Los angelotes del Mirón, más famosos (a su pesar) que el paseo a la ermita
El obelisco con San Saturio en el centro de la plaza data de 1755 y fue mandado construir por el canónigo Felipe Molero
"Muchos viajeros llegan al Mirón y no penetran en él. Por eso en este callejero, la advertencia estimulante para que lo aprovechen de lo que es en verdad: otero y mirador". Tienen estas palabras, líneas más bien, la friolera de 34 años, pero son rabiosamente actuales, toda vez que la ermita se encuentra cerrada a cal y canto por culpa de los angelotes que en ella habitan. Es una culpa relativa que hay que saber interpretar, puesto que el cierre del templo se debe a la polémica surgida por el desatinado -feo, mejor dicho- resultado del pintado de los querubines, y así seguirá hasta una solución que los devuelva a la vida.
Dicho esto, dos apuntes. La invitación a disfrutar de las vistas a la ciudad pertenece a Miguel Moreno en Todas las calles de Soria, concretamente en el espacio que dedica al paseo y camino del Mirón. El segundo apunte es para poner en su justa medida el renombre de los angelotes -con una polémica que ha llegado hasta Hong Kong-, y el que tiene este emblemático lugar al que conduce un paseo con el mismo nombre. Y es que nos atrevemos a decir que la celebridad angelical se perderá en el tiempo, lo que no ocurrirá con este paseo y ermita, del siglo XIII.
Y ahora sí, a nuestra calle. Diferencia Moreno entre paseo y camino, este último estableciendo enlace entre la calle Las Casas y la carretera de Logroño. Mientras, el paseo "es el que va, adosado a la muralla, desde la incidencia del primer tramo de la carretera de Logroño y la calle Puerta de Nájera, hasta la ermita. Añade el que fuera cronista de Soria que "el paseo seguirá siendo paseo, cada vez más arbolado, ajardinado, al sur de la muralla, a la solana; mientras que el camino del Peñón, a su espalda, sin cipreses ni rosales, aunque relativamente urbanizado, no tenga entidad de vía urbana".
En la ermita se celebra una fiesta anual, que es la festividad de San Isidro, con romería y subasta de un cordero y roscas. En ella se venera la Virgen de su nombre, "patrona de una concordia de pueblos y aldeas, que le hicieron rogativa". Y también es titular y patrona de una Cofradía de Labradoras, apunta Moreno, que se deshace en elogios hacia el lugar: "Miradero, mirador, atalaya, cerro, escarpadura y plazuela -en cuatro vientos- hacia la curva de ballesta y hacia las huertas de San Agustín y de San Juan de Duero".
Antes parroquia y ahora ermita, el templo es barroco con restos, en la sacristía, de una construcción románica antigua. Hay retablos churriguerescos, esculturas, entre ellas una de San Saturio de cuerpo entero.
Frecuente lugar de paseo en cualquier momento del año, sobre todo en verano, es habitual ver a sorianos o turistas caminar por el lugar o mayores sentados al sol. O incluso alguna fiesta infantil de cumpleaños en la plaza que hay enfrente del templo, con un obelisco churrigueresco de 1755, "que mandó hacer el canónigo don Felipe Molero Medina", una columna rematada arriba con una escultura de San Saturio: "desde la que el santo se asoma y protege la ciudad".