Carolina Fuentes: «La investigación paleontológica es como una novela policiaca»

Pregunta.– ¿Se imagina su vida en el cuaternario?

Respuesta.– ¡Horrible! Sin medicinas, muriéndote a los 30 años por un dolor de muelas…

P.– ¿Qué hace usted con tanto hueso?

R.– Primero hay que encontrarlo y luego empezar a trabajar en serio. Y decir que en una excavación hay que recrear el terreno, cartografiar, retratar cada hueso que sale, medirlo, prepararlo para que no se estropee, guardarlo… Luego empiezas a estudiar.

P.– ¿Cuántas horas entre dinosaurios?

R.– Incontables. La primera vez que vi uno fue cuando tenía cinco años, que mi padre me llevó al museo de Ciencias Naturales de Madrid. Ahí ya me enamoré. Luego me puse a trabajar en el museo en el año 62 y estuve rodeada de todo tipo de fósiles, aunque mi primer trabajo fue sobre elefantes. Seguí estudiando y cuando nos fuimos a Santander, me dediqué a toda la fauna cuaternaria de cuevas, saqué cosas muy interesantes… Cuando llegamos a Soria, empecé a trabajar en las excavaciones de Torralba en el año 64. Cuando volvimos, hace 30 años, fue cuando me dediqué totalmente a las icnitas y a los fósiles.

P.– Quizá en un museo específico paleontológico.

R.– Eso sería el sueño de mi vida. Porque Soria es una provincia privilegiada en el sentido paleontológico. Tenemos fósiles desde la era primaria, desde hace 600 millones de años, hasta hace 300.000 años. Es un abanico de 600 millones de años. Los dinosaurios aparecieron por Soria hace 145 millones de años. (¿Por qué sería importante mostrar lo que queda de toda esa riqueza?). Sería muy importante para el soriano saber lo que tiene en su provincia, saber mantenerlo y saber quiénes fueron todos sus antepasados. Los primeros habitantes de Soria fueron los dinosaurios. Aparte de que al soriano le interesaría conocer esa parte de su historia, sería un atractivo turístico. Son piezas que están guardadas, conservadas en el Museo Numantino, que es el receptor de todo lo que aparezca en la provincia, ya sea fósil de dinosaurio o telar.

P.– Tenemos las primeras huellas de cocodrilo, ave, tortuga de la UE... Y no se ven.

R.– El soriano de a pie conoce poco. Lo que pasa es que Tierras Altas es muy fría. No se puede visitar más que en verano , porque en invierno hay escarcha nieve. Luego la gente se suele ir de vacaciones por ahí y quienes vienen son los de fuera. No hay guías especializados… Hay un aula paleontológicoa en Villar del Río, cerrada. Hay que ir a por las llaves…

P.– ¿Qué le inspira un hallazgo, un hueso?

R.– Una investigación paleontológica es como una novela policiaca. Vas buscando pistas e interpretando lo que ves. Cuando encuentras un hueso, primero ves como montarlo, como eran estos animales, hay arenas… Y dices, ‘pues aquí había un río’. Es una labor policiaca. No es otra cosa. Averiguar.

P.– ¿A usted no le mosquea que tantos dinosaurios habitaran en la provincia?

R.– No, no, qué va. Hace 145 millones de años nuestra placa, la placa ibérica estaba unida a Terranova y por tanto a Estados Unidos. En toda esa zona hubo proliferación de dinosaurios llegados de Sudamérica. Y pasaron a Europa, a España, Iberia entonces, y de ahí también a África… En Iberia encontraron unas condiciones extraordinarias, en el este, que es donde estamos. Y aquí se quedaron.

P.– ¿Cuál ha sido su mayor hallazgo?

R.– Es que es muy difícil. Recientemente el magnamanus soriaensis, que es un emblema de los dinosaurios sorianos. Apareció en Golmayo y nos costó cinco años de excavación. Y más antiguo, todas las icnitas de Tierras Altas donde hemos encontrado las primeras huellas de dinosaurios, de tortugas, de aves, de heterosaurios… Es un hito extraordinario que ha puesto Tierras Altas de Soria a nivel mundial. El mejor yacimiento de icnitas que existe.

P.– ¿Qué huesos le importan más, los de Franco o los de un dinosaurio?

R.– (Ríe). Ésa es una pregunta capciosa…

P.– Fuentes-Meijide. Dígame, ¿cuántas veces ha tenido usted que reivindicarse?

R.– Nunca, nunca. Siempre hemos sido un conjunto.

P.– Di Caprio ha comprado una pieza de arte millonaria hecha con huesos de dinosaurios…

R.– Aquí sería imposible. En España todo el acervo paleontológico pertenece al Estado.

P.– ¿A qué estampida teme, Carolina?

R.– A la humana.