano de 1860 ya lo da por desaparecido, pues expresa en su lugar 'ruinas del antiguo hospital”. Después se construiría de nuevo como ermita “y allí seguirían yendo a pisar el ladrillo”. No se tiene constancia de que el ladrillo siga atrayendo a las mozas sorianas.