INDIANOS
La impronta de los hermanos García Sanz en Derroñadas y El Royo
La Fundación Colegio Derroñadas mantiene vivo el legado de los hermanos Hermenegildo y Eusebio, indianos emigrantes a Argentina, cuya labor en la enseñanza y la atención a ancianos marcó una época en los pueblos del Cintora
Se llamaban Hermenegildo y Eusebio García Sanz, «dos personajes casi desconocidos cuya iniciativa y generosidad sirvió para mejorar la formación de miles de sorianos que a lo largo de varias generaciones fueron beneficiarios de su altruismo». Lo recuerda la Asociación de Amigos del Museo Numantino que se ha hecho eco en Redes Sociales del 97 aniversario, este pasado lunes, de la constitución en Derroñadas de la fundación del Asilo de Ancianos y Colegio de Niñas de los Sagrados Corazones por parte de estos hermanos. Estas dos instituciones estaban dotadas por ellos y mantenidas en su inicio por las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, recuerda la citada asociación. Asilo y Escuela se instalaron en el edificio cedido por los fundadores, cuya impronta en la zona fue y sigue siendo grande.
Hermenegildo y Eusebio García Sanz nacieron a mediados del siglo XIX y, como muchos sorianos de otras localidades, emigraron «a La Argentina, así, con artículo según acostumbraban a decir entonces, a buscarse la vida y donde, a base de trabajo, esfuerzo y tesón, lograron hacer una gran fortuna».
La filantropía de estos indianos para con sus respectivos pueblos (en forma de creación de escuelas, frontones, mejora de calles...) fue más que notable en el caso de los hermanos Hermenegildo y Eusebio. Su labor se centró en el campo de la enseñanza y la atención a los ancianos, con la construcción de un colegio de chicos en El Royo y otro para chicas compartido con asilo en Derroñadas. Hermenegildo y Cándida tuvieron 13 hijos; Eusebio y Manuela no dejaron descendencia.
Los hermanos dispusieron que cuando murieran los descendientes primeros la obra pasara al Obispado, pero en la práctica es la Fundación Colegio de Derroñadas (impulsada por familiares García) quien se hizo cargo del edificio del colegio, el cual gestiona un instituto religioso –Discípulos de los Corazones de Jesús y María–, encargadas ambas entidades de mantener viva «la esencia» del legado, según fuentes de la fundación. Y también de conservar el que fuera colegio de chicas de Derroñadas, por el cual pasaron niñas y jóvenes de todos los pueblos del Cintora y otras localidades de la provincia. Fue «muy importante en su momento» y una referencia para que niñas que trabajaban en el campo o en casa tuvieran una formación, recuerdan fuentes de la Fundación Colegio Derroñadas. «La escuela formó a niñas de todas las clases sociales, incluyendo en régimen gratuito o semigratuito a las de familias de Derroñadas, El Royo y pueblos de la comarca que contaban con pocos o escasos recursos, explica por su parte la citada asociación.
Aún queda para la completa rehabilitación del edificio, pero poco a poco a ido viendo la luz. «El tejado está completamente arreglado, hay cuatro dormitorios con baño» y salas diáfanas que durante el verano acogen campamentos llegados desde diversos puntos del país. El colegio se abre sobre todo en verano para actividades, como encuentros y campamentos estivales.
Sus instalaciones han acogido también reuniones familiares (hace cinco años tuvo lugar una multitudinaria garciada), como concurridas son también las comidas anuales de antiguas alumnas.
Actividades, actos benéficos como esta comida de ex alumnas y aportaciones privadas contribuyen a la conservación del edificio, que también tiene arregladas las dos sacristías y la capilla. «El buque insignia», apuntan fuentes de la fundación.
«Casi desconocidos», tal y como apunta la publicación de Amigos del Museo Numantino, «la iniciativa y generosidad de estos hermanos sirvió para mejorar la formación de miles de sorianos que a lo largo de varias generaciones fueron beneficiarios de su altruismo. ¡Cuánta ingratitud! En nuestra ciudad, por mucho menos, a otros se les han dedicado plazas o títulos honoríficos pero a los García Sanz ni un simple reconocimiento».