Heraldo-Diario de Soria

Documentar para después actuar

La necrópolis del castillo de Muriel de la Fuente y los restos del monasterio de SanJerónimo de Espeja, escenario de actuaciones preventivas en patrimonio con riesgo de pérdida, mediante el estudio y catalogación de restos

Necropolis de Muriel y Monasterio de San Jerónimo en Espeja.- MARIO TEJEDOR/ HDS

Necropolis de Muriel y Monasterio de San Jerónimo en Espeja.- MARIO TEJEDOR/ HDS

Publicado por
P. P. S.
Soria

Creado:

Actualizado:

Primero estudiar y catalogar para después… actuar. Esto es al menos lo que esperan los municipios de Muriel de la Fuente y Espeja de San Marcelino, el primero con una necrópolis en el castillo y el segundo, con el monasterio de San Jerónimo. Ambos puntos van a ser objeto de una serie de estudios y trabajos de documentación, dentro de unas actuaciones preventivas que llevará a cabo la Junta, a través del Servicio Territorial de Cultura, «para la salvaguarda del patrimonio cultural de la provincia», en lugares de interés arqueológico con grave riesgo de pérdida, indican fuentes de la Delegación Territorial. 

El alcalde de Espeja, Roberto Llorente, confía en que los citados estudios sirvan para poner aún más en valor los restos de este antiguo monasterio, incluido en los folletos de promoción turística del municipio por su importancia. En la zona existe la creencia de que el lugar podría conservar aún, debajo de la superficie, una cripta.

Por parte, Belén Antón incidió en  el interes que supone poner en valor cualquier recurso para un municipio. Al margen de los que ahora se van a realizar, el Ayuntamiento de Muriel ya hizo en su día un pequeño informe de estas tumbas aprovechando la restauración de la ermita, hace unos cuatro años.

Cofinanciados por los Fondos FEDER, estos trabajos han sido adjudicados por un importe total de 33.050,95 euros. El plan de investigación, conservación y difusión en materia de arqueología tiene entre sus líneas de actuación la denominada ‘arqueología preventiva’ y la conservación de yacimientos arqueológicos, apoyando actuaciones de protección e investigación.  

La presencia de restos funerarios alrededor de la ermita de Nuestra Señora de El Valle se dio a conocer por Madoz (1845) y Blasco (1909), quienes hicieron referencia a la existencia de sepulturas y restos óseos en diversos puntos.  En marzo de 1985, con motivo de la extracción de tierras del Cerro del Castillo para la construcción de caminos, la maquinaria destruyó un área estimada de unos 135 metros cuadrados del cementerio medieval. Con el fin de evaluar los daños causados se realizó una excavación arqueológica, bajo la dirección técnica de Carlos de la Casa, en la que se limpiaron cinco tumbas y se excavaron tres más. La zona del cementerio documentada se dató entre los siglos XII al XV por la presencia de tres monedas en contexto arqueológico, dos dineros de vellón de Alfonso I el Batallador y una blanca de vellón de Enrique III. Las tumbas son de lajas regulares con piedras coberteras y en algunos casos orejeras, están orientadas de oeste a este y existe superposición de enterramientos así como una fuerte reutilización. 

«A lo largo de los años, el corte originado por las antiguas extracciones se ha ido derrumbando, dejando al descubierto siete sepulturas de lajas seccionadas, cuyo progresivo proceso de degradación está ocasionando su pérdida irremediable además de una pésima imagen», reconocen fuentes de la Administración. 

Por este motivo, se documentará la parte seccionada de la necrópolis, así como el tratamiento de la ladera, a lo que se suman otras actuaciones como la preparación del terreno en niveles arqueológicamente estériles, la excavación, documentación y extracción de los restos de las siete inhumaciones que muestran los corte, así como el tratamiento final del talud, protegiendo los restos que puedan permanecer de la necrópolis. La tarea será acometida por Areco por un importe de 15.118,95 euros. 

En los restos del monasterio de San Jerónimo es difícil imaginar la vida que tuvo este cenobio fundado en 1402 por el obispo de Osma, Pedro Fernández de Frías, alrededor de la ermita de Santa Águeda. «Además de la iglesia, contó con dos claustros de doble arquería, celdas para los monjes, graneros, corrales y una huerta en una superficie de explotación de 25 hectáreas». También con un palacio en sus cercanías. La existencia del monasterio fue más que importante para la zona, a nivel social y económico. 

«Tras la desamortización, el edificio se abandonó. Las dependencias monásticas se fueron arruinando y la iglesia se mantuvo en pie hasta el final de la Guerra Civil, cuando fue demolida, conservándose en la actualidad tan sólo el muro oeste y parte de la cerca que rodeaba las dependencias monásticas. Algunos de los bienes muebles fueron llevados a las iglesias del entorno y el excepcional sepulcro renacentista de D. Diego de Avellaneda se depositó en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid», relatan fuentes del servicio de Cultura. El monasterio, cuyos restos han sufrido expolios y corren riesgo de pérdida, está en la Lista Roja del Patrimonio desde hace años. 

La tarea de documentación, a cargo de Marisol Encinas por un importe de 17.932 euros, será global. Entre las actuaciones se encuentran la búsqueda de documentación archivística, bibliográfica y fotográfica, localización para Inventario de los Bienes Muebles pertenecientes al monasterio, la realización de un levantamiento topográfico de los restos existentes, así como una prospección superficial de las 25 hectáreas de la explotación y entorno inmediato. También se harán sondeos comprobatorios en su caso, y la valoración monumental y arqueológica de los restos y su estado de conservación y planteamiento de propuestas de futuro.  

tracking