Historia
Robo en la iglesia de Santa María de la Peña en San Pedro Manrique por valor de 99 pesetas
Fue en el año 1934 y la venta del estaño de los doce tubos sustraídos ascendió a casi 100 pesetas. Los autores fueron condenados a pagar 250 pesetas
El viernes, 3 de mayo, se conmemora la Invención de la Vera Cruz por Santa Elena, fiesta del rito romano que perdió importancia en el calendario a raíz de la reforma litúrgica llevada a cabo, en 1960, por Juan XXIII, conocido popularmente como «el papa bueno». Fecha, la primera, en la que se celebra, cada año, la elección de las Móndidas en San Pedro Manrique. Si tratamos hoy el tema que nos ocupa es debido a que la hoy ermita de Santa María de la Peña, patrona de la Villa y Tierra, será escenario, un año más, el día de San Juan Bautista, de algunos de los actos protagonizados por las electas.
Dicha iglesia, intramuros de la villa sampedrana, que contaba con tres naves y tenía como filiales las de Tañiñe, Valdeprado y Valdenegrillos, fue una de las cuatro parroquias que radicaron en la Villa con las de San Miguel, San Juan y San Martín, ésta la única que ha pervivido y en la que se ha proyectado, para este año, el arreglo de la coronación de su torre.
Informa Saturio Barrero, en su inédita «Nota de lo que fue la Villa de San Pedro Manrique en la antigüedad. Año de 1464 y sucesivos», que «el hermoso órgano que tenía esta iglesia era el mejor de todas las parroquias, fue importado de Alemania costando unos 20.000 reales, por parte el coste de la caja y fuelles, solo el dorado de la caja importó 4 mil reales». Instrumento, éste, del que nada dice el paisano y amigo José Ignacio Palacios Sanz, en su libro «Órganos y organeros en la provincia de Soria», si bien sí se hace eco de los sitos en las iglesias de San Martín y San Miguel.
El «Noticiero de Soria», «La Voz de Soria» y «El Avisador Numantino» dan noticia, los días 29, 30 y 31 de enero de 1934, del robo de un cordero a Eulogio Aragón Toledo, vecino de la Villa, y de doce tubos de estaño del órgano de la iglesia de Nuestra Señora de la Peña. Como consecuencia, el 25 de junio de 1935 se vio la causa en juicio oral y público. Se sentaron en el banquillo Emilio García Hernández, de 59 años, casado, herrero; Mateo Martínez Romero, de 23 años, soltero, jornalero, de conducta regular; Anastasio Alfaro Manzano, de 19 años, soltero, jornalero, de conducta regular; Lorenzo Ruiz Alonso, de 20 años, soltero, jornalero, de buena conducta, y Mateo Berbes Pérez, de 42 años, casado, herrador, de buena conducta, todos naturales de San Pedro Manrique, excepto el 1º que era de Fuentes de Magaña y vecino de San Pedro, y el último nacido en Oncala.
La sentencia refiere que, en los primeros días de enero de 1934, Anastasio, Mateo y Lorenzo entraron en la citada iglesia «que no es edifico habitado ni habitable escalando para ello un tejadillo de la parte trasera y entrando por el campanario y llegando al órgano, instrumento inservible e inútil del que sustrajeron unos tubos sin más valor que el del estaño de que están formados». Lo hurtado, de 19 kilos de peso, a razón de 5’25 pesetas el kilo, ascendía a 99’75 pesetas. Emilio, sabiendo la procedencia, compró dos de ellos, por los que pagó 6 pesetas. Y el resto de los tubos, previamente fundidos y convertidos en tortas de estaño, se vendieron a Mateo, quien ignorando de donde provenían, pagó 52 pesetas. Todo el estaño fue recuperado y depositado, provisionalmente, en poder del párroco de San Pedro.
Se condenó a cada uno de los procesados, Mateo, Anastasio y Lorenzo, como autores responsables de un delito de hurto a la pena de dos meses y un día de arresto mayor, con las accesorias de suspensión de todo cargo y del derecho de sufragio durante el tiempo de la condena. Y a Emilio, como encubridor del mismo delito, a la multa de 250 pesetas y en caso de no hacerla efectiva a los quince días sufriría el arresto sustitutorio durante los mismos días. Para el cumplimiento del arresto se les abonaría la totalidad del tiempo de prisión preventiva, condenándose a los cuatro a la paga de una 5ª parte de las costas causadas y a que por vía de indemnización abonasen al perjudicado, Mateo Berbes Pérez, la cantidad de 52 pesetas; obligación, ésta, que se declaraba de carácter solidario para los autores y subsidiario para el encubridor. Y se absolvió a Mateo, declarando de oficio la otra 5ª parte de las costas causadas, acordando cancelar el embargo practicado en los bienes del mismo.
No era la primera vez que los amigos de lo ajeno actuaban en dicho templo. Siglos antes, el 24 de octubre de 1697, por la noche, entrando los ladrones por las troneras y ventanas del campanario, se llevaron las limosnas y joyas de las imágenes del Rosario y de la Peña. Parece ser que lo robado fue reconocido, en Olite y Tafalla, por el mayordomo y sacristán de la iglesia. Y los parroquianos apoderaron a Juan López de Garijo, Antonio López y Juan Francisco López de la Cuadra para que pidieran, judicial y extrajudicialmente, que las joyas, dinero y demás bienes sustraídos fueran devueltos a su lugar de origen.
Resulta curioso que en la sentencia apenas se haga referencia alguna a la diócesis de Calahorra la Calzada, entonces propietaria del templo hasta la nueva demarcación diocesana por el decreto «Burgensis, Toletanae et aliarum», de 22 de noviembre de 1955.