Heraldo-Diario de Soria

QUINTA ESQUINA

Dionisio Revilla: «Ya nadie quiere esquilar: aunque se gane dinero es un oficio sucio»

En menos de tres minutos esquila una merina, y en la mitad una churra. Ya no hace chozos de juncos ni duerme al raso, que también le tocó, pero mantiene vivas palabras con historia como trashumancia o esquileo.

Dionisio Revilla-

Dionisio Revilla-

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P. P. S.
Soria

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Pregunta.– ¿Puede uno ganarse la vida afeitando ovejas?

Respuesta.– En tiempos sí. Es un oficio sucio, se pasa sueño… pero antes el esquileo, la pela, que se decía, era un día de fiesta como el día de la matanza. Ahora se viene de otros países y lo que se quieren es acabar cuanto antes, en un día. La lana, en tiempos de la Mesta, valía dinero.

P.– Sucio pero rentable.

R.– A mí me ha dado que he aprendido…. Y ganas dinero eso sí. Una campaña empieza en abril y termina en julio. En la vida tienes que hacer algo. Hoy la gente no quiere este oficio… (¿Por qué?) Se pasa sueño… y en todos los lados no se cobra igual. Pero en sí, se gana dinero en una campaña. Antes y ahora. Y conoces gente. Hoy vienen rumanos, polacos y hasta chilenos. Es que aquí los jóvenes y las nuevas generaciones no aguantan mucho este oficio.

P.– ¿Cuántas ovejas habrán pasado por sus manos?

R.– Estuve haciendo campaña en pueblos de Zaragoza seis años; luego con compañeros. Hoy ya hago solamente las mías. En una campaña que te tirabas 70 días, merinas 150 y con otras churras.. pueden llegar a 180, 200… Por campaña unas 10.000. Habré estado diez años haciendo campañas, luego esquilabas 10 ó 12 días. No sé, habré hecho más de 100.000 ovejas.

P.– ¿Como de bajo es el pulso de Tierras Altas?

R.– Prácticamente solo quedan dos pastores trashumantes en Tierras Altas. La fiesta de la trashumancia se hace un año en un Ayuntamiento, al siguiente en el otro. La trashumancia va a tirar al olvido. Quizá las ayudas llegan un poco tarde, ayudas para aguantar a la población y para el pastoreo. A Tierras Altas le falta quizá industria, porque tiene recursos, y turismo.

P.– Para trashumancia, la de antaño.

R.– En tiempos de invierno la gente iba a tierras más cálidas. Yo he bajado a Extremadura, mi hermano más años. Y mi padre lo hacía con 40 y 50 días de camino. Ya después nosotros bajábamos en tren. Hoy los pocos que quedan bajan en camión y en un día llegas. Era sufrimiento… dormías al raso pero veías las estrellas.

P.– ¿Qué es lo más difícil de la pela?

R.– Hoy ya se esquilan sueltas, coges otras posturas. Es más que tienes que estar todo el día aguantando tu peso. Hoy se llevan máquinas eléctricas y unos arneses que te sujetan tu peso a la hora de aguantar. Hay gente que dice que los animales tienen estrés, pero es más por higiene. Quizá un año sin quitarle la lana, no lo pasaría mal. Dicen que si sufren, yo pienso que no… Las personas también sufrimos por nuestros problemas.

P.– ¿Cuántos kilos de lana habrá esquilado?

R.– La oveja merina da de media tres kilos, depende del sustento que hatenido, y hasta cinco o siete kilos un macho. Pero si son ovejas aragonesas o castellanas, uno o dos kilos. Llevo con mi hermano casi mil cabezas y son unos 2.500 kilos o 3.000 un año bueno.

P.– Muchas horas en el campo...

R.– Hace años, cuando parían, dormíamos al lado del ganado, con un saco en el campo. Alguna vez te despertabas y había nevado o se te habían ido ‘del corral’, que decíamos. Estabas de las 9 de la noche a las 9 de la mañana. Ahora seguimos pero no tanto. A lo mejor sales a las doce y las cuatro o las cinco estás en casa. Sigue habiendo ganado pero está en alambrás, con su cerca. Antes se dormía en un chozo de paja, de juncos. Se despertaban por la mañana y se lo había llevado el aire.

P.– La tijera pasó a la historia, creo.

R.– He visto esquilar a tijera, pero yo siempre he esquilado ya con máquina. Hoy se ha adelantado mucho. Montar un equipo cuesta dinero: solo la empuñadura te puede costar hasta 700 euros; el motor unos 2.000 euros, más luego el material de peines y cuchillas. Hacerte un profesional te puede costar unos 3.000 euros en general.

P.– ¿Por qué eligió un oficio con tan poca visión de futuro?

R.– Hay gente que ha vuelto otra vez. Quizá la necesidad… En la época de la pela, abril mayo y junio, la gente ya había hecho sus labores. ¿Por qué sigo? No sé. Me gusta. Lo compagino con otro trabajo. Llegará un momento en que tendré que buscar otra cuadrilla para que ellos me las hagan.

P.– ¿Y qué sentirá entonces?

R.– (Con los ojos nublados). Pues nostalgia. Y de los amigos que se fueron ya la siento ahora.

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