Heraldo-Diario de Soria

ALMAZÁN

Zarrones y danzantes se quedan en casa por San Pascual

Almazán celebra el domingo la festividad de San Pascual Bailón sin actuaciones de zarrones ni danzantes, algo inédito, dice el presidente de la cofradía

Fiesta del Zarrón en Almazán.-L.A.T.

Fiesta del Zarrón en Almazán.-L.A.T.

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P. P. S.
Soria

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Dos bailes, castañuelas y palos. De otro lado, las zambombas. Unos y otras se quedarán este año en casa. Todo lo más correrán los de años anteriores en imágenes compartidas a través de las redes sociales, pero mayordomos, zarrones y también danzantes de la Cofradía de San Pascual Bailón se quedarán este año en casa. Algo inédito, pese a los siglos de historia, tal y como indicó el presidente de la cofradía, Andrés Esteban.

Como él, en casa se quedarán también los tres zarrones: Isidoro Esteban, Mario Salvachúa y Miguel Esteban; el palillero, Gonzalo Salvachúa, así como las 12 parejas de danzantes.

En Almazán, y en muchos otros lugares con tradición de danzas, los bailes están ligados a la aparición de soldadescas en cofradías. «Son grupos que se incorporan a un acto, a muchas procesiones porque los organizadores quieren vestirlas de más boato, para honrar a los santos u otra razón. Y por lo general son las cofradías las que contratan», apunta el cronista de Almazán, José Ángel Marquez. La base de las danzas en Castilla y León hay que buscarla en esta circunstancia,  que a su vez se debe al influjo de los tercios de Flandes, en los que las gente veía a las  milicias y las asociaba a desfiles y cofradías.

Es en aquellos años cuando, según el cronista, aparece el germen de las danzas en Almazán. En este sentido, cuenta que ya en torno a 1690 la cofradía de San Isidro que había en la villa tenía danzantes que acudían a las rogativas para pedir agua en épocas de sequía y pone como ejemplo dos casos, uno en Tejerizas y otro en Covarrubias. 

El primero está documentado, gracias a los documentos hallados en la oquedad posterior de un retablillo de Santa Ana que aparecieron en 1915. La imagen pertenecía a la ermita de Santa Ana que había en Tejerizas y que, cuando el templo desapareció, se llevó a Fuentelcarro.  Los documentos que aparecieron hablande una rogativas que se habían hecho en Tejerizas tiempo atrás con la participación de soldadescas y danzantes.

Otra actuación de danzas aparece ligada a Covarrubias y concretamente a la figura de un hijo del pueblo, Manuel Joaquín Tarancón y Morón (Covarrubias 1782-Sevilla 1862), obispo de Córdoba y arzobispo de Sevilla. A su muerte, el sacerdote legó fondos para la fundación de una escuela en su pueblo, toda una herencia en aquellos momentos. Crónicas y libros de historia recogen el acontecimiento y hablan de la fiesta que se hizo. «Trajeron un retrato suyo al óleo desde Sevilla en tren hasta Almazán, y se llevó en un carro engalanado desde aquí hasta el límite con Covarrubias, alrededor del cual iban ocho danzantes vestidos de blanco», cuenta el cronista de la villa. Los jóvenes eran de Frechilla de Almazán.

Hay que tener en cuenta que los danzantes salían en ocasiones muy puntuales y el legado de Joaquín Tarancón no lo era menos. En el pueblo «se arrojó calderilla» y hubo baile y comida.

«Las danzas son una tradición constante, van y vienen. Surgen para la fiesta y desaparecen después», comenta Márquez. Algo similar ocurre con el grupo de danzantes que sale en San Pascual. Permanentes  y fieles siempre a esta festividad, día grande en Almazán, para la que se juntan a ensayar «un día o dos antes los mayores», apuntó el presidente de la cofradía. 

Ataviados con trajes regionales, participan en la procesión del zarrón, en la que van precedidos de la figura del palillero, que es el encargado de portar los palitroques y marcarel ritmo de las danzas con unas castañuelas. Detrás van los mayordomos, con los roscos que después se subastarán, y cerrando la comitiva, los zarrones.  Pero no este año, algo que también recogerán, sin duda, las crónicas del futuro.

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