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QUINTA ESQUINA

Javier Clerencia: «Hay que perder horas en los archivos: se hallan cosas que no esperabas»

Ordena, clasifica y valora los papeles viejos de la Diócesis: la historia de la curia soriana y también de cotidianidades a la que echa horas y mucha paciencia. Culmen del orden en el Archivo, no en su casa...

Publicado por
P. PEREZ SOLER
Soria

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Pregunta.– Menudo trabajo el suyo, guardar siglos de historia.

Respuesta.– Es de mucha paciencia. También algo oscuro porque no es un trabajo que tenga mucha visibilidad, como puede ser un museo o quienes se dedican a la restauración de un cuadro. Ordenamos, clasificamos, valoramos los documentos y muchas veces no es un trabajo visible. Se custodian y conservan y para poner al alcance de los usuarios e investigadores documentos que hay.

P.– ¿Aburrido?

R.– Es un trabajo muy gratificante en muchos sentidos pero también lleva muchas horas. Habitualmente no nos gusta mucho ordenar nuestros papeles pero cuando ordenas los de los demás es un poco más gratificante. (Pero divertido, poco). Bueno, hay momentos en que te encuentras un papel o un documento que narra una historia diferente, una anécdota…

P.– Cuénteme la última.

R.– Te digo una. El cura de un pueblo puso en el libro de registro la hora y la fecha del terremoto de Lisboa, que lo sintieron también en la provincia.

P.– ¿Cuántas visitas recibe al mes?

R.– Depende de la época. Ahora en verano más. Sobre todo de genealogistas, los que van haciendo el árbol genealógico. Además el archivo solo abre dos días a la semana porque el resto nos dedicamos a trabajar en los fondos… (¿Trabajo a tiempo parcial?). No, no, no… La diócesis ha hecho un gran esfuerzo en poner el archivo al día…

P.– ¿Qué salvaría del Archivo Diocesano?

R.– Una sola no tendría sentido. El Archivo tiene sentido en su conjunto… Hay cosas que sí, un Códice como el Calixtino o el que tenemos en la Catedral de El Burgo, el del Beato de Osma, sería una de las cosas, pero ya te digo, el Archivo es la historia de la institución diocesana del siglo XVI en adelante.

P.– Búsquele tres adjetivos a esa historia que es de todos.

R.– Cotidiana, caritativa y cercana. Los libros de las parroquias contaban casi la historia de las personas en su cotidianidad y sus problemas.

P.– ¿Para qué me sirve acercarme a este Archivo que tenga que ver con el futuro más que con el pasado?

R.– De dónde venimos, que es importante saberlo y por eso mucha gente hace el árbol genealógico para saber de dónde viene, cuáles eran sus raíces y eso le da a uno humildad y también hace que nos sintamos parte de la historia diocesana, social, aunque nadie la cuente normalmente.

P.– ¿Qué historia le asusta más a usted, la pasada o la que está por venir?

R.– A veces me asusta más la que estamos haciendo. No sé si somos conscientes de lo que conllevan a veces las cosas.

P.– Estará hasta arriba.

R.– Sí, pero dentro de un tiempo ya no habrá papel. Será todo electrónico.

P.– Cuéntele eso a un cura del medio rural soriano sin Internet.

R.– Bueno, hay cosas que se siguen haciendo en papel conscientemente. Sabemos de la durabilidad del papel y de la tinta y eso te da la seguridad de que se va a mantener en el tiempo. Hay veces que nos cuesta, quienes ya tenemos unos años hemos visto muchos formatos electrónicos y no sabes cuál es el que se quedará y tendrá mayor longevidad.

P.– Lo decía porque los curas rurales no guardan el material en un pen.

R.– Les cuesta más, no han nacido ni han hecho mucho uso de esas tecnologías que ya no son tan nuevas, pero también es verdad que las cosas normales se siguen demandando.

P.– ¿Qué le gustaría difundir del Archivo para la gente de a pie y no puede?

R.– Hay veces que los investigadores fueran. Muchas veces tendemos a reafirmar lo que otros han dicho sin contrastar la fuente. Hay veces que conviene pasarse y perder algunas horas en los archivos, a veces para encontrar cosas que no esperabas que fueras a encontrar o por lo menos para reafirmar afirmaciones con datos y no solo con citas de otros autores. Hay que perder el miedo a ir a los archivos. Hablo de cualquier archivo. Del Archivo Diocesano hay temas que se podían estudiar, como el de la caridad, que saliera a la luz… El Archivo diocesano es un archivo de archivos. No es sólo del obispo y la curia, ahí están concentrados muchos de los archivos de las parroquias, los libros de nacimientos, matrimonios, difuntos… y la vida de las personas.

P.– ¿Qué no hará nunca un buen archivero?

R.– (Se ríe… por fin). No tener orden. Ese orden es el que después hace que se encuentren o no las cosas Ahora con la informática es mucho más fácil. Tener y conservar ese orden ayuda al archivero que venga detrás y a quien va a consultar el documento.

P.– ¿Se atrevería a calcular cuánto pesa el Archivo que dirige?

R.– Quizá podría casi decir porque lo tuvimos que trasladar para hacer las obras, pero sé lo que mide no lo que pesa. Mide casi dos kilómetros. Si pusiéramos documento tras documento harían 2.000 metros lineales de historias, unas más recientes, otras menos, unas más importantes, otras no tanto…

P.– Difícil empresa digitalizar los fondos de la Iglesia.

R.– Estamos en ello, se ha comenzado hace poco. Tenemos los medios materiales y se están poniendo medios personales pero es una tarea ingente. Entre otras cosas porque para hacerlo bien hay que tener ciertas garantías a la hora de hacerlo. No sólo es sacar las fotos, sino que el material sea legible y esté ordenado.

P.– ¿Para qué le sobra tiempo?

R.– No lo he pensado. En el trabajo me falta. Aunque uno va haciendo, ves lo que queda y dices… ¡buf! También es verdad que los papeles y los documentos son generosos porque saben esperar.

P.– Nosotros no.

R.– Nosotros tenemos más impaciencia, y sobre todo ahora. Ahora queremos todo en un clic, todo en la Wiqipedia y todo en nuestra casa. Y eso es otro error. ¿Por qué tenemos que ir al Archivo si lo podemos tener en casa? Pues porque muchas veces tendríamos un bonito árbol, pero nos perderíamos un bonito jardín.

P.– Lo más arduo a lo que se ha enfrentado.

R.– Hay papeles con letra procesal encadenada que es muy complicado leer.

P.– ¿Un Archivo puede mentir?

R.– Sí, hay falsos, muy famosos… Lo que pone es lo que pone, lo que no quiere decir que sea verdad, pero normalmente suele ser digno de crédito.

P.– ¿Qué descubriré que me vaya a gustar si buceo en su Archivo?

R.– (Silencio). Que en una parroquia, en una diócesis, se tocaban muchos palos, desde lo religioso a lo cultural y lo festivo o lo económico.