Heraldo-Diario de Soria

¿Era Francisco de Rades y Andrada natural de San Andrés de Soria?

El famoso cronista de las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava y Alcántara tenía familia en Gallinero y Aldealpozo

Pila bautismal donde pudo ser bautizado fray Francisco de Rades y Andrada.-JUAN CARLOS CEVERO VADILLO

Pila bautismal donde pudo ser bautizado fray Francisco de Rades y Andrada.-JUAN CARLOS CEVERO VADILLO

Publicado por
JOSE VICENTE DE FRÍAS BALSA
Soria

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Escribe José Antonio Guillén Berrendero, en la biografía de Francisco de Rades de Andrada que firma en el «Diccionario Biográfico Español», publicado por la Real Academia de la Historia, que éste «parece ser que nació en la villa de San Andrés, en la actual provincia de Soria hacia comienzos del siglo XVI». Y añade que «fue uno de los más significativos y afortunados historiadores sobre las órdenes militares en Castilla».

Pues bien. Hace no mucho, en uno de los no pocos ratos que paso en el Archivo Histórico Provincial con el fin de saber más, leer cosas que no se han leído desde que se escribieron, de lo que hace siglos, y no tener tiempo para malos pensamientos, el amigo José Ignacio Esteban Jauregui me preguntó si me interesaba el tema de unos libros relativos a órdenes militares. Sí, le respondí. Leído el documento en cuestión, de no fácil letra, conocí se trata de un poder notarial, testimoniado por Francisco González, escribano del número de la ciudad de Soria, que tiene como protagonistas a una vecina de Gallinero y a otra que lo era, por lo que hace al territorio de la actual provincial de Soria, de Aldealapozo.

Catalina Palomar de Rades, viuda de Lope García Caballero de Neyla, vecina de Gallinero, el día 17 de febrero de 1601, manifiesta ser heredera, con otra persona de apellido Andrada, también viuda, vecina de la villa de Cervera, así como con Jerónima de Andrada, mujer de García Diez de Morales, que lo era del lugar de Aldealpozo, de Francisco de Rades de Andrada, difunto, su tío, clérigo, capellán de honor de Felipe II y prior que fue del convento de San Benito de la ciudad de Jaén de la orden de Calatrava.

En esa fecha apodera al citado García Diez de Morales, que se hallaba ausente, y a Pedro García Caballero de Neyla, su hijo, vecino de Aldealpozo, que estaba presente, para que por ella, en su nombre, representando su persona y como tal heredera puedan recibir, en juicio y fuera de él, «los mrs. que me tocan haber y cobrar como una de tres herederas del dicho mi tío de un libro intitulado La coronica de las tres órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara que vos el dicho Pedro García Caballero de Neyla, en mi nombre y de las demás herederas, vendistes a la orden de Calatrava y en su nombre a Dn. Francisco de Albornoz, oidor del Consejo supremo del rey nuestro señor su comisario, en precio de quinientos ducados y doscientos cuerpos de libros cuando se imprima el dicho libro».

El libro a que se refiere la otorgante es la «Chronica de las tres Ordenes y Cauallerias de Sanctiago, Calatraua y Alcantara: en la qual se trata de su origen y successo, y notables hechos en armas de los Maestres y Caualleros de ellas: y de muchos Senores de Título y otros Nobles que descienden de los Maestres: y de muchos otros Linajes de España», Toledo, Juan de Ayala, 1572, que, dado el pormenorizado estudio que ofrece, gozó de una gran celebridad y fortuna editorial entre los interesados en el tema y en el mundo de la genealogía.

El poder les facultaba, asimismo, para cobrar los maravedís del principal y réditos de un censo, depositados por el concejo de Villamiel en el pósito general de la ciudad de Toledo. Para otorgar escrituras de juros y censos que de la dicha herencia la pertenezcan y puedan pertenecer. Para vender, donar y enajenar juros, censos perpetuos y al quitar. Para recibir de la persona o personas que «tienen los dichos juros y demás  escrituras y bienes del dicho don Francisco de Rades y Andrada, mi tío». Y, en definitiva, para que de los mrs. y escrituras que recibieren y cobraren puedan otorgar cartas de pago y finiquito…

Referente al lugar del nacimiento de este historiador se ha escrito, por otros autores, que su lugar de origen fue la imperial ciudad de Toledo, pero la aparición del poder a que nos referimos viene a apoyar su sorianidad, como lo manifiesta el nominado José Antonio Guillén Berrendero. De ser así nos hallaríamos ante un ilustre soriano muy poco o casi nada conocido del que José Antonio Pérez Rioja, en su meritorio «Diccionario Biográfico de Soria», asegura ser «soriano», sin señalar el nombre del lugar, villa o ciudad en que vino a este mundo, que abandonó el 17 de septiembre de 1599, un año después que el rey Prudente.

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