Heraldo-Diario de Soria

Historia

Robo de gallinas en el Convento del Carmen de El Burgo de Osma

Los Agustinos de la Asunción, que había sido expulsados de Francia, residían en el antiguo convento de Carmelitas 

Claustro del Carmen en El Burgo de Osma.

Claustro del Carmen en El Burgo de Osma.JUAN CARLOS CERVERO VADILLO

Publicado por
José Vicente de Frías Balsa
Soria

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El año 1880 llegaron a El Burgo de Osma los Agustinos de la Asunción, expulsados de Francia, «persecutione impiorum». Se establecieron, con el beneplácito de Pedro María Lagüera y Menezo, obispo de Osma (1861-1892), en el convento del Carmen, que se hallaba deshabitado desde la desamortización y exclaustración del ministro Mendizábal. Religiosos que, a tenor de lo escrito por algunos historiadores, no han gozado de buena fama extremo, éste, que consideramos de todo punto erróneo e injusto. Su estancia en la Villa, durante diez años, fue oportuna y positiva por lo que supuso para la, aún por estudiar, Historia de la Pedagogía de nuestra provincia.

Fueron ellos los que, a los no muchos años del cierre de la Universidad de Santa Catalina, en 1840, hicieron posibles unos estudios que se convalidaban en el Instituto Provincial de Soria, hijo bastardo de la precitada Universidad. Ellos, además, abrieron un colegio con internado, en el que algunos de sus profesores impartían clase «con especial cuidado», cuando aún no se llevaba, «de las lenguas vivas». ¿Nos hallamos ante la primera Escuela de Idiomas de Castilla? Tal vez.

El tema merece tratarse, si bien lo dejamos para otra ocasión. Pero consciente del dicho de «primum vivere, deinde philosophare», nos ocupamos ahora de una cuestión más vital, la de la alimentación de los allí domiciliados.

Los hijos de San Agustín y los internos del colegio disponían, entre otras cosas, para su sustento, de cincuenta y dos o cincuenta y cuatro gallinas, que estaban al cuidado de Ciriaco Alcalde, fraile lego de la casa. El gallinero se hallaba en una habitación con puerta al interior del convento y una ventana que daba a la calle, a metro y medio de altura, con alambrera y maderos clavados en el marco, si bien en el medio faltaba uno, sin que constara cuando sería desclavado. El caso es que el día 15 de noviembre de 1882, hacia las ocho y media de la noche, se produjo un robo en el mismo.

Al parece, Felipe Nodal Hernández, alias «Romo», de 23 años, viudo, natural y domiciliado en El Burgo de Osma, jornalero, separó la alambrera, se introdujo por la ventana, y dio hasta cincuenta o más gallinas a Julián López Rupérez, alias «Malandas», de 26 años, soltero, de la misma naturaleza, domicilio y oficio, las mataba, y Juan Antón López, alias «Pitolán», de 35 años, casado, natural de Almazán, de igual domicilio que los anteriores, sastre, las metía en un saco y unas alforjas.

Descubiertos los ladrones, el 23 de abril de 1883 se vio, en la Audiencia Provincial, la causa procedente del Juzgado de Instrucción de la Villa siendo magistrado ponente Ginés José de Mena y Ballesta. Los peritos valoraron en 6 reales cada una de las ocho aves encontradas en casa de Juan Antón y se las entregaron a sus dueños, y el prior del convento renunció las acciones. Los procesados carecían de antecedente y eran de buena conducta; a excepción de Juan Antón que había sido procesado por sentencia firme en causa sobre estafa.

El Ministerio Fiscal calificó los hechos como constitutivos de un delito de robo, provisto en el último párrafo del artículo 521 del Código penal, considerando autor de él a los tres procesados, con la circunstancia agravante de haberlo ejecutado con nocturnidad. Y respecto a Juan Antón López, además, la agravante de reincidencia.

El caso es que el tribunal dictó sentencia fallando que debía condenar y condenó a cada uno de los procesados Felipe Nodal Hernández y Julián López Rupérez en la pena de tres años seis meses y veinte y un días de prisión correccional; y a Juan Antón López en la de tres años y nueve meses del mismo presidio. A los tres con las accesorias de supresión de todo cargo público, profesión oficio o derecho de sufragio y en las costas procesales por iguales partes. Y aprobó el acto de insolvencia dictado por el Juez de Instrucción.

Este mismo año los religiosos hicieron una peregrinación a Santiago de Compostela partieron de El Burgo de Osma el 4 de junio de 1883, para hallarse allí el 29 de junio del mismo. José M. Fernández Sánchez y Francisco Freire Barreiro escribieron al respecto, dos años después, «no olvidaremos jamás el espectáculo consolador que ofrecía nuestro pueblo el día 29 de junio de 1883 en que, con el bordón en la mano, a pie y entonando himnos sagrados, llegaban a los umbrales de la augusta basílica, llevados casi en volandas por todo el pueblo que los contemplaba edificado, los religiosos Agustinos de la Asunción, inicuamente arrojados de Francia, su patria, y recibidos con transportes de alegría en un convento del Burgo de Osma».

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