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EL LADO OCULTO

El secreto de la puerta medieval «más auténtica» de Almazán

Hasta hace unas cuatro décadas la Puerta de Herreros, una de las tres que conserva la muralla de Almazán, cobijaba la imagen de un Cristo

Puerta de Herreros de Almazán-HDS

Publicado por
P. P. S.
Soria

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La del Mercado, la de Herreros y la de la Villa. A las tres puertas hay que llamar si uno quiere entrar de lleno al ingente patrimonio histórico de Almazán. Pero es la segunda «la más auténtica» de las que se conservan en la villa, tal y como apunta el cronista de la villa, José Ángel Márquez. «La puerta de la Villa es similar, pero está más tapada, así que la Puerta de Herreros es la puerta medieval que podemos decir como más auténtica», comenta el historiador.

Así, las tres son de la misma etapa constructiva y presentan la misma configuración: tienen dos fuertes torres o cubos «entre los que abren arcos ojivales con matacán oculto, y un arco con apoyo para un rastrillo levadizo», según bibliografía histórica.

Con siglos de vivencias a sus espaldas y junto a sus piedras, la Puerta de Herreros guardar sin dudas secretos por desvelar y otros ya de dominio público. Hasta hace unos 40 años, la bóveda albergaba un pequeño crucifijo de nogal que el Ayuntamiento custodia hoy en su caja fuerte. Se trata de un Cristo de madera, muy antiguo, de estilo gótico, que sólo se ha expuesto en una ocasión, según recuerda José Ángel Márquez, cronista de la villa. Fue en el año 2012 en la exposición que se hizo en Almazán con motivo del V centenario del nacimiento del jesuita.

El Cristo fue retirado después de sufrir un intento de robo tras siglos cobijado bajo la bóveda por encima del arco, «protegido de la lluvia pero no de las palomas». La talla no se encuentra en buen estado y requeriría como mínimo una intervención de limpieza. Aun así el Ayuntamiento decidió en su día exponerlo como una muestra más del rico patrimonio de Almazán.

Por este patrimonio se ha sabido que el foso que acompaña a fortificaciones como la muralla de Almazán y que discurren cerca de las puertas ya no estaba operativo en 1536. En ese año está fechada la carta de una vecina en la que se queja al Ayuntamiento daños por la inundación de su vivienda tras una tormenta, de la que da cuenta Márquez. El motivo no era otro que este foso había dejado de utilizarse.

La muralla de Almazán tiene una altura de unos diez metros, porque el fuerte declive del terreno redobla su fortaleza. En cuanto al foso, apenas quedaba nada, pero sí lo recuerda el nombre de una calle, de la Cava. La rehabilitación de la muralla ha hecho un guiño a su existencia y sí aparece en la zona que ya se ha recuperado.

Como elementos singulares anexos a la muralla, uno de los emblemas del municipio, se encuentran además de las citadas puertas los postigos de SanMiguel y Santa María, además del Rollo de las Monjas. La última en desaparecer fue la Puerta de Berlanga, en el siglo XX, con características a las tres existentes. Mientras, a la Puerta de la Villa se le añadió la Torre del Reloj en 1886, también referencia en Almazán, si bien le resta aspecto medieval. El grosor de la muralla no es el mismo en todo su recorrido; su anchura predominante es de unos dos metros y medio.