Un febrero sin trufa ni Barrosa en Abejar
El municipio cierra su mes más importante sin poder celebrar sus señas de identidad por la pandemia
Febrero es para la localidad de Abejar el mes con mayor actividad del año, el ‘agosto’ para otros pueblos, primero por la celebración de la Feria de la Trufa que acoge a miles de visitantes cada año y segundo, por la fiesta de La Barrosa que tiene lugar durante la celebración del Carnaval.
Ambas citas no han podido llevarse a cabo haciendo que la localidad vaya a cerrar un mes ‘en blanco’, lo que ha supuesto una importante merma en cuanto a la vida social y cultural de esta población pinariega en esta época del año. La Covid ha sido la principal responsable de lastrar ambos encuentros a los que el Consistorio, liderado por Carolina Romero, se vio obligado a cancelar por responsabilidad con la situación sanitaria actual.
La feria trufera es la cita más importante en cuanto a gastronomía de la comarca de Pinares y ya son pocos los que todavía no la han visitado en alguna de sus ediciones. Pero es La Barrosa la tradición por la que más se conoce a Abejar, ya que es la mayor seña de identidad de sus vecinos.
De no ser por la pandemia, se hubiese llevado a cabo en sábado, desde que en el año 2019 se pasó de martes a fin de semana, con el objetivo de que esta fiesta siguiera pasando de generación en generación, ya que la despoblación ha hecho que entre semana sean muy pocos los jóvenes que se encuentran viviendo en la localidad.
Y es que son ellos, los jóvenes, los verdaderos protagonistas de esta cita ya que vuelven a resurgir en cada edición a La Barrosa para cumplir con una de las tradiciones más ancestrales de este pueblo pinariego y cuyo origen sigue siendo un misterio para muchos investigadores. Lo que sí es cierto es que jamás en su historia se había cancelado hasta ahora, incluso durante la Guerra Civil salió a la calle.
La Barrosa es un armazón que aparenta ser una res de vacuno y es portada a hombros por uno de los dos mozos, sobresaliendo su cabeza por una abertura del artilugio. El ritual establece que los dos barroseros tienen que ir una a una por las casas del municipio solicitando un donativo o bien en dinero o en especie: huevos, pastas, chorizo…
Todo lo que se consiga durante toda la mañana se utiliza en la cena de esa noche, donde se juntan todos los jóvenes y donde se realiza el último de los actos de La Barrosa: se finge darle muerte con unos disparos de fogueo. Es entonces cuando los barroseros se tumban en una tabla, y se les da tres vueltas dentro del salón portados por los mozos. Después llega el momento más esperado cuando se simula que La Barrosa resucita ante la alegría y el aplauso de todos los asistentes.
Para esta fiesta, el Ayuntamiento ha pedido en varias ocasiones la declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional, exactamente se ha solicitado este reconocimiento en cuatro ocasiones en 1999, 2003, 2008 y la última en 2018, todavía sin éxito.