Heraldo-Diario de Soria

PINARES

De ‘Construcciones Militares’ a «la fábrica más moderna de Europa»

Se cumplen 58 años del nacimiento de Puertas Norma de la mano de Bernardo Solanes

Imagen de archivo de Puertas Norma.-

Imagen de archivo de Puertas Norma.-

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T. C. / Soria
Soria

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Puertas Norma cumplirá en unos meses sus primeros 59 años en San Leonardo de Yagüe. Por sus distintas instalaciones han pasado generaciones de pinariegos y las últimas instalaciones, inauguradas por el entonces presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, fueron descritas como «las más modernas de Europa». Sin embargo todo comenzó de una forma bastante más modesta gracias a un industrial carpintero que ni siquiera había acudido a la zona con la idea de fundar una empresa.

Según se recuerda en la zona, todo surgió en 1954. Bernardo Solanes, un industrial carpintero barcelonés se había desplazado a Pinares para adquirir material. En San Leonardo descubrió que una antigua nave, promovida por el General Yagüe (fallecido dos años antes) bajo el nombre de ‘Construcciones Militares’, estaba a la venta. Y el empresario lo vio claro: Podía hacer parte del tratamiento de la madera en el propio lugar en el que se obtenía y llevarse a Cataluña piezas ‘estandarizadas’ o, lo que es lo mismo, normalizadas.

Solanes buscó apoyos y los encontró. Su ‘colega’ sanleonardino Eugenio Rupérez y el entonces alcalde de la localidad Alejandro Ayuso entraron en la gestión de la empresa junto con el letrado Braulio Monge. Construcciones y Aplicaciones de la Madera, Sociedad Anónima echaba a andar tal día como ayer, pero en 1955.

Sin embargo, lo de fabricar puertas todavía era sólo una idea y los primeros pasos de la empresa se dieron en la dirección inicialmente prevista por Solanes, la de convertir los troncos de los bosques sorianos y burgaleses en piezas ya elaboradas para surtir la carpintería barcelonesa. Sin embargo, la apuesta fue poco a poco más allá. Eran tiempos de autarquía pero para 1958 se logró traer la primera máquina de origen extranjero, una prensa capaz de aglutinar diversas capas de madera. Ahí nacía la primera puerta de San Leonardo.

Arrancaban los años 60, una época de crecimiento industrial, y el pueblo no se quedó fuera. La demanda creció y hubo que construir unas nuevas instalaciones, las que durante casi 45 años constituyeron una parte vital del tejido empresarial pinariego y del paisaje de San Leonardo. La década abría un nuevo mundo de oportunidades y Norma aprovechó para expandirse y presentar nuevos productos. De las primeras puertas con aspecto de tablero liso se pasó a otras elaboraciones. Llegó el ‘baby boom’, la construcción creció, y los productos de la empresa cada vez eran más demandados.

Solanes, el ‘alma mater’ del proyecto, falleció en el último año de una década ‘prodigiosa’ para la planta. Su familia, y especialmente su hijo Ángel, tomó las riendas del negocio y el espíritu de crecimiento que había marcado su andadura.

Ya a mediados de los 70 se introdujo una importante innovación que permitió abaratar costes. Los tablones dieron paso a nuevos materiales, como los aglomerados o los paneles en rejilla, que permitían cubrir con chapas de madera y elaborar puertas más económicas y ligeras con el aspecto de antaño.

Hasta el cierre de la fábrica ocurrido hace dos años, esta técnica no sólo fue el sustento principal de la compañía sino que poco a poco fue seguido por otros competidores españoles. Sin embargo, no todo fue un camino de rosas.

En San Leonardo todavía recuerdan cómo, en 1983, surgieron los primeros conflictos laborales graves. Los impagos de varias mensualidades hicieron surgir incluso rumores de cierre, pero la sangre no llegó al río y la planta volvió a la senda del crecimiento. Como curiosidad, los lugareños aún recuerdan las visitas de Ángel Solanes en esa época a lomos de un brioso Ferrari que evidenciaba cuándo el ‘jefe’ andaba de visita.

Finalmente, en 1993 la familia Solanes vendió la factoría a la multinacional Jeld Wen. Lo que había arrancado como un proyecto de corte local y familiar era ya parte de un conglomerado con presencia intercontinental. Y eso se notó en todos los frentes, aunque estos años no estuvieron exentos de puntos amargos, como el incendio en las Navidades de 1994.

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