Heraldo-Diario de Soria

¿Fue Aldara de Torres la fundadora del convento de San Agustín, en Soria, hace 500 años?

Habitaron sus claustros el venerable Juan del Corral, fray Luis de León y san Alonso Orozco 

Fachada del monasterio de Santa María de Gracia, Orden de San Agustín.-JUAN CARLOS CERVERO VADILLO

Fachada del monasterio de Santa María de Gracia, Orden de San Agustín.-JUAN CARLOS CERVERO VADILLO

Publicado por
JOSE VICENTE DE FRÍAS BALSA
Soria

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Junto a la margen derecha del río Duero, frente de la encomienda de la Orden Militar de San Juan, habitada por frailes hospitalarios, se hallan los gloriosos restos y las venerables ruinas de lo que fuera monasterio de Santa María de Gracia, de la Orden de San Agustín. Todo lo que permanece de la casa, colegio y convento son unos tapiales y las paredes de un caserón que no pudo destruir, en el mes de marzo de 1812, José Joaquín Durán Belagaza, mariscal de Campo de los Reales Ejércitos, para impedir que las tropas francesas pudieran atrincherarse y hacerse fuertes en él.

Tuvimos noticia, en su día, que el Ayuntamiento de la muy noble y muy leal ciudad de Soria había adquirido parte de las ruinas del convento de agustinos; pero nadie apuntó que la casa de los hijos del doctor de la iglesia había sido fundada el año 1522 lo que, si las matemáticas no engañan, tuvo lugar hace exactamente quinientos. Ni la Diócesis de Osma-Soria, ni la Delegación de Cultura de la Junta, ni la Concejalía de Cultura del nominado Ayuntamiento, ni otros muchos se han enterado y, por ello, nada han hecho. Por cierto, contamos entre nuestros trabajos inéditos con un amplio texto sobre el convento en busca de editor.   

Los orígenes de este monasterio se remontan al 20 de junio de 1522, cuando Alonso Enríquez, obispo de Osma (1506-1523) e hijo bastardo del II almirante de Castilla, autorizó a Rodrigo de Torres, comendador de la Orden de Santiago, y a su hermana, Aldara, la fundación y dotación del mismo. La única condición establecida por el prelado oxomense, que había apoyado a Carlos I en la guerra de las Comunidades, fue que en él se establecieran, como se hizo, estudios de Artes. 

Los historiadores de la diócesis así como los de la provincia, que no han hecho otra cosa que copiarse en cadena y repetir, las más de las veces, las mismas vaguedades y errores, adjudican la fundación a ambos hermanos si bien somos de la opinión que la persona que, en realidad, lo hizo fue Aldara de Torres. Teniendo en cuenta la consideración en que era tenida la mujer en aquellas fechas fue el varón, su hermano, al que se adjudicaron los honores y la gloria.

Pero ¿quién fue Aldara? Hija de Juan III de Torres, tenente de Peñalcázar y de la fortaleza de Ponferrada, y de Francisca de Quintanilla, hija de Alonso de Quintanilla, contador de los Reyes Católicos. Contrajo nupcias con Ruy Sánchez de Torres, hijo bastardo legitimado de García de Torres, alcaide de Medinaceli, del que vivió separada los últimos años de su vida. Ruy falleció y se le enterró en la capilla familiar de la parroquia de Santo Tomé. Aldara debió morir el 14 de agosto de 1537, fecha en que se procedió a la apertura de su testamento cerrado, protocolizado el 8 de agosto del año anterior. Fruto del matrimonio habían nacido, cuando menos, García de Torres, que sería 2º patrón de la casa de Santa María de Gracia tras su tío Rodrigo, y María de Torres, esposa de Pedro González de Río, vecinos de Soria.

En el citado testamento, manuscrito de fray Baltasar de Úbeda, fraile del convento, por lo que atañe a la erección de éste nos hace saber, y hemos de creerla pues lo pone de manifiesto en su testamento cerrado y postrimera voluntad, que «yo fui la primera que procuré que en esta çibdad oviese casa y monesterio de la horden de sant Agustín, a la qual dicha orden yo syempre e tenido e tengo espeçial deboçión, e Dios nuestro señor a sido servido que hobiese hefeto para que en esta ciudad oviese el dicho monesterio de sant Agustín el qual Dios gracias va creciendo devienen mejora donde como dicho hes e tengo escogida mi sepultura e por serviçio de Dios nuestro señor e de su bendicta madre yo en my vida he hecho cantar una capellanya de una mysa cada día y e dado para ella y para otras neçesidades de la dicha casa quinze myl mrs. en cada un año».

Muchas son las cosas que podríamos contar de esta residencia de frailes agustinos calzados relativas los distintos lugares en que se establecieron cuando empezaron su andadura en Soria. De las obras llevadas a cabo en el monasterio y de los artista y artífices que en ellas trabajaron. De su cátedra de Artes, de la que salieron varios alumnos a convalidar sus estudios en la Universidad de Santa Catalina, radicada en El Burgo de Osma, que había fundado el obispo Pedro Álvarez de Acosta en 1555. De la actividad pastoral de sus religiosos tanto en el convento como en algunos pueblos próximos a la ciudad. De su relación con los Doce Linajes y de la fiesta que estos «en forma de comunidad» celebraban en su iglesia, el día de Santiago. Más lo dejamos para otra ocasión y otro lugar lugar. 

Sí queremos recordar el nombre de algunos de sus conventuales más famosos, entre otros que se podían citar, comenzando por nuestro paisano fray Juan del Corral, natural de Cabrejas del Campo. Cuando se dirigía a Japón fue hecho cautivo en Marruecos y el rey de este país, en 1626, «por su propia mano, le mató por la defensa de le fee y esta anotado su martirio en el libro de las proffesiones desta Casa; y en el Convento de Salamanca, y en otros, esta pintada toda la Hystoria». 

El mismo fray Luis de León refiere, en 1572, que tras tomar el hábito en Salamanca residió en esa ciudad «salvo medio año que hizo de ausencia en sant Agustin de Soria». En su día, sin que surgiera efecto, pedimos la instalación de una placa recordando su paso por esta ciudad. Ya recuerda el refranero que «predicar en desierto y confesar a monjas, tiempo perdido».

Fray Antonio de Molina Herrera, que fue prior-rector, en 1588, en Soria, además de lector de Teología. Sus anhelos de mayor perfección lo llevaron a la Cartuja de Miraflores en 1590. Llegó a ser un santo, y sus libros de doctrina espiritual alcanzaron gran celebridad. 

Fray Alonso de Orozco, prior en Soria el año 1537, predicador y consejero de Carlos I y Felipe II, escritor fecundo «y lo mucho que escribió -al decir de Argáiz- fue estando en esta Ciudad de Soria. El 19 de mayo de 2002 fue canonizado por Juan Pablo II.

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