Heraldo-Diario de Soria

El instituto Manuel Ruiz Zorrilla, de El Burgo, su promotor y quien se adjudicó los honores

Su creador fue Abundio Andaluz Garrido, si bien la iniciativa se adjudicó a Benito Artigas Arpón, diputado por la provincia de Soria

Abundio Andaluz Garrido.

Abundio Andaluz Garrido.ANA ANDALUZ CABALLERO

Publicado por
José V. de Frías Balsa
Soria

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Es más que oportuno ocuparnos, en esta ocasión en que la XVIII Semana de Memoria Histórica se ocupa de educación y género, de la creación, en 1933, del Instituto de Enseñanza Media Manuel Ruiz Zorrilla en la villa de El Burgo de Osma. Gracias Trini por recordármelo.

Hagamos un poco de historia. En 1840, manu militari, se trasladó el Colegio Universidad de Osma a Soria impartiendo la docencia con el título de Colegio Universidad de la Ciudad de Soria el curso 1840-1841. El año siguiente el centro quedó reducido a Instituto Civil de Enseñanzas Medias. No debieron ser muy esperanzadoras, en cuanto al número de alumnos se refiere, las perspectivas del recién nacido Instituto por lo que la Villa Episcopal solicitó que éste se creara en ella.

Dejamos de lado algunos centros docentes en los que los burgenses y vecinos de pueblos próximos acudían a estudiar para, luego, examinarse en Soria. Nos retrotraemos a finales de mayo de 1929 cuando ya se tenía proyectado instalar, en el edifico de la vieja Universidad (1550-1840), el Instituto de Segunda Enseñanza. Dos años después, el 26 de agosto de 1931, Abundio Andaluz Garrido propuso en sesión del Ayuntamiento que éste solicitara la creación de un Instituto con internado. Moción que fue aprobada acordando dirigir instancia al ministro de Instrucción Pública y escribir a los tres representantes en Cortes por la provincia «interesándoles recomienden con calor este asunto y los demás que interesen a esta corporación».

El 21 de enero de 1932 D. Abundio recordó la moción que se había remitido al Ministerio sin que, hasta ese día, se hubiera dado respuesta. Manifestó, también, que con motivo de la visita del gobernador civil quería «resucitar la cuestión», dado el interés que por el tema había visto en la primera autoridad provincial. Propuso que, puesto que la Villa contaba con el edificio de la antigua Universidad, se nombrase una comisión para que hiciera un historial de lo que fue, cuanto tiempo funcionó como tal Universidad y una relación de los alumnos con que podría contar el Instituto, tanto de El Burgo como de los pueblos cercanos. Relación que se pondría en manos del gobernador «para que él haga la petición al Ministro». Se aceptó y se formó la comisión integrada por Antonio Lorenzo Martínez, Manuel de Miguel García, Abundio Andaluz Garrido y Francisco Calvo Pascual, a que se agregaría el secretario municipal, Amancio Ortega Martínez.

El 20 de julio el mismo informó del viaje hecho por él y tres concejales, a Almazán, el día 17, a saludar a Fernando de los Ríos, ministro de Instrucción Pública, y hablarle de la creación del Instituto, conforme se tenía solicitado. El ministro, que acudió a la Villa estando en ella Federico García Lorca con La Barraca, les manifestó que, en ese momento, era imposible atenderles «pero que se tendrá en cuenta la petición para cuando se pueda atender». Los burgenses fueron muy agasajada por las autoridades de Almazán y D. Abundio, ya en El Burgo, pidió se hiciera constar en acta un expresivo voto de gracias para ese Ayuntamiento «por las muchas atenciones que dispensó a la comisión». Poco después, el 3 de agosto, se recibe carta del ministro dando cuenta de lo relacionado con el Instituto «manifestando se toma nota por si algún día hubiese probabilidad de crearle».

Ya el 5 de julio de 1933, el acalde informó, de acuerdo con el decreto de 23 de mayo, de la invitación del ministro a varios Ayuntamiento, entre ellos el de la Villa, como cabeza de partido, para establecer un Instituto de 2ª Enseñanza. Dada la importancia, el 2 de junio se habían reunido los padres de familia y fuerzas vivas y decidieron acogerse al decreto por considerar de interés la erección del Instituto, con internado, «que recogiese los alumnos de ella y de los pueblos comarcanos y los que se educan en Colegios de Religiosos dentro de la Provincia». Se facultó al Ayuntamiento para hacer la petición y ofrecer el local que creyese oportuno. 

Acordó igualmente aquella asamblea el nombramiento de dos personas para que, en compañía de los nombrado por la Corporación, acudieran a Madrid, antes del 10 de junio que expiraba el plazo, a hacer las gestiones pertinentes. Sigue el pleno acordando pedir lo expuesto, ceder el edificio de la Universidad, contribuir con cierta cantidad para las obras de adaptación del edifico, nombrar al alcalde, Anastasio Izquierdo de Miguel, al concejal D. Abundio y al secretario, Amancio Ortega Martínez, para que con uno de los comisionados de los padres de familia entreguen en Madrid la documentación… Se trató, igualmente, de la conveniencia o no de solicitar fuera declarado Monumento Nacional «el soberbio edifico de esta población que se conoce con el nombre de Universidad de Santa Catalina».

Realizadas las gestiones oportunas, un decreto del Ministerio de Instrucción Pública, de 28 de octubre, creaba definitivamente en El Burgo de Osma el deseado Instituto Elemental de 2ª Enseñanza, y procedía a los siguientes nombramientos: director, Juan Vera de la Torre; secretario, Emilio Cifre Ferrer, y catedráticos, Aniceto Cavelo Villaverde, de Física y Química; Juan Vera de la Torre, de Historia Natural; Emilio Cifre Ferrer, de Literatura; Manuel Marcua Paz, de Latín; Federico Diaz de la Lastra, de Geografía e Historia y José Herrero Sánchez, de Dibujo.

Poco después, el 17 de noviembre, se leyó en pleno municipal, telegrama de la Presidencia de la República agradeciendo el enviado por el Ayuntamiento con motivo de la inauguración del Instituto Elemental de la Villa.

Si hemos tratado de la creación del centro docente, del que nos volveremos a ocupar en otra ocasión, hay que recordar que el 17 de septiembre de 1937, a propuesta del concejal Eduardo de Nó, se acordó conceder un voto de confianza al alcalde para que efectuase cuantas gestiones creyera oportunas en orden a la clausura del Instituto Elemental, Instituto por el que D. Abundio tanto había trabajado.

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