Un obispo bujarrón en la diócesis de Osma en el siglo XVI
Abusaba de su pajecillo, de 15 años, y pasó los diez últimos de su vida encerrado en una celda del convento franciscano de Sevilla
Confirmando la expresión latina de que «nihil novum sub sole», es decir que no hay nada nuevo bajo el sol, en el transcurso de nuestras investigaciones sobre el monacato soriano nos ha salido al encuentro la figura singular de fray Francisco de Salazar, religioso de la Orden del pobre de Asís, elevado a la dignidad de obispo «in partibus infidelium» con el título de Salamina. Dadas las consecuencias motivadas por la ley del Sólo sí es sí, que está sacando de las cárceles a no pocos violadores, creemos oportuno referir algunos sucesos de un curioso caso de abusos sexuales acontecido en el siglo XVI. El título iba a ser otro: «Un obispo gay…». No obstante, asesorado por el amigo Martín de Marco, optamos por el que encabeza estas líneas.
La estancia del prelado en la diócesis de Osma se documenta, cuando menos, el año 1558 ejerciendo el ministerio episcopal, como obispo auxiliar o de anillo, por su titular, el lusitano Pedro Álvarez de Acosta. En concreto, le documentamos en Zayas de Bascones, Serón de Nágima, Fuentelmonge y Soria, pero las citas podrían multiplicarse. Estos son los testimonios de su presencia, firmados por «Franciscus Epicopus Salaminensis».
«Digo yo el obispo de Salamina que hoy lunes, a 18 de abril de 1558, consagré el altar mayor de la iglesia de Sr. Santiago de Zayas de Bascones y bendije la iglesia y cementerio y que los cuatro ducados que me venían de derecho por mi trabajo mandé se diesen al padre guardián de San Francisco de Santisteban de limosna».
Dato que confirman las cuentas de la parroquia de esa villa cuando aseguran que se reciben en cuanta al mayordomo cuatro ducados que dio, «por consentimiento del cura y concejo, al obispo de Salamina por bendecir y consagrar el altar mayor».
En Serón de Nágima permaneció tres días: El 17 de mayo bendijo la capilla mayor y el día siguiente consagró el altar y celebró misa de pontifical por lo que recibió «seis ducados de la dicha iglesia porque la capilla principal no es de particular ninguno y perdoné cuatro ducados de mis derechos que les hago de limosna para aceite a la lámpara de la dicha iglesia. Y más se gastaron, en lo necesario para la comida del día de la consagración del altar y de la cena de la bendición de la capilla mayor, veinte reales que son todos ochenta y seis reales los cuales recibo de Juan Rodríguez, mayordomo de la dicha iglesia». Recepción que firma el 19 del mismo.
«Digo yo don Francisco de Salazar, obispo de Salamina, que en el lugar de Fuentelmonge, a 21 días del mes de mayo de este año de 1558, bendije tres campanas y se me pagaron de la iglesia once reales y dos por la fe al protonotario [Melchor de Herrera] y llamáronse la de en medio María y la más pequeña Catalina y la otra Bárbara, y lo demás que me venía dejo de limosna para la lámpara».
Y el 19 de julio, titulándose «provisor oficial y vicario general en lo espiritual y temporal en la iglesia y obispado de Osma», por el ordinario del lugar, tras visitar la iglesia de Nuestra Señora de la Puente, en Soria, «la qual tienen agora los frayles de Nuestra Señora de Graçia en la qual hay una capilla que quedó para parroquia» lo hizo de la «de San Salvador, que agora se sirve por cabeça y es anexa». Los frailes a los hace mención son los agustinos calzados, cuyo monasterio, como saben nuestros lectores, se había fundado en 1522 por Aldara de Torres.
Veinte años después, el lunes 28 de julio de 1578, Diego Ximón, labrador que acogió en su casa de Campillo de Llerena (Badajoz) al fraile franciscano y a Lorenzo de Santas Martas, su paje, cuando se dirigían a Sevilla, camino de Guadalupe, les denunció de pecado nefando ante la inquisición de Llerena. Los inquisidores, a pesar de no tener jurisdicción en el caso, interrogaron al casero y dieron parte de su testimonio al inquisidor general y éste al rey que tomó la decisión de juzgarlo de inmediato.
Felipe II comisionó a Francisco Zapata de Cisneros, I conde de Barajas, asistente en Sevilla, para que detuviese al paje, de quince años de edad y natural de Medina de Rioseco, y mantuviera vigilado, en el convento franciscano, al obispo, sujeto penal sobre el que sólo tenía jurisdicción el papa, según los cánones no hacía mucho aprobados en Trento; concilio al que fraile había asistido en calidad de buen teólogo y predicador. Lorencillo, como gustaba llamarle, tras declarar fue encarcelado por orden del conde que admitió sus alegaciones, interrogó a los testigos por él presentados y dejó en manos de su sucesor el tormento que habría de sufrir y su sentencia, dictada el martes 10 de marzo de 1579.
Entre las declaraciones del muchacho -algunas de ellas hechas bajo presión y amenaza de tortura- refiere la noche pasada en Campillo cuando, estando acostado, «el dicho obispo llamó a este confesante desde su cama que dormía en otro aposento e le llamó por su nombre diciendo: «Lorenzo ben acá» e porque éste se detenía de ir a su llamada el dicho obispo comenzó a decir: «ben acá pese a Dios contigo, putillo bellaco» «¿cómo no vienes aviéndote yo llamado? Reniego de la crisma que tengo, que si no vienes cuanto te llamo que me lo as de pagar». Y este confesante fue a ver lo que quería y el dicho obispo echó mano deste confesante e le metió en la cama y estando acostado el dicho obispo hizo volver a este confesante e por detrás le metió el miembro en el culo e allí se tornó a echar con él carnalmente e derramó su simiente dentro del culo de este confesante». Manifestación cuya veracidad nos cuesta creer y pone de manifiesto, acaso, la posible doble personalidad del mitrado.
¿Cuál fue el final? El 2.º tormento que se dio al paje, el 17 de mayo de 1583 en varias sesiones de cordeles, garrotes, torcas y jarrillos, acabó sin que acusara al obispo, del que sabemos que murió en el convento de San Francisco de Sevilla. Todo sobre el proceso, cuyo último registro se dio en enero de 1584, puede leerse en el libro del profesor Francisco Núñez Roldán: «El pecado nefando del Obispo de Salamina».