Sociedad
Héctor Díez: «Me habría gustado montar un coro de niños»
Dirige la coral de Fuentearmegil que actuará en Roma el próximo fin de semana
Héctor Díez Berzosa es un amante de la música, que tiene la capacidad de contagiar e ilusionar con su arte y profesionalidad a los que le rodean. Este arandino, hijo de padre soriano y madre de Aranda de Duero, será a sus 54 años el encargado de dirigir a la Coral de Fuentearmegil, el coro con el que lleva trabajando años, en el altar mayor de la basílica de San Pedro en el Vaticano (Roma) el próximo domingo de Carnaval.
Díez es maestro de Educación Musical, de la primera promoción, así como el grado profesional de saxofón, aunque como un cajón de sorpresas guarda que también es licenciado en Derecho, algo con lo que bromea porque asegura que «solo me ha servido para puntuar (en las oposiciones) y entrar en Sonorama. Cuando estaba estudiando 4º de Derecho se dio cuenta de que aquello no era para él y les dije a mis padres yo quiero hacer Magisterio», así que dio un cambio de rumbo y completó su camino hacia la docencia, aunque después acabó la carrera e incluso realizó trabajos prácticos en las primeras ediciones del festival de música indie de Aranda de Duero.
Pero su vinculación a la música llegó mucho antes de los estudios, porque en los 80 montó, junto a toros amigos, un grupo de heavy metal que bajo el nombre de Avalon estuvo en activo del 87 al 92, contrastando con los nuevos estilos musicales que ensaya junto a sus «chicos del coro» o el folclore que tanto le gusta y estudia.
Cabe destacar que Díez ha publicado en la Biblioteca número 32 a nivel regional, un ensayo sobre la Rueda en la Ribera del Duero, desde El Burgo de Osma hasta Roa, en base a la tonada que se comparte en esta «vertiente del Duero» y desarrolla también investigaciones con la asociación de dulzaina Villa de Aranda, lo que le ha permitido realizar adaptaciones propias de villancicos castellanos a la dulzaina y a la coral.
Con la carrera aprobada comenzó a ejercer como maestro de música y su primer destino le llevó a Soria, al IES Antonio Machado donde estuvo «encantado», porque contaba con casa del abuelo «literal del abuelo porque no tenía calefacción», explica y con familia en la ciudad, aunque podía compaginarlo con la libertad de estar solo en un destino en el que trabajó 8 años.
Cuando en 2003 se casa con Rocío cambia de destino pero sin abandonar la provincia, pero ya acercándose a la Ribera, aterrizando en el CRA de Langa de Duero, que compaginaba con Aranda de Duero.
En 2008 cambia de centro, pero sin abandonar esa Ribera del Duero que tanto quiere, para llegar al CEPA Doña Jimena donde estuvo hasta 2020, que se trasladó a la localidad burgalesa al Centro de Adultos de Aranda de Duero.
Fue en San Esteban de Gormaz donde comenzó con la dirección de coros, «algo que siempre me había atraído», confiesa, reconociendo que le habría gustado montar «un coro de niños» y de hecho practica en las clases.
Y en el centro de adultos sanestebeño consiguió su sueño, a través de los talleres de cultura musical comenzó a trabajar con los alumnos «con el instrumento que tenemos todos», en referencia a la canción y así surgieron coros en Soto de San Esteban, Bayubas, Alcoba de la Torre, Langa de Duero, Villálvaro y Alcubilla de Avellaneda, ya que en 2010 el CEPA Doña Jimena itineraba por San Esteban, El Burgo, Langa y Berlanga. Cuando se suprimieron estos talleres, los alumnos de Alcubilla quisieron seguir y le ofrecieron que fuera el director de su coro en sus horas libres, algo que hace «no por dinero» y así comenzó a montar una coral a la que se sumaron también vecinos de Alcoba. Hasta que cantando una misa en 2014 el entonces alcalde de Fuentearmegil, Manuel, le ofreció que hiciera lo mismo en su pueblo y así llegó a Fuentearmegil, donde encontró «un buen grupo donde todos tenían buen oído» y donde llegaron a sumar 25 músicos, ya que cuando había alguna actuación cantaban juntos estos vecinos de la zona.
Pero la pandemia se cebó con el coro de Alcubilla y entre fallecidos, enfermos y familiares con padres dependientes, a pesar «de toda la ilusión por juntarse» se dieron cuenta de que no podían seguir y entonces se quedó solo con Fuentearmegil, un municipio donde hay 150 vecinos censados y donde han logrado formar un coro de 15 personas, entre vecinos del pueblo y de Fuencaliente del Burgo, Zayuelas y los de Alcoba de la Torre que, al igual que otra cantante de Langa de Duero, no dudan en compartir coches para llegar hasta el local de ensayo, a veces incluso en el propio coche de Héctor.
Porque para Díez, además de la parte musical de «una coral bastante digna para un pueblo de 60 habitantes» que les permite «cantar donde haga falta» como demostrarán el próximo domingo en el Vaticano, «esto va mucho más allá de lo musical y de la música», asegura el director. Porque cuentan con un grupo hecho donde priman las relaciones personales, «llevamos tantos años trabajando que el día de ensayo es el momento donde se junta en el bar para compartir y hablar de sus temas», por eso para él es algo más personal, no un segundo trabajo, es «un hecho social».
De hecho, Héctor Díez reconoce que «debería ser un ejemplo uso musical como terapia», tanto para jóvenes como para mayores y señala que hay investigaciones que ponen en valor el canto coral, ya que «se hace con todo el cuerpo», lo que ayuda a mejorar la salud tanto física como mental, al igual que un masaje o la relajación, tanto es así que cuando se está dos semanas sin cantar se nota en el ánimo.
Un ánimo que ahora, en el caso de la Coral de Fuentearmegil tiene sonido italiano, porque el próximo domingo, 11 de febrero, será el protagonista de la misa vespertina que se celebrará en San Pedro del Vaticano con una actuación que servirá también de peregrinación para numerosos vecinos de la zona y permitirá celebrar el centenario de la fundación del Coto Redondo y que reunirá a cantantes de la coral que dirige junto a otros voluntarios de las corales de El Burgo de Osma, San Esteban y una cantante más de la localidad burgalesa de Caleruega, demostrando que la unión hace la fuerza y la música une a gentes buenas.