EL BURGO DE OSMA
“De niño leía El Caso escondido en el cuarto de baño y acabé dirigiéndolo”
Lleva cuatro años prejubilado pero a Vicente Díez el gusanillo del periodismo, al que ha dedicado más de 30 años de su vida, no se le va y es fácil encontrarle fotografiando los sucesos relevantes que ocurren en la Villa Episcopal donde nació hace 66 años. En su vida profesional ha habido momentos altos y bajos, como ocurre siempre, destacando entre los primeros el día en que fue elegido por sus compañeros como director de El Caso en 1977, siempre bajo la férrea batuta de Eugenio Suárez, magnate de la prensa en la segunda mitad de la Dictadura.
Pero mucho antes de llegar ese día, Vicente ya apuntaba maneras y como recuerda “de niño solía esconderme en el cuarto de baño para leer El Caso a escondidas y, cosas de la vida, a final acabé dirigiéndolo”. Hasta los 14 años vivió en El Burgo, momento en que decidió salir a buscarse la vida a Barcelona donde residía una de sus tías para después trasladarse a Madrid para estudiar Filosofía y Letras. Fue durante su etapa universitaria cuando realizó los primeros trabajos para medios, principalmente escritos aunque también estuvo tentado por la radio.
En el año 72 comenzó su carrera dentro del imperio editorial de Eugenio Suárez, como redactor del semanario Sábado Gráfico, que mantenía una línea editorial de denuncia social por lo que “nos secuestraban la edición cada dos por tres”. Fue en esta etapa cuando pasó uno de los tragos más amargos de su carrera al ser enjuiciado “por olvidar unas comillas”, lo que convertía la afirmación de un tercero en suya. “Era una noticia sobre un empresario que estaba enviando dinero al extranjero, una fuga de capitales, y estaban usando valija diplomática para hacerlo. La cita era de mi fuente, pero al olvidar las comillas se convirtió en mía y tuve que responder por ella”. Fue condenado a tres meses de prisión, que no cumplió por ser una condena corta, y al pago de una multa de medio millón de pesetas que, finalmente, tampoco le reclamaron.
Durante los siguientes cinco años permaneció trabajando en los diversos medios del grupo de Suárez en una época en que “hacíamos de todo, igual motor, que cine o sucesos”. Uno de aquellos temas le llevó de vuelta a su localidad natal cuando una joven fue asesinada cuando hacía autostop para regresar a la Villa Episcopal desde Soria. “Ya no recuerdo mucho de aquel caso, recuerdo que lo pedí yo y me vine. Yo prefería llegar uno o dos días después porque las cosas estaban más sosegadas y te contaban más cosas”.
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