Patrimonio
San Pedro de Osma: su 'primera' vida se imprimió en Tolosa
Este miércoles 2 de agosto es San Pedro de Osma, restaurador del obispado de Osma y fundador de El Burgo
Lamentablemente no pueden presumir las ricas bibliotecas de la Catedral ni la del Colegio-Seminario de Santo Domingo de Guzmán de conservar, entre sus fondos bibliográficos, el incunable titulado «Breviarium secundum consuetudinem ecclesiae Oxomensis», impreso en Tolosa en los talleres de Henrici Mayer almani, en 1488, de 522 folios y en 4.º. Sabíamos de la existencia de un breviario impreso anterior al salido, en 1555, de los tórculos instalados en El Burgo de Osma por Diego Fernández de Córdoba; pero erróneamente escribimos, en el catálogo de la edición de Las Edades del Hombre celebrada en Soria, haberse impreso en Venecia en 1487. «Mea culpa».
El incunable que nos ocupa se imprimió cuando administraba la diócesis de Osma, los años 1483-1493, el cardenal Rafael Galeoto y Riario, natural de Saona, ciudad de la Señoría de Génova. Desempeñó, además, el cargo de protonotario apostólico, Sixto IV le envió por legado al reino de Hungría y Fernando el Católico le presentó para el obispado de Cuenca, del que se posesionó el 15 de agosto de 1493. León X le privó, por justas causas, de todos los honores y dignidades que tenía si bien, después, le fueron restituidos. Murió en Roma el 7 de junio de 1521. En Osma le sucedió Alfonso de Ulloa Fonseca y Quijada (1493-1505).
Sin entrar en detalles, que dejamos para el delegado de liturgia de la diócesis, en primeras páginas trae el volumen una carta de Carolus Berardus, maestro en Artes y Teología y doctor en Decretos, provisor y vicario general en lo temporal y espiritual, dirigida al prior y cabildo de la catedral de Osma así como a todos y cada uno de los deanes, priores, arciprestes de las iglesias parroquiales y demás clérigos oxomenses. Se fecha en El Burgo de Osma «kalendas Auguti Mº ccccº lxxxvj» y en el texto se recuerda en dos ocasiones, por lo que respecta al texto del breviario, la buena memoria de Pedro García de Montoya, obispo de Osma (1454-1474), que había reformado «ritus et veterem consuetudinem huius ecclesie et episcopatus».
Si se alude a García de Montoya es porque los textos relativos a las fiestas de San Pedro de Osma se copiaron del rico manuscrito de la catedral de Osma, catalogado por Timoteo Rojo Orcajo, en el número 2 B que, en su segunda parte, contempla el calendario propio de la iglesia de Osma. Textos, los alusivos al restaurador de la diócesis, que, en 1885, fueron publicados en «Analecta Bollandiana» transcribiendo dicho códice que, en 1990, fue expuesto en las Edades del Hombre habidas en Burgos.
Sigue una relación de cada uno de los meses del año indicando los días que le componen, las horas que tiene el día y la noche y otras cuestiones. Por lo que se refiere las fiestas propias del obispado de Osma señala, al menos: en el mes de mayo, la translación de Santo Domingo, de la orden de predicadores. En agosto, las de San Pedro, obispo de Osma, y su octava; Santo Domingo de Guzmán y la suya. Parte de los oficios de éste, también copiadas del predicho códice, fueron publicadas, en 1656, por Juan Tamayo Salazar en su «Anamnesis, sive commemorationis sanctorvm hispanorvm». En noviembre, la del Santo Cristo del Milagro; la translación de San Pedro de Osma y la de la dedicación de la iglesia.
Luego siguen los rezos diarios del Breviario, en este caso con texto a dos columnas pues la carta del provisor y una oración a la Virgen lo son a una. De difícil lectura por no indicar donde comienza cada uno de los oficios y termina el anterior. Texto abarrotado. Impreso a dos tintas: negra para el texto y roja para las rúbricas.
Sería interesante, y lo proponemos a quien corresponda, comparar los textos de estos tres volúmenes: el del mencionado códice, el del incunable de 1488 y el que parece en el ordenado imprimir, en 1555, por Pedro Álvarez de Acosta, obispo de Osma (1539-1563). Por lo que a este breviario se refiere el 9 de enero de 1540, recién llegado el prelado, ya se planteó la necesidad de su impresión pues en tal fecha el cabildo catedralicio comisionó a Juan Medel, prior, Francisco de las Heras, abad de Santa Cruz, y Melchor de Zúmel, subprior, para que en unión del Dr. Andrés Ortiz, provisor oficial y vicario general, y Antonio Meléndez de Gumiel, deán «entiendan en la vista y reformación del breviario de este obispado por donde al presente se reza el oficio divino y no alcen mano de ello hasta lo concluir porque hay mucha falta de breviarios». El libro por el que se rezaba era, sin duda, el salido del taller del Henrici Mayer.
Mas a pesar del encargo de no alzar la mano, habrá que esperar la friolera de quince años, hasta 1555, para contar con el «Breviarivm almae ecclesiae Oxomensis», primer libro impreso en la provincia. Fue Digo Fernández de Córdoba, maestro impresor, que se había empadronado en El Burgo de Osma el 8 de diciembre de 1551 y el 13 de marzo de 1552 había comprado «el molino de la puente y en él quiere hacer un molino de papel», el que llevó a buen término los deseos del obispo Acosta. El papel empleado, muy bien pudo ser el fabricado en el molino de la Villa.
Y pues que de libros se trata no está fuera de lugar recordar a nuestros lectores el epigrama en octosílabos que asegura, para aquellos tiempos y no para los actuales, que
«Es Madrid ciudad bravía
que entre antiguas y modernas
tiene trescientas tabernas
y una sola librería».