Heraldo-Diario de Soria

El cura que incendió San Juan al grito de "Oídme todos, hijos de Numancia" (II)

La década de los 60 alumbró pregoneros de renombre, el más insigne el Premio Nobel de Literatura Camilo José Cela como personaje de mayor proyección mundial que ha pregonado las fiestas, pero también otros como el abogado Pedro Luis Velilla, que entusiasmó a sus paisanos, o el sacerdote Isaías Pascual Moreno, con muchas felicitaciones, pero también críticas de estamentos religiosos

Miércoles El Pregón de 1967. Lo dio Jaime de Foxá y estaba también Cela, que lo había dado el año anterior.

Miércoles El Pregón de 1967. Lo dio Jaime de Foxá y estaba también Cela, que lo había dado el año anterior.SALVADOR VIVES SORIANO. AHPSO 31083

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Francisco Parra Palacios
Soria

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Estos son los 25 primeros pregoneros de las fiestas de San Juan en Soria (I)

PREGÓN DE 1960 

Nos adentramos, seguidamente, en el pregón de 1960. Fue una pieza literaria bastante extensa, en la que utilizaba un lenguaje rebuscado, como todos sus antecesores. Abusa, a veces, de frases largas que no favorecen su lectura o escucha. Pese a estos “peros” fue un pregón con un buen formato en su ilación, entramado, desarrollo y conclusión.

Este era su comienzo: “Caballeros Linajes. Jurados de Cuadrilla. Viejos hidalgos e infanzones. Hombres buenos de la Tierra, aquí presentes, como herencia y permanencia de la Soria medieval: de sus vecinos, facedores, atemplantes y moradores. Forasteros amigos. Mozas y mozos: riada de nueva vida, de luz y de color…” Y así continuaba una larga introducción para pedir que escuchen “MI SORIANO PREGÓN”:

Hacía saber que “está acordado en doce simultáneas asambleas populares, plenamente democráticas […] en verdadero y universal Concejo abierto, celebrar las tradicionales fiestas de Calderas”. Son “fiestas solsticiales, antañonas, simbólicas, magníficas y bulliciosas”.

Acto seguido invitaba a buscar “en nuestras arcas de Cuadrilla, entre los pergaminos enrollados y los legajos humedecidos, la esencia viva, que está en el ser leales, nobles, hospitalarios y caballeros”, haciendo honor a la leyenda de “Soria Pura”.

Dirigiéndose a sus compañeros Jurados les dijo: “Pero vosotros, tan bien, cual yo, sabéis, cómo ahora nos sentimos más sorianos que nunca, porque en el bastón renacen y reviven las personalidades de claros varones, que en los siglos fueron…” Y repasa una larga lista de oficios, desde artesanos, plateros y mercaderes, tundidores, badaneros, hasta arcabuceros y cerrajeros.

Luego demanda: “Apurad la belleza de las Instituciones del pueblo […] que les mereció el privilegio de salir a campaña, solamente, acompañando al Rey. Que para servir a Reyes sólo nacieron los Capitanes, los Alféreces y las Mesnadas de Soria”.

Miguel Moreno hace alusión a algo que no es usual en estos casos; el Libro de Cuadrilla: “Recogerá nuestra cordura y nuestra disipación. Sus páginas amarillentas, en actas manuscritas con las más originales caligrafías, dirán cuál fue la estela, la luz y la verdad de las Fiestas de la Madre de Dios o de Calderas”.

Y el ruego final: “Antes de que se apague su voz, del pregonero, que quiere reclamar también ahora para que surja, viva y solemne, la voz del Heraldo de los siglos, la vuestra, la voz del pueblo llano…todas unidas para fin del pregón…” gritar JURADOS, ¡VIVA SORIA! VECINOS, ¡VIVA SORIA! AMIGOS, ¡VIVA SORIA Y LAS FIESTAS DE LA MADRE DE DIOS!

PREGÓN DE 1961

Juan Ríos Suárez elaboró un bonito y cuidado canto a las fiestas; aunque sencillo para que se entendiera fácilmente. De “tamaño” entraba en lo que puede considerarse “normal”. Corría el año de 1961.

Tras el saludo de rigor, y dirigiéndose a toda la ciudadanía, escribía: “Id y pregonad [que dan comienzo las fiestas de San Juan o de la Madre de Dios o de la Alegría] la gran suerte, para que nadie se asombre de ver reír, cantar y divertirse, a una ciudad entera, que lleva fama de austeridad y sencillez. Pero antes pide que le ESCUCHEN TODOS: “Confieso que yo no sé qué tienen estas fiestas que, sin publicidad de ninguna clase, por sí solas, se han hecho famosas.

Asegura que “muchas ancianas, terminado el Rosario, en estos instantes están tarareando el “Moza, si a la Compra vas…” Fiestas, dice, que “una vez vividas no se pueden olvidar”. Alude a la “alegría, una alegría que entraña en sí misma gozo, regocijo, contento y todo ello porque es un movimiento vivo del espíritu”. Insiste en “alegría” unida a “religiosidad pura y castellana de estas fiestas”. Vuelve a incidir en las palabras “alegría, regocijo”, que deben ir parejas con “la nobleza, sin rencillas ni malquerencias; ejemplo de nuestra raza soriana”.

Al hablar de los orígenes de los sanjuanes, asegura que “como sabéis no se ha podido concretar con toda certeza, si bien, en parte, datan de la ceremonia de bendición de Calderas que se celebraba en un convento” intramuros. Son “una heredad que permite que nuestra Ciudad despierte gozosa en un amanecer de bullicio”.

“Es fácil, continúa el pregonero, “que cuando amanezca y luzca el Sol se pondrá un pañuelo rojo y mirará con picardía al resto de los astros”.

“VAN A EMPEZAR LAS FIESTAS, que son como un domingo hecho seis días para llenar la explanada de reposo, con una tranquilidad intranquila”.

“ESPERAN HORAS FELILCES que pasarán fugaces y que morirán al final de las Fiestas, señalado inexorablemente por el tiempo inoportuno”.

Ya casi al final recupera la palabra antigüedad, cuando dice: “Es verdad que siendo tan añejas a todos nos huelen ahora a recién hechas. Por eso sigámoslas conservando con toda su pureza, para que sirvan de descanso y feliz esparcimiento de un año de trabajo”. Remata el pregón así: “¿no os parece oí clarines tocando a gloria? Pues vamos a empezar a vivirlas. ¡¡¡VIVA SORIA Y VIVAN LAS FIESTAS DE SAN JUAN!!!

PREGÓN DE 1962

El segundo pregón que escribió Miguel Moreno Moreno para los sanjuanes desarrolla una idea muy original. Tiene por escenario el Castillo, con el Rey Alfonso -en Soria el Rey pequeño- como figura central, presidiendo una “asamblea”. Fue para las fiestas de 1962.

El pregonero “recrea” en ese espacio de nuestra ciudad diversos momentos, en los prolegómenos de las fiestas, como vamos a ver seguidamente.

“En lo que aún queda de la plaza de armas, en nuestro viejo y venerado y desalquilado castillo medieval…se ha celebrado esta tarde un cónclave magnífico y solemne, en el que han participado personajes tan familiares nuestros, tan vinculados a Soria, que presto podréis reconocerlos”. Agrega que “en el que fuera otrora recio baluarte […] ha podido quedar emplazada el asta en donde tremola el estandarte blanco de la Ciudad”.

Y sigue describiendo otras zonas del Castillo: “A siete palmos más abajo […]sobre una de las troneras […]presidía un escudo tallado en madera y policromado luego; el busto del Rey Don Alfonso […]presidía, en verdad, el Concejo de nobles personajes castellanos…”

Continúa el relato: “En sitiales de piedra los personajes vivos, con voz y voto: un Alcalde de Barrio […]en representación de las Doce Cuadrillas; un roble añoso […]de los que beben a la tierra sus jugos en las laderas de Cañada Honda, en Valonsadero”. También asisten “un lucero […]el sol de los sanjuanes, y, cercano, aunque no haya podido abandonar su lecho, andariego a la vez […]desde su valle, el río”.

Y como no podía ser de otra manera, dice la crónica: “Ha abierto el Rey Alfonso la asamblea. Y ha saludado a tanta buena gente […]desde que con él fueron a Alarcos -a morir- o a las Navas -a vencer- […]para referirse a las fiestas de San Juan; que tienen su raíz en la excelsa virtud, cual es la amistad entre los vecinos, la caridad entre las gentes y el amor en las familias”.

Sigue el relato de la asamblea en la que intervinieron “el Alcalde de Barrio -Jurado de Cuadrilla-, la vecina, los mozos de Cuadrilla, el duro y añoso roble, el lucero, el sol y el río”. Con el Rey Alfonso, de soriano escudo, “han coincidido en lo justo, prudente y necesario que es celebrar de nuevo las Fiestas de San Juan o de Calderas, que la ciudad de Soria viene ofreciendo a la Madre de Dios”.

“Se disponía el Rey a dictar su pragmática sanción. Y el Jurado de nobles caballeros a rubricarla, confirmando el real documento” cuando “ha resonado la voz y el eco de la primera campanada de las once, en este reloj público, testigo de tantas glorias sorianas, y cronómetro mayor de tantas horas y fechas”.

De repente “la Asamblea se ha disuelto apresurada […] algunos de los personajes han corrido a esta plaza”, donde están todos, cada cual cumpliendo su misión para el desarrollo de todos y cada uno de los festejos, de los 5 días de San Juan. Así que ¡¡¡HAYA FIESTAS, SORIANOS. QUE HAY ACUERDO, ENTRE TODOS, DESDE EL ROBLE HASTA EL REY!!!

PREGÓN DE 1963

Isaías Pascual Moreno, que era sacerdote soriano, compatibilizaba su vocación religiosa con la de escritor y periodista. Ha sido el único caso en el que un presbítero soriano haya sido pregonero de fiestas. Y si nos retrotraemos al año 1963 podemos pensar en el impacto que causó. El propio cura, que recibió muchas críticas por parte del clero y otros estamentos religiosos, a la vez que muchas felicitaciones por distintos sectores ciudadanos, contaba en una entrevista periodística que, la noche del Pregón, por algunas esquinas de la Plaza Mayor, había “apostados” algunos compañeros clérigos ejerciendo de espías del Obispado.

Fue un pregón “periodístico”, de frases cortas y vibrantes, en lenguaje poético y lírico, fruto de la sensibilidad de su autor, resultado de su gran formación académica, hecho con mucho MIMO. Para quien esto escribe -y es una opinión personal- es de los mejores que se han hecho. Conocía bien al soriano-sanjuanero y lo supo plasmar en el siguiente pregón. El comienzo era distinto a todos los anteriores: ¡SORIANOS, MIS HERMANOS! Hijos todos del padre Duero y de la madre tierra de Castilla… ¡OÍDME!

“Bajo la luz soriana…nace el pregón. Voz de émulos gloriosos de Numancia. Clarín de Soria sanjuanera. Vibrar de pechos nobles e hidalgos. Rasgueo de notas calientes en las cuerdas linajudas de nuestras calles. Tradición vigorosa en la alegría de los ojos. Arcoíris de fiestas que pasaron y volverán a pasar…Pregón de iluminaria radiante. Generosidad hospitalaria de los portadores del “alto llano numantino”.

Que un pregón comenzara con este texto de D. Isaías, como era conocido en Soria, supuso un efecto-acogida destacadísimo entre los que lo escucharon en vivo y en directo en la Plaza Mayor. Luego lanzó un… ¡OÍDME, Jurados y Cuadrillas de Soria entera! “Hombres de hoy en costumbres antañonas y recias”.

Acto seguido se dirige, de igual forma a… “¡Mozas y mozos sorianos! Piñorras de Urbión y del Moncayo…Fuerza y juventud. Sol de Valonsadero y griterío de los sanjuanes”.

Pide que le escuche la “Ciudad del alto Duero”. “Hecha piedra con cimientos de Linajes, y formada en oración con repique de campanas. Mirón y Espino. Soledad y Mayor…hoy La Blanca entre la luz y la música”. Sigue citando varios monumentos sorianos, para pedir nuevamente atención:

¡OÍDME todos, hijos de Numancia y mensajeros de España!

En este apartado denomina “pentagrama sanjuanero” los cinco días festivos. Y enlaza con el siguiente párrafo en estos términos: “Por tanto…

¡ENTONAD, Cañada Honda! Ayer “La Compra” y luego “La Saca”. Tapices ambos de hermandad sobre la esmeralda de Valonsadero. Manteles y bordados de Juradas. Yantar de amigos…Música de Soria…Corceles briosos, y a la grupa, el pañuelo pimpante de la belleza soriana…”

Describe con un fino lenguaje poético los días de San Juan. Pero antes de que lleguen los festejos hace un llamamiento:

CONVOCAD la prudencia y el consejo, la hospitalidad de Soria… REVENTAD ya el néctar sangrante de los odres de Cuadrilla”, y… DESATAD, en fin, los viejos pergaminos de nuestros centenarios “Usos y Costumbres”, al conjuro feliz del grito abierto: ¡¡¡VIVA SORIA Y VIVAN NUESTRAS FIESTAS!!! 

PREGÓN DE 1964

Si el anterior pregonero venía del mundo de la prensa escrita, el de 1964 lo hacía de la radio; de la única que por aquel entonces había en Soria.

Rafael Bermejo Mirón, extremeño de nacimiento, soriano de adopción “sintonizó” pronto con la Soria de la época, siendo uno más en todo. Y lo demostró en el pregón que nos disponemos a “desmenuzar”. Rafael, como Isaías, era otro experto en frases cortas. En el caso de Bermejo, por estar a costumbrado a hablar a los oyentes de radio, a los que había que dirigirse así para facilitar la comprensión de los textos. Fueron casi 3 folios.

SORIANOS: “De orden del señor Alcalde Mayor, y de los doce Alcaldes de Barrio, os saludo y convoco”:

“Las once campanadas del reloj de la Audiencia se han roto en el aire y, arropadas para siempre en el cielo limpio de Castilla, bajo las estrellas más luminosas del mundo, anuncia la maravillosa nueva”.

Luego les pedía a los sanjuaneros: “Poned gozo en el corazón, risa en los labios y canciones, porque el milagro que desde siglos es vuestro mayor tesoro vuelve a darse”.

El lenguaje poético lo plasma en la siguiente frase: “Como flor temprana se abre, al conjuro de esta maravillosa noche de San Juan; el haz incomparable de cinco jornadas capaces de llenar una vida”.

Seguía en estos términos: “Aquí tenéis vuestras fiestas: que tienen vida porque les dio el ser un pueblo que supo morir para vivir siempre; que conocen del amor y las ilusiones de los hombres recios y una estirpe […] de corazones nobles”.

Dirigiéndose a las personas de diferentes edades les decía: “Escuchad, vosotros, los jóvenes que sentís la sangre martillear en las venas; vosotros, hombres con años, cargados de nostalgia; vosotras, mujeres, de la alta meseta, que tan cerca del cielo os pone. ESCUCHAD: En vuestras manos está el más estupendo de los legados. No los manchéis. No los cambiéis”.

Entendía el pregonero que los “Usos y Costumbres son derroche de amor; admiración de propios y extraños […] que no son cosa de un día”. Por tanto, “abrid vuestros brazos y vuestro corazón a los venidos de fuera. Dad a todas las direcciones de las rosas de los vientos vuestro mensaje de luz y alegría. Haced acopio de fuerzas para “La Saca”, “los toros del Viernes”, “en los Agés”, “esperan las Calderas”, “San Polo vivirá el Lunes de Bailas...”

Entrando en los últimos compases dice: “Venid, que los sanjuanes comienzan. Echad fuera pesares y volved a ser sorianos sanjuaneros. Venid, y todos juntos, hermanados, vivamos el gozo y la alegría de unas fiestas que no tienen igual en el mundo. Hombres y mujeres venidos de todas las tierras,” Sorianos. ¡¡VIVA SORIA!! ¡¡VIVAN LAS FIESTAS DE SAN JUAN!!

PREGÓN DE 1965

Pablo Luis Velilla Alcubilla, abogado de profesión, plasmó un buen pregón la noche del 23 de junio de 1965. Se nota su dominio del lenguaje, para atraer la atención de cuantos le escucharon en la Plaza Mayor. Y, para entusiasmar a sus paisanos, desde el mismo instante de su aparición ante el público decía:

“De las fiestas de Calderas, antañonas y tradicionales, que tienen a la Virgen de La Blanca por patrona […] Ancestrales festejos, quintaesenciados en la entraña más pura, en la querencia más íntima del alma soriana…”

Y, entre signos de exclamación, para intentar llevar aún más a su terreno a todos, se lanza y dice: ¡Fiestas de San Juan! ¡Ay, madre, que grandes son! ¡Qué tremendas sus canciones y su fuego!!

En ese mismo tono de elocuencia se luce describiendo, con mucho acierto, cada uno de los 5 días de San Juan.

JUEVES DE LA SACA: Romance de romeros y jinetes y de bravíos bureles recién llevados a la Vega ancha de San Millán…”

VIERNES DE TOROS: Fantasía de sol y de vino recién nacido, grito desgarrado de hombres que, ansiosos de gloria y de sonrisas, visten los alamares raídos de sus trajes alquilados…”

“Y SU SÁBADO AGÉS: Subasta de los despojos del toro muerto, al ritmo enervante de los Cuatros que gritan, de los jóvenes que pingan, de los viejos que añoran, del vino que desborda…”

“Y SU DOMINGO DE CALDERAS: Desfile de luz, de rosas rojas y de oros viejos y amarillos de los campos castellanos. Hilo sutil que prende en la poesía de sus calderas y atavíos, de sus aderezos…”

“Y SU LUNES DE BAILAS: Romería de la ciudad que se asoma al río y otea desde la pradera de San Polo…”

Es fácil imaginar que, con el público entregado, en tono convincente, cuál sería la respuesta general, cuando convocaba a todos “entre los muros grises de esta Plaza Mayor de Soria”.

“SORIANOS VIEJOS, SORIANOS JÓVENES, MADRES DE MI TIERRA, PANDAS SANJUANERAS, MOCITAS SORIANAS […] A TODOS OS REQUIERO Y OS INVITO A QUE GOCÉIS LAS FIESTAS DE SAN JUAN”.

“ADELANTE, sorianos: Que las fiestas de San Juan son compendio, esencia y esperanza, de una tierra, con hadas de plata en sus encinas, en sus acacias, en sus sendas calladas”.

“ARRIBA, sorianos: Vivid las fiestas grandes de un pueblo excelso, progenitor y destinatario, testamentario y heredero de la misma hidalguía”. Y terminaba gritando: VIVA SORIA, PURA, HIDALGA. ¡ARRIBA LAS FIESTAS DE SAN JUAN!

PREGÓN DE 1966

Del Pregón de Nobel de Literatura, Camilo José Cela, leído la noche del 29 de junio de 1966, solo podemos hacer que ir recogiendo citas y resaltar diversos fragmentos. Ha sido, sin duda, el personaje de mayor nivel y de mayor proyección mundial; todo un honor para Soria y para las fiestas de San Juan haberlo tenido de PREGONERO. El suyo fue un trabajo vitalista, en el que hizo un canto al toro y al vino.

Nos limitaremos, por tanto, a ir trascribiendo algunos momentos de aquel pregón, que comenzaba así: “Son dionisíacas y turbulentas las fiestas de los pueblos sobrios, y Soria, que es la viva y heroica imagen de la sobriedad, se dispone a celebrar su anual Fiesta del Toro, tirando la casa por la ventana; cantando hasta enronquecer, bailando hasta más allá de los límites de la resistencia del fuelle y de los músculos; bebiendo vino y corriendo toros igual que en las ejemplares jornadas -que jamás fueron y ahora son- de un dios Baco vestido de banderillero”.

Para seguir diciendo: “Aún quedan por el país, por España, sitios decentes en los que se adornan los caballos y los automóviles con guirnaldas de codornices, y se corta el jamón con hacha de poco filo, y se reparten los tasajos del toro de la función entre los caballeros y los mesnaderos, los labriegos, los artesanos y los pastores”.

En el párrafo siguiente sale a relucir el “toro Jubilo” del que se compadece. Para continuar: “Una semana sin dormir no sienta mal al cuerpo si el alma se sabe mantener alegre a golpe de bota de vino tinto y tensa, el puro rítmico y saludable compás de las charangas de las doce cuadrillas y de las que van por libre”.

Tras citar unos versos de una sanjuanera, “A la jota, jota, jota de San juan…” se traslada a Valonsadero, por cuyos “prados”, dice, “cruza el Espíritu Santo disfrazado de querubín florido, y por la cortada que dicen Cañada Honda muge el toro del sacrificio, la bestia que todavía ignora su pública nupcial cita con la muerte”.

Asegura que “con cangrejos, truchas, palomas, chorizo, jamón y cecina” -y cita varios ríos, parajes y pueblos sorianos- “todo empujado por el gañote abajo con paciencia y con vino peleón, ya se puede ir tirandillo” todos los días de San Juan, “y lo que a uno le echen, que para eso uno está”.

Entrando en la recta final nos encontramos con que “todo lo que acontece en Soria durante las Fiestas del Toro y de San Juan o de la Madre de Dios no tiene más inmediata explicación ni maldita la falta que le hace”.

Y, ahora sí, llega el final: “¡Las Fiestas de San Juan van a dar comienzo! ¡Viva San Juan! Y la paz que se disfraza de guerra va a estallar, está estallando ya. ¡Por las fiestas del toro! ¡Por Soria! ¡Y por todos, sin dejar a nadie fuera, suenen las charangas! ¡Y corra la bota! ¡Viva Soria!

PREGÓN DE 1967

En tres folios y medio, el ingeniero de montes, Jaime de Foxá Torroba, vinculado a Soria por lazos familiares, acometió el pregón de 1967, teniendo como referente el del año anterior del Nobel Camilo José Cela, por lo que lo tenía difícil. En aquel entonces era director general de Caza y Pesca fluvial.

Y comenzaba muy bien: “Ha sido la voz del reloj -metálica, serena- mejor que la andariega y audaz del charlatán viajero la que, en verdad, ha confiado al clamor trascendente del Pregón a la temblorosa discreción de las estrellas”.

Continuó refiriéndose a los sones de la “campana de la Audiencia”: “Y han sido sus bronces vibradores los que, con más razones que el verbo pregonero, han explicado desde su noble cátedra que, por un año más, el tiempo se ha cumplido y ha sonado el clarín de la alegría nueva”.

Pasa luego a hacer un llamamiento a los ¡sorianos!: “Oídlo, pálidos cerros de tomillo y roca; angustiados calveros; secas lomas, que rodeáis a Soria como rosas escuetas y entrañables”.

Repasa la geografía provincial, que él conocía muy bien: “Las serranías, las cumbres, el padre Duero, el recio Moncayo, vegas bajas de Gormaz y Berlanga”, “elevadas soledades de Medinaceli o escondidas de San Pedro Manrique” y pide atención para “los campos de El Burgo de Osma”. “¡Oídlo, escuchadlo, atendedlo -en fin- hombres de Soria! ¡Llega la fiesta!

Alude a sus amores; “la admirada Soria” con la que dijo tener “deudas añejas que saldar y que me quema el alma de encontrar ocasión de liquidarlas”. Confiesa que “al revés de Machado, en su autobiográfico verso de su niñez en Sevilla” “yo podría cantar precisamente que mi infancia son recuerdos de un valle de Castilla, pinar alto y lejano por donde corre el Duero”.

Recuerda “años de mocedad” en Vinuesa. “Enciéndase, pues, Soria entera. Enorgullézcase el Concejo; preparen sus avíos los jurados; luzcan sus mejores galas las juradas…”

Y hace una observación: “Nadie se considere no invitado. Echaos a la calle… Con ternura teológica unió Soria la gloria de San Juan con la exaltación de la Virgen Bendita…

Tras la referencia religiosa retorna a los específicamente festivo profano: “Ya callaron los metálicos sones del reloj de la Audiencia…”

“¡Gentes de Soria, todos! ¡Oíd […] El aire duerme en calma, lucen sobre el humilde sueño de la meseta, ¡las heladas estériles del cielo numantino”!

“¡Escuchad! [...] Llegan de las sierras de Urbión brisas de cumbre con olor a resina y a pinares dee tronco anaranjado…”

“¡Atended! [...] Del Duero suben rumores becquerianos, incienso de San Saturio, temblor de verdes álamos…”

“¡Alzad los corazones! [...] Que bajo esos cielos; bajo esas estrellas; entibiados por estas brisas y por esos recuerdos ya estallan en las calles como pirotécnicas ruedas de chispas y colores, nada más y nada menos que las sorianas fiestas de San Juan…

Cierra y despide en los siguientes términos, sin recurrir al clásico Viva Soria: HE DICHO

PREGÓN DE 1968

Para dar el pregón de 1968, el Ayuntamiento eligió al pedagogo soriano Anselmo Romero Marín, quien fuera vicerrector de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid.

Como en el caso de su predecesor puso énfasis en temas de naturaleza y medioambiente. Utilizaba mucho adorno literario: “El maravilloso reloj del firmamento, con su callada música celeste, está dando en estos días la hora del solsticio de verano y nos concede una tregua el afilado cierzo del Urbión; y por la cuesta arriba de una tímida y vacilante primavera…”

Para el pregonero era “tiempo de plenitud, que se hace oro en las mieses; dulzor en los frutos de los árboles; embriagador aroma en las flores […]; gozosa vitalidad en el retozar de los corderos…”

Y continuaba con el lenguaje rimbombante que utilizó durante todo su parlamento: “También el hombre. Desde los tiempos más antiguos ha sentido por el sol gratitud y veneración religiosa…” Saca a relucir “el paso del fuego, el Toro Jubilo, o el Museo del Toro…” teniendo por referente principal “el ritual sacrificio del animal que simboliza la máxima fogosidad vital: el toro ibérico”.

Hace una cita religiosa: “Sobre nuestra tierra se hace la luz del Evangelio; los dioses de la paganidad ceden su puesto al Dios único […] Las primitivas fiestas adquieren una nueva significación […]; ya no se rinde culto al Sol como fuente de vida, sino a la Maternidad divina de María”. Aunque siguen siendo “las mismas fiestas ancestrales, pero cristianizadas por el agua del Bautista”.

“Son fiestas de exaltación vital en el incomparable paisaje de Valonsadero; con “nuestros mozos, símbolo de agilidad y valentía en la Saca; fiestas bravas en el redondel del Viernes de Toros; de colorido el Domingo de Calderas, y el Lunes de Bailas en la pradera de San Polo”.

Habla de los cambios experimentados, cuando se refiere a la presencia de vecinos de localidades próximas “en la Plaza de Herradores, ofreciendo sus caballerías en alquiler para la Saca”, sustituidas por “caballos mecánicos de un automóvil”. Y agrega que “el espíritu que anima estas fiestas sigue siendo el mismo”.

Hace un canto a lo “celoso que es el soriano con sus tradiciones”.

Saca a relucir el “Estado Llano del Común”, “la renta de tajones de Valonsadero”; la reforma de las “Ordenanzas” rechazadas por los sorianos; la “supresión de las fiestas de toros por Fernando VI”, soslayada por la autoridad municipal.

Como algo destacado se refiere a la “organización de las Cuadrillas, con la Institución de los Jurados y los cuatros”, así como al gesto de los “doce sorianos” que ese año fueron voluntarios, sin olvidar ni menospreciar “el papel de las Juradas y colaboradoras”.

Habla de la hermandad del Domingo de Calderas y de la “nostalgia” de los sorianos ausentes en cuyos “oídos resuena el eco” de los 5 días de San Juan.

Y termina: “Sorianos. Un año más celebramos las fiestas con la brillantez y la belleza tradicionales; con la mesura, dignidad y buen gusto que caracterizan a nuestra querida ciudad de los Doce Linajes”. Y remata con los clásicos: ¡VIVA SORIA! ¡VIVAN LAS FIESTAS DE SAN JUAN! 

PREGÓN DE 1969

Dámaso Santos Gutiérrez, muy unido a Soria, era crítico literario del desaparecido diario “Pueblo” de Madrid. Ejerció el honroso cargo de pregonero de los sanjuanes el año 1969.

Está centrado en el desarrollo del binomio Toro y Juventud, como veremos seguidamente.

Utilizando el lenguaje taurino diremos que comienza de modo valiente, comparando “la sangre moza” del toro con la de “mocedad todo bravío” que ocupaba la Plaza Mayor. “Y es el mejor y de la mejor casta, el toro que nunca falla en las fiestas de San Juan”.

Se refiere a continuación a la incertidumbre existente sobre la antigüedad de los sanjuanes en contraste “de lo que sí estoy seguro es que llega y perdura con el poder de la juventud”.

Sigue aludiendo al paso de los siglos “llevándose muchas cosas y dejando recuerdos de esplendor y de gloria”.

Para el pregonero, que sigue utilizando el paralelismo entre toro y juventud, “el ánimo festero” es como “un ardiente toro que ha estado encerrado toro el año en una jaula de invierno” y que “en esta Plaza Mayor, bulle, muge y se encampana pidiendo jaleo”.

No quiere que sus “palabras pregoneras sean una dilación” para el “momento supremo” del comienzo de las fiestas.

Continúa con la semejanza del toro y la sangre caliente de los sanjuanes “que ha disuelto, de repente, los hielos y los fríos, los aburrimientos y los sinsabores, los achaques y monotonías de todo el año”.

Pregona que “vamos a empezar inmediatamente, con permiso de la autoridad competente, y aunque el tiempo lo impidiera, las jornadas de júbilo en la paz y en la armonía, igualdad y hospitalidad de siempre”.

Pide que “corra el vino de la bota que no se agota” y que “el ruido inunde calles y plazas, con el pleno albedrío, el brinco, el grito, el ritmo y el impulso de la juventud”, para demostrar que “el brío juvenil que aguanta, mientras el cuerpo aguante” proviene de “las fiestas de San Juan, raíz y solera de las mejores ganas de pasarlo bien en España”.

Para intentar enardecer al público presente en la Plaza Mayor, remata el pregón en estos términos: “¡Suene la gaita, ruede la danza! Venga de una vez el estrépito, que se desmande por fin ese toro que está entre vosotros, que está en la sangre”. Para, a continuación, proclamar que “el sol que sale para todos, que calienta a todos, que mantiene a todos, llene las praderas de San Juan con trébol de cuatro hojas del amor”.

Y remata anunciando que ¡Han comenzado las fiestas 1969!

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