Vino
La Ribera del Duero soriana reduce la vendimia hasta el 50%
Contrasta con el resto de la Denominación de Origen que ha logrado aumentar un 12%
Una vez más, Soria ha vuelto a demostrar sus peculiaridades dentro de la Denominación de Origen Ribera del Duero, después de haber sufrido una campaña «muy complicada en lo meteorológico», como explicó María José García, la enóloga de Bodegas Gormaz, en cuyas fincas las heladas hicieron duros estragos durante la primavera.
Aunque los datos del Consejo Regulador de la Ribera del Duero hablan de que la vendimia de 2023 habría aumentado un 12% el volumen de recolección con respecto a la del pasado año, lo cierto es que, según explican los enólogos de Bodegas Gormaz, Dominio de Atauta o Castillejo de Robledo, en el caso soriano no se cumple este crecimiento, puesto que todos han visto reducidas las cantidades de uva recolectada en la campaña.
El caso más dramático sería el de Hispanobodegas, con Bodegas Gormaz en San Esteban de Gormaz, donde aseguran que «hemos recogido el 50% menos que el año pasado», adelantó García, quien explicó que aunque contaban con una brotación abundante y temprana, que adelantó el viñedo, en el mes de mayo las heladas por debajo de cuatro grados, provocó que algunos viñedos quedaran «arrasados al 100%».
A eso se sumaron las lluvias de julio y las temperaturas extremas de agosto, lo que provocó que «la planta ha sufrido bastante», por lo que la lluvia caída en septiembre (entre 30 y 50 litros) permitió recuperar en parte el catastrófico año, porque mejoró la uva que era de grano pequeño y poco peso, con una maduración discontinua.
A pesar de ello, la enóloga de la bodega cofundadora de la D.O. mantiene la esperanza, porque, «los vinos están dando unos resultados magníficos y se ha notado esa lluvia de finales de septiembre», afirmó confiada.
Castillejo de Robledo
En el caso de Castillejo de Robledo, aunque con mejores datos que la localidad ribereña, lo cierto es que la vendimia también ha sido inferior a la pasada campaña.
«Hemos tenido menos kilos que el año pasado, pero la calidad ha sido buena», destacó Jerónimo Contreras, el enólogo de Bodegas Castillejo, explicando que en su caso la helada no afectó especialmente, pero si se vieron perjudicados por el calor de septiembre, lo que deshidrató la uva y supuso «entre un 8 y un 10% de pérdida de kilos».
Pero, al menos, lo cierto es que la uva sí estaba en buen estado de sanidad y cantidad, por lo que se ha logrado elaborar muy bien el vino y las fermentaciones malolácticas se está desarrollando con normalidad.
Contreras es consciente de que en otros puntos de la Ribera la situación ha sido superior al pasado año, pero «la helada de Semana Santa nos hizo mucho daño», lamentó, por lo que estiman que cerrarán el ejercicio con un descenso del 6% con respecto a la media de 2022.
Atauta
Tampoco en Atauta los datos son positivos, «nosotros no hemos podido incrementar nada», aseguró Jaime Suárez, enólogo de Dominio de Atauta, porque «en la parte de Soria nos vimos muy afectada por las heladas de primavera», destacó.
Para Suárez, «no ha sido un año estándar, sino que ha sido un año muy complicado», explicando que desde Langa de Duero hasta el municipio de San Esteban de Gormaz, «solo hubo cosecha en algunos parajes muy altos y muy bien ventilados».
De hecho, no se esperaba un buen año, porque «venía con mucha sequía», pero las lluvias de septiembre, «animó mucho el tema», haciendo referencia a que los 50-60 litros caídos en el final de verano permitió un engorde del 50% de las uvas.
No se perdieron todas las fincas, porque «la uva que no sufrió la helada es buenísima, excepcional», afirmó. Para Dominio de Atauta, aunque las viñas vuelvan a rebrotar después de las heladas, «tienes un mes de retraso y las uvas necesitan su ciclo para madurar», porque además de acumular azúcares y madurar fenólicamente, es importante que adquiera aromas y color, algo que no logra sin las condiciones normales, por lo que se produce, lo que denomina, «una falsa maduración».
A pesar de ello, «estamos trabajando durísimo para hacer que eso no se note», explica Súarez, quien reconoce que «los técnicos cada vez tenemos más herramientas a nuestra disposición y se puede apañar», aunque asegura que «no creo que sea un año de una calidad excepcional» y reconoce que «éste es el juego», en referencia que la Ribera del Duero soriana es «lo más extremo y el límite del cultivo y este año no sale beneficiada, porque nos ha tocado lo más duro», lamentó.
Consejo Regulador
Desde el CRDO aseguran que, teniendo en cuenta los kilos de uva recogidos y el factor clima, este año se ha obtenido una cantidad de un 12% superior a la registrada en 2022 (105.038.409 kilos) y cierran el ejercicio con un total de 117.619.302 kilos de uva, de los cuales 928.895 kilos corresponden a uva blanca y 116.690.407 kilos de uva tinta, la mayoría de la Tinta Fina de Ribera del Duero.
Un trabajo que, a pesar de requerir una mayor exigencia física y económica, permite ser mucho más preciso a la hora de seleccionar los racimos, para un control de la producción desde el propio viñedo.
Así, en la campaña de este año se ha reducido el empleo de vendimia mecanizada a solo el 27,9% de la superficie total, lo que corrobora la calidad de su resultado.