Heraldo-Diario de Soria

LADO OCULTO

Una visita al fielato que nunca fue o al bar que sí lo es (y ya está abierto)

El edificio conocido como «antiguo fielato» nunca cumplió esta función, ya que fue dependencia de la cercana fábrica de harinas, tal y como recuerda el escritor de temas locales Joaquín Alcalde 

Terraza del fielato - MARIO TEJEDOR

Terraza del fielato - MARIO TEJEDOR

Publicado por
P. PÉREZ SOLER
Soria

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La llegada del buen tiempo insufla vida y trasiego a las márgenes del Duero a su paso por la capital. El edificio del antiguo fielato registra estos días cierto movimiento, propiciado por la apertura del bar y la terraza, en la planta baja, parada casi obligada para los visitantes que recibe el centro de interpretación y de los sorianos que gustan de tomar algo en este emblemático lugar.

Aunque su denominación hace pensar que en la ciudad sólo existió este fielato, nada más lejos de la realidad. En la capital llegaron a estar en funcionamiento hasta ocho fielatos, incluido el ahora «más mediático», como así lo califica Joaquín Alcalde, escritor de temas locales y buen conocedor de la historia de la capital. Curiosamente, Alcalde sostiene que «jamás lo fue» y que el edificio en cuestión, por mucho que la denominación haya perdurado, nunca cumplió las funciones de un fielato. En su blog sobre temas sorianos explica que su rehabilitación, en la legislatura municipal del tripartito (en torno al año 2000), fue el detonante de que comenzara a llamársele «antiguo fielato» y se extendiera entre la ciudadanía a fuerza de oírselo decir a los políticos. 

El inmueble, sostiene el escritor, fue en su día «una dependencia de la fábrica de harinas cercana, en una de cuyas fachadas laterales, la que linda con la carretera de Almajano, pudo leerse de manera inequívoca hasta su remodelación: «Almacén de grano de la fábrica de harinas»». Joaquín Alcalde añade, no obstante, que en esta zona de la capital sí hubo un fielato «cuya dependencia llegó a ser utilizada como colegio electoral en día de elecciones».

Al igual que el resto, éste cumpliría sin lugar a dudas la función para la que fueron creados, aplicada durante el régimen de Franco: el cobro de «unas contribuciones con las que se gravaban productos alimenticios y bebidas que entraban a las ciudades para el consumo de la población».

Según la citada fuente, en Soria hubo en la calle de Las Casas; en la carretera de Logroño; en el Postiguillo, en la calle Nuestra Señora de Calatañazor; cerca del cementerio; junto al edificio de la Estación Vieja; y al final del Paseo del Espolón. Este último se demolió a finales de la década de los 40 y fue sustituido por otro, en las cercanías de la estación de autobuses. 

Los fielatos dejaron de funcionar como tal a finales de los años 50 o principios de la década siguiente al desaparecer la obligación de pagar «aquellas contribuciones o derechos de consumo", concluye Alcalde, dando una pincelada del destino de los trabajadores municipales que se encargaban de los mismos que «pasaron a ocupar otros destinos dentro del organigrama municipal».

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