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El convento enterrado en el olvido

Los restos de San Agustín se confunden entre ruinas de viviendas y vegetación a orillas del Duero en un enclave histórico de la ciudad soriana

Estado actual del convento de San Agustín - Mario Tejedor

Publicado por
NURIA FERNÁNDEZ
Soria

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Derrumbe tras derrumbe los restos del que fuera el convento de San Agustín en la capital soriana se resiste a desaparecer. Quizá, porque sabe que tiene escrita, entre los pocos sillares que conserva, la historia más antigua de la ciudad, pero también parte de la más contemporánea. Las ruinas, ubicadas en uno de los accesos más significativos a la ciudad, nada más cruzar el puente de piedra sobre el Duero en dirección a la Colegiata de San Pedro, pasan desapercibidas a paseantes y turistas de no ser por la escueta información que ofrece un hito de información.

Lo que queda del convento se confunde entre las ruinas de viviendas, que ocuparon el edificio cuando los religiosos lo dejaron, y la vegetación que lo rodea. Solo se conserva en pie la fachada principal con dos plantas en las que conviven pasado y presente. Abajo, ventanas y puertas de casas y entre ellas destaca, por unos graffitis, el que fuera el acceso al conocido bar de La alegría del puente, una parada de los sorianos que disfrutaban del río en las últimas décadas del siglo XX para continuar el recorrido, unos metros más abajo a la vuelta de estas ruinas, de conocido bar Augusto. Dos míticos negocios hosteleros que compartieron vecindad con lo que quedaba del convento y que han formado parte de la vida de varias generaciones de sorianos. En el piso  superior se aprecian vanos y balcones adintelados con querubines y en el centro de la fachada se puede ver una hornacina cegada. 

Los restos que han llegado hasta el siglo XXI corresponden al que fue el convento de San Agustín, construido en el año 1522 por Rodrigo de Torres y su hermana Doña Aldara, a petición del obispo de Osma, Alfonso Enríquez, como recoge Nicolás Rabal en su libro Historia de Soria. La orden agustina se hizo cargo de él y lo consagraron a Nuestra Señora de Gracia.  Entre los restos actuales será difícil encontrar la celda en la que residió el conocido escritor del siglo de Oro español Fray Luis de León como lector de gramática  como así se recoge en diversas publicaciones históricas. 

Parece ser que la ocupación del enclave donde hoy se encuentran estos restos es casi tan antigua como la ciudad y cuenta con su pequeño capítulo en la fundación y expansión de la ciudad medieval amurallada que creció a orillas del Duero. 

La casa agustina tuvo su origen en el año 1203 con la fundación del monasterio de Sancti Spiritus, junto al puente medieval del Duero. Dos siglos después fue ocupado por la orden de la Merced que lo abandonó en el año 1478, quedando en ruina hasta que fue construido de nuevo y en 1522 los agustinos se hicieron cargo de él, como así recoge la publicación  El arte románico en la ciudad de Soria, en el capítulo Las parroquias sorianas durante la Edad Media.  

Merece la pena mencionar que la iglesia de este convento fue identificada en un documento antiguo de 1543 como una de las parroquias en las que se organizaba la ciudad medieval dentro del recinto amurallado. Concretamente la que se hacía llamar Santa María del Puente o Salvador, aunque algunos estudiosos descartan esta afirmación y considera que  la parroquia estaba ubicada  a orillas del río pero cerca de San Juan de Duero.  De aceptarse la primera tesis, el convento agustino ocupó el enclave donde se encontraba esta parroquia que se había trasladado a otra parte de la ciudad, a mitad del siglo XIV, a causa de grave incendio. 

Los monjes de la orden agustina habitaron este convento hasta que el  general Durán lo mandó demoler este convento junto a las murallas de la ciudad en el año 1812, con motivo de la ocupación francesa, aunque parece ser que los religiosos pudieron restaurar algunos daños y permanecieron en él hasta el año 1835 que se decretó su expulsión con la Desamortización de Mendizábal.

En el siglo XIX todavía quedaban ruinas de lo que fue la iglesia de este convento,  descritas por Nicolás Rabal, que posteriormente fue derribada y sustituida por una fábrica de luz a principios del siglo XX, mientras que lo que fue la crujía del convento, situada al sur junto a la carretera, fue transformada en viviendas que se desocuparon hace varias décadas.