INES
Los mayores de Ines vuelven a la escuela
En Ines, una pequeña pedanía de San Esteban donde en invierno apenas residen una decena de vecinos, ya no quedan niños pero su escuela ha vuelvo a abrir sus puertas. Cuando en la década de los 70 el centro educativo cerrara definitivamente sus puertas el tiempo se detuvo en su interior y muebles, libros y otros enseres quedaron abandonados, cubiertos de polvo, como congelados en el tiempo, a la espera de que volvieran los escolares.
Tuvieron que pasar casi 40 años para que los alumnos regresasen a sus pupitres, aunque un poco más crecidos. La iniciativa de recuperar la escuela como era en sus mejores años partió de una hija adoptiva del pueblo, Hellen Devries, de nacionalidad holandesa, maestra de profesión y, como ella misma se define, “una enamorada de la pedagogía”. Al principio tuvo que enfrentarse a la extrañeza de algunos vecinos, que no acababan de comprender la importancia de recuperar unos viejos libros y muebles carcomidos.
“El lugar donde se ha montado el museo escuela es la sala que utilizan para sus reuniones, solo que ahora se sentarán en los mismos pupitres de cuando eran niños” explica Hellen. Con la ayuda de un grupo de mujeres del pueblo recuperaron los muebles, los libros, cuadros, antiguos mapas, manuales, hasta reglas y la antigua estufa de leña con la que los escolares se calentaban en los inviernos sorianos.
Detrás de esta iniciativa de recuperación de la memoria de esta localidad se encuentra la Asociación Cultural Villa de Ines que, a pesar de que el pueblo cuenta con unos 40 empadronados, tiene más de 270 socios que en su mayoría son ‘hijos del pueblo’ que regresan a la población ribereña en periodos festivos. El objetivo con que Hellen inició este proyecto “no fue el de crear un museo sólo con objetos, son los vecinos quienes se lo enseñarán a los visitantes, compartiendo también las experiencias que vivieron en aquellas aulas. Esto hace que tenga mucho más valor”.
Junto a los enseres de la escuela, el aula también se ha adornado con fotografías antiguas de los vecinos del pueblo. Muchos aprovechaban la jornada de ayer para reconocerse en ellas, recordar a los antiguos amigos que ya marcharon del pueblo, a familiares que ya se fueron o darse cuenta de lo jóvenes que eran entonces. La inauguración también se convirtió en una buena excusa para reunir a varias generaciones de descendientes de Ines, de que los mayores mostrasen a sus nietos como aprendieron ellos, cuando el Sistema Central todavía se enseñaba como Cordillera Carpetovetónica.
Nietos y abuelos compartieron ayer los pupitres de dos plazas, con los tinteros listos para mojar la pluma y escribir el dictado. Otro probaron a ocupar el puesto del maestro, ojear los viejos cuadernos de caligrafía, la literatura educativa de la Dictadura, que ensalzaba las ‘Glorias Imperiales’ u otros títulos como ‘Sindicalistas y otros alborotadores’.