Una de las fiestas carnavalescas más peculiares de la provincia volvió a vivirse este martes en la localidad de Duruelo de la Sierra donde, como cada martes de Carnaval, se celebró un ritual que cuenta con muchos años de historia y que, en cada edición, reúne a varios centenares de mozos de la localidad en torno a la ronda popular: una tradición en la que se recorren las calles del pueblo entonando singulares coplas, mientras los mozos deben evitar el ‘castigo’ de los mayorales y motriles, siempre preparados para dar un varazo o cintazo a quienes se quieran escapar de la ronda durante cualquier instante del recorrido.
Los mayorales son dos jóvenes de 28 años, elegidos cada año por sus antecesores, y son los que tienen en su haber la responsabilidad de organizar esta fiesta y otras más durante el año como Los Mayos o la comida de Santa Marina en julio. Este año, Javier Martín y Carlos Abanades son los encargados de esta función y ayer, en su estreno, supieron conseguir el orden entre los mozos. “Llevamos varas de avellano y si alguno se sale de la ronda tenemos que poner orden. Los motriles son los quintos de 18 años y son los que nos ayudan. Ellos llevan cintos y también los usan si algún mozo se sale o se porta mal”, señalaron Martín y Abanades.
A pesar de la lluvia, se vivió una bonita ronda con carreras de los mozos y destacando el papel de los músicos que, con guitarras, laúdes y bandurrias, consiguieron ayer emocionar a todos los vecinos y vecinas. “En la ronda, la tonada siempre es la misma y vamos cantando coplillas de creación propia, con letras en las que destacamos algún hecho que ha ocurrido en la localidad. Siempre con gracia y picaresca, pero sin dañar a nadie”, explicaron los músicos.
Una vez concluida la ronda, los mozos se juntaron para comer en el salón del ayuntamiento con un menú que cada año es el mismo y que consta del tradicional Ajo Carretero, con sus sopas, y de cordero asado de segundo. Por su parte, las mozas se juntaron en uno de los restaurantes de la localidad y es entrada la tarde cuando todos los durolenses se unen en el salón para disfrutar del baile con orquesta que culminó con concurso de disfraces.