ENTREVISTA / JAVIER DÍEZ SAIZ
"Los humanos necesitamos otros humanos cerca y otros humanos tocándonos"
Hablamos de lo que se echa de menos, de cómo el 'no tocar', 'no besar' y no estar cerca nos está cambiando. Lo hacemos con quien sabe de esa materia gris que llamamos psique, el psicólogo Javier Díez, con una batería de cuestiones que se nos quedan cortas. Cuestiones humanas, otra crisis, pandemia en voz baja... Escuchamos.
Pregunta.-No es mi caso, pero creo que las terapias de consulta en pareja se han disparado.
Respuesta.-Es verdad. Con los últimos acontecimientos, la gente ha tenido que estar más en casa y es como más difícil aguantarse. Pasa también con los viajes, con las vacaciones, que siempre hacen que se disparen las consultas a terapia de pareja y los problemas.
P-No besar, no tocar… ¿cómo mostramos el afecto, el cariño, en pareja y no solo?
R.-Es una necesidad humana. De hecho, una parte de los humanos, la parte psicológica, muy importante, necesita tener relaciones humanas, necesita sentir afecto, cariño, relación… y si no tenemos esa parte es como si alma se quedara un poco anémica. Supongo que con la gente cercana tendremos que manifestar sentir ese afecto o buscar formas de hacerlo. Hay una parte de intercorporalidad que sí necesitamos, sentir ese afecto, el cariño y los abrazos. Es una necesidad humana, tendremos que apañarnos con lo que tenemos.
P.-¿Y qué hacemos con el deseo?
R.-(Ríe). Pues supongo que tendremos que saciarlo dentro de nuestras posibilidades porque, si no, nos vamos a traumatizar. Bueno, igual no, pero sí nos vamos a quedar como frustrados.
P.-Veinte segundos para decir cómo va a cambiar nuestro mundo afectivo desde el punto de vista psicológico. Hablo de las relaciones familiares, de pareja, de amistad.
R.-Voy a ser positivo. Igual a lo que nos ayuda es a darnos cuenta de lo que necesitamos, afecto, contacto… . Quizá otras cosas quedan desvalorizadas. Antes parecía que todo se podía hacer por Internet, que solo se necesitaba tener una red… Igual ahora aprendemos a que no, a que los humanos necesitamos otros humanos, otros humanos cerca y otros humanos tocándonos. Quizá eso cambie y comencemos a valorarlo.
P.-Otros humanos cerca, sí, pero le cuento. Mi pareja y yo llevamos seis meses teletrabajando. No-puedo-más. Hemos discutido hasta por los datos y gigas.
R.-Mira, en condiciones normales… En una pareja hay una parte que es común y luego cada persona tiene que tener sus amigos, su vida. Además, que dos personas estén juntas continuamente hace que pierdan el interés para el otro. Uno necesita salir, relacionarse y volver a casa y hacerlo recargado. Es necesario tener relaciones, trabajo y cosas que uno pueda contar cuando vuelve a casa. En los casos que no es posible, se hace lo que se puede pero sabiendo que estamos renunciando a algo que es imprescindible. Habrá que aprovechar tener otros amigos, otras relaciones, otra vida porque, si no, nos ahogamos.
P.-¿Qué aporta o qué lastra esta situación a la cotidianeidad de todo tipo de relaciones?
R.-Supongo que uno tiene que plantearse cosas y buscar nuevas soluciones. Eso es lo que quizá aporta. Y que seamos conscientes de cosas que no teníamos en un primer plano de nuestra conciencia. Nos hace ver nuestras necesidades y nos impulsa también a ser creativos buscando soluciones. También empezamos a darnos cuenta de lo que echamos de menos. Tenemos que ser conscientes de que no estamos en un periodo normal, sino que igual estamos más irritables, hartos, aburridos o cansados de la otra persona. Lo da la situación. No tenemos la culpa ni nosotros ni la otra persona.
Es un factor que aumenta la tensión en las parejas y tenemos que intentar hacer cosas que normalmente no hacíamos.
A mí me hace gracia cuando veo a familias que nunca habían jugado y de repente empiezan a jugar un juego de mesa o hacer cosas en común. Los resquicios, las posibilidades que tenemos para tener relaciones con otras personas, en el trabajo, en la calle... tenemos que aprovecharlas al máximo. Hay que ser conscientes de que las necesitamos.
P.-Hablaba de buscar soluciones. ¿Cómo lo están haciendo las parejas no convivientes que, obligatoriamente, están en distancia?, ¿cree oportuno o sano, desde el punto de vista psicológico, echar mano de las nuevas tecnologías?
R.-Sí, cualquier cosa que podamos usar, por supuesto. Siempre pienso, en el siglo XVIII y XIX, en las relaciones epistolares, cuando estaban esperando la carta de la persona a la que querían. Lo que hubieran en aquellos momentos por tener las redes o un correo electrónico. Son cosas que pueden paliar la ausencia de alguien que no tenemos. Y hay que usar eso y cualquier medio que tengamos. Sabiendo que son sustitutivos.
P.-Un paso más allá. Antes el sexo online era... literatura. Ahora hay estudios que lo contemplan. ¿Triste o una fórmula de supervivencia?
R.-La B. (Ríe). La segunda opción. Hacemos lo que podemos. Idealmente las personas tienen que vivir y desarrollar sus potencialidades al máximo. Eso no quiere decir que haya personas que viven solas que pueden vivir perfectamente felices y, además, es un logro para el desarrollo de una persona. Si encuentran a una persona que les haga más felices y puedan desarrollarse más, pues perfecto. Cada uno hace lo que puede con lo que tiene. Y si uno usa las nuevas tecnologías, pues bienvenido sea. Sabiendo que no es la forma más perfecta, pero cada uno hacemos lo que podemos.
P.-Tiende hoy a desaparecer todo lo físico, el papel, el dinero, el contacto. ¿Aprenderemos a besar online, Javier?
R.-Supongo que sí. Al cerebro humano se le puede engañar de muchas maneras, pero hay una parte en que necesitaremos tener a otra persona, que nunca se podrá suplir. Digamos que serán paliativos, cosas que no serán tan profundas. Nos podrán engañar determinadas cosas, incluso que creamos que estemos satisfechos, pero hay una parte que no podremos terminar de satisfacer. Aunque podremos llevar una vida feliz.
P.-Habla de una parte más trascendente, más cercana no en lo físico.
R.-Tiene muchos niveles. En consulta encuentro a jóvenes que tienen sexo poco satisfactorio porque es simplemente a nivel físico. No quiero despreciarlo, pero ese nivel físico por lo menos tiene que ser satisfactorio. Hay gente que tiene sexo compulsivo y no obtiene satisfacción con él; hay gente que está en un nivel solo físico y para él es bueno, pero tiene que haber más componentes para que sea más satisfactorio. Existen como varios niveles y no hay que despreciar ninguno de ellos. Nosotros también somos un cuerpo y a medida de que vayamos incorporando niveles y consciencia a esa sexualidad, irá mejorando.
P.-O sea, somos mediterráneos de piel pero también de alma.
R.-Se puede decir así.
P.-¿En qué lugar de la cabeza nos golpean más las restricciones en el ámbito de las relaciones?
R.-En la parte emocional. En la sensación de frustración, el estrés acumulado. Hay muchas personas que van notando un deterioro progresivo, sobre todo personas que se han quedado en un piso aisladas, porque igual estaban fuera de su lugar de habitar… La gente echa de menos a sus amigos. Aunque nos creemos racionales, nuestro desarrollo tiene que ver mucho con nuestra parte emocional, relacional. Esos son los aspectos que nos están haciendo más daño. Hay gente que se frustra, que está harta, jóvenes que salen a protestar. Quizá tiene que ver con esa sensación de frustración, de que les están frenando, paralizando la vida.
P.-En esta crisis se habla mucho de los sanitarios, médicos y enfermeros… Ahora les toca a ustedes, los psicólogos.
R.-Atiendes a personas, sí, pero yo no tengo ese nivel de exposición y de trabajo que tienen los compañeros que están en primera línea sanitaria. Ellos sí tienen que sentir esa sensación de esfuerzo acumulado y de que esto no para. Una de las cosas que psicológicamente nos ayuda es ver un plazo. Y esa sensación de que no acaba, psicológicamente desestabiliza mucho.
Por lo que respecta a la profesión, nosotros los psicólogos también nos cuidamos. Sabemos que estamos expuestos a situaciones que son emocionalmente conflictivas, tensas, difíciles. Ese cuidado es necesario.
P.-Al gabinete de psicología que lleva su nombre, ¿qué llega ahora de forma frecuente?
R.-La sensación de estar como perdiendo la vida, el cansancio acumulado. Esa sensación de que esto no pasa, de que uno no puede seguir su vida normal. Eso es lo que me está llegando más.
P.-¿La vida ahora se nos hace demasiado grande o demasiado pequeña?
R.-A mí me gusta algo que decía Carmen Váquez con respecto a la autoestima. Que la autoestima tiene que ver con que la vida está hecha a tu medida, que la vida se te va abriendo paso y solucionando las cosas. La vida te entretiene. Ahora creo que la vida se nos está haciendo grande. Hay personas con esa sensación de que hagan lo que hagan tienen esa frustración continua. También depende de personalidades. Hay personas que tienen necesidad de salir, de juntarse, de tomar un vino… Esa necesidad la tenemos todos pero no en la misma medida. Esas personas se sienten especialmente frustradas porque era su fuente de felicidad.
P.-Del confinamiento a las restricciones, ¿qué factura nos pasa esta soledad mal digerida?
R.-Agotamiento, cansancio psicológico. Hay quien tiene más tendencia a la depresión, a la rabia, al estrés. Aumentan las discusiones, la sensación de tiempo perdido. Y para muchas personas entrar en un proceso clínico de necesidad de apoyo psicológico, en un trastorno diagnosticable.
P.-Crisis sanitaria, económica… ¿qué hacer frente a una crisis en casa?
R.-Una parte es apoyo profesional, psicológico, pero también hay una parte creativa, recurrir a cosas que siempre han estado ahí y hemos dejado de utilizar, que tienen que ver con el contacto humano. Gente que se dedica a buscar amigos, contactos, en el nivel que uno pueda, con gente cercana o más lejana. Al final lo que hacemos los psicólogos es una forma más específica de dar apoyo, pero en realidad apoyo puede dar toda persona con buen corazón. Todas las personas pueden aportar cariño, entendimiento, comprensión. Una cosa que sería bastante útil sería jugar. (¿Jugar, jugar?). Jugar de cualquier manera, desde un juego de mesa a jugar los niños… Jugar es algo que quita mucha tensión, hacer cosas que nos entretengan. Nuestra mente necesita cosas que hacer, estar entretenida y buscar propósitos. Y es un momento de hacer cosas para las que nunca teníamos tiempo.
P.-Pensaré en esto que comenta de jugar. Ésta of de record. Me la envía una amiga. ¿Es posible no engancharse emocionalmente en las relaciones virtuales? ¿Me tiende? Igual no me explico.
R.-Sí. Me parece además una pregunta interesante. Primero uno tiene que elegir los grupos y los temas de los que habla, porque si te metes en determinados grupos lo único que vas a encontrar es polémica. (No, no. Ella no habla de grupos. Relaciones virtuales de uno con otro). Bueno, uno tiene que ser consciente de lo que es posible y de lo que no es posible y no pedir demasiado a ese tipo de relaciones. Lo de no engancharse tiene que ver con ser consciente de cómo está uno y lo que quiere conseguir y lo que es imposible conseguir. Y aceptar lo que es la realidad. Muchas veces exigimos demasiado y nos sentimos frustrados porque tenemos la sensación de que aportamos mucho más de lo que recibimos. Y engancharse… Uno tiene que darse cuenta de cómo está antes y cómo está después; si ese tipo de relación le ha servido o le ha quitado energía. Si en las relaciones virtuales no encuentras paz, hay que intentar abandonarlas. Tiene que ver con ser consciente de cómo está uno.