QUINTA ESQUINA
José Luis Ruiz Zapatero: «Más que leyes, lo que la Universidad necesita es recuperar espíritus»
En su casa hay más libros de ensayo que de contabilidad, materia que domina, y vuelve a Joyce de vez en cuando por la dinámica temporal de sus líneas... El jefe de la Universidad en Soria se dice dialogante y comprensivo y confiesa que se atreve a romper moldes. Cercano a primera vista, el vicerrector asegura que lo contesta todo pero habla de los másteres con diplomacia. Ruiz Zapatero (que no Rodríguez) se mueve mejor en el mundo de las ideas que los números, pero ahora le toca lidiar con los dos.
Pregunta.– ¿Qué suspenso se ganó el vicerrector a pulso?
Respuesta.– ¿Académicos o de la vida en general? Muchos, nunca hacemos todo bien. Me equivoco, y cuando me equivoco, lo admito.
P.– ¿Cómo se metió a esto de mandar en la Uni?
R.– Por ilusión, por responsabilidad y por compromiso. Suena tópico pero es verdad, y por el actual rector, Antonio Lago, y su proyecto.
P.– La Universidad no es lo que era. Y no hablo sólo de Soria.
R.– Puede que no, todo cambia, también la Universidad. Debiera mejorar, sin duda, y volver al espíritu de quizá hace unas décadas.
P.– En la Universidad, en general, se grita desde la izquierda.
R.– No siempre, quizá se oiga más pero bueno… Es un espacio de diálogo, no tanto de condicionamiento político. (Pues a veces no lo parece). Quizá, porque a lo mejor a unos se oye más que a otros. Pero debía serlo, un sitio de debate desde las ideas, desde la pluralidad y desde el entendimiento de los demás.
P.– Eso sí es utópico.
R.– La Universidad tiene que mantener valores utópicos, sin duda.
P.– ¿Qué país es éste en que los políticos, de aquí y de allá, hacen chas y tienen un máster?
R.– No es así exactamente tampoco. No. No es así. Los másteres aparecen tras un proceso que se hace desde la Universidad y ya es sabido que la Universidad tiene independencia propia para gestionar sus másteres. Lo que pasa es que a veces se transmiten muchas ideas que no siempre son correctas.
P.– Oiga, que los trabajos están ahí, firmas, asistencias, copia pega... Dígaselo a la ministra (aún no había dimitido cuando fue la entrevista).
R.– Nosotros hablamos con todos los agentes sociales, no solo con partidos políticos pero las decisiones académicas las tomamos en el ámbito interno. No lo olvide nunca.
P.– Vale, vale. ¿Usted tiene máster?
R.– Sí, sí. (¿En qué?). Me dedico a la contabilidad y soy graduado, licenciado en Ciencias Empresariales y me dedico más a la Historia de la Contabilidad.
P.– Hombre más de ciencias…
R.– No me gusta esa distinción. No, no. Porque a veces se nos crucifica a los de ciencias como que no mantenemos los valores del humanismo y los mantenemos igual que los de letras. Sinceramente creo que son divisiones algo trasnochadas.
P.– ¿Qué enseñanza nos dejan los falsos másteres, frente a las del 68?
R.– Ahora hay más ventajas para los universitarios sorianos que hace unas décadas. (No hablo de eso. Repetimos, la enseñanza que dejan los másteres de los políticos). Sin duda, sí. Partimos de que mayo del 68 fue importante. Ahora me estoy leyendo un libro de Manuel Espín, Los años rebeldes, que habla de esa época en España; la Universidad tuvo un papel muy activo y a veces puede echarse de menos, por el contexto social y de todo tipo era distinto.
P.– Insisto, los másteres dejan mal sabor de boca ¿no?
R.– Yo procuro ser positivo y no tener muchos malos sabores de boca. A veces me los como yo mismo pero creo que es mejor.
P.– ¿Qué sentimiento campa a sus anchas en la Universidad?
R.– Siempre prensamos que los que ya tenemos unos años éramos universitarios más activos que los de ahora, que se les acusa de estar en una zona más de comodidad. No sé… Muchos universitarios tienen valores y mucha responsabilidad
P.– ¿Y el campus de Soria, de qué tiene derecho a quejarse?
R.– Yo soy muy claro. No soy quejica. Creo que el Campus de Soria puede reivindicar cuestiones pero desde el razonamiento y la lógica no desde la cosa trasnochada del victimismo. Creo que no es cierto si lo comparamos con otros campus como Segovia o Palencia, que tienen necesidades mayores que nosotros.
P.– ¿Qué respuestas no le gustan?
R.– Contesto todas. De hecho en las entrevistas no tengo cuestionario. En un rato tengo otra y no sé tampoco lo que me van a preguntar.
P.– ¿En qué libro no le encontraré?
R.– Libros me encontrarás en muchos. No me encontrarás en libros sobre cuestiones muy técnicas, pero sí en ensayos de humanismo.
P.– ¿Qué hay entre el vicerrector y Pedro Duque?
R.– Nada. Es un ministro, una persona que me resulta simpática pero nada más.
P.– Si es que estamos en la luna… Un astronauta ministro de Ciencia...
R.– No me parece mal en principio. Creo que en ese sentido me resulta atractivo. La profesión no condiciona lo que haces. Hay que cambiar un poco el chip…
P.– Bueno, a usted también se le conoce también como empresario más que profesor y es vicerrector…
R.– Bueno, eso tampoco es así exactamente. Yo soy docente desde hace muchos años aunque vengo de una familia de empresarios.
P.– ¿Qué ley falta a la universidad?
R.– No sé. Leyes, quizá bastante, pero más que leyes nos haría falta recuperar espíritus y tener claro a dónde queremos ir y remar todos en la misma dirección. El espíritu universitario está por encima de la ley.
P.– Eso suena bien, pero ¿qué espíritu ha perdido el vicerrector desde sus tiempos universitarios?
R.– El lógico paso del tiempo te hace ser más cauto en algunas cosas, pero no he perdido la ilusión. El día que la pierda, malo. Sigo siendo docente, dando clases y el primer día que empieza un curso, como ayer, tengo un pálpito en el corazón.
P.– ¡Cuánto pesa su apellido?
R.– No lo sé y no me preocupa.