QUINTA ESQUINA / ÓSCAR PUERTA REDONDO
«La montaña encumbra al hombre, su inmensidad nos hace grandes a nosotros»
Con la inmensidad de ser naturaleza, catalán de espíritu pelendón, el hombre habla al monte en un lenguaje de amor y gratitud y en el mismo le responde. La brújula inquieta de este miembro del Club de Montaña Los Pelendones ni se mueve en el ascenso. «Somos lo mismo que cualquier otro elemento del medio», dice. Pero la roca se erosiona y él se hace fuerte en la subida.
Pregunta.- La montaña encumbra o le hace a uno pequeño?
Respuesta.-Creo que encumbra al hombre, le hace más grande. Es verdad que es una inmensidad la montaña, pero al fin y al cabo la grandeza de la naturaleza nos hace grandes también a nosotros
P.-¿Por qué son pelendones y no verones o arévacos?
R.-Porque estamos en la zona en la que supuestamente estuvieron, en la parte entre Soria, Burgos y Logroño. Estábamos aquí en esta zona.
P.-Al profesor, ¿qué le ha enseñado el medio?
R.-Todo. Pienso que somos naturaleza, al fin y al cabo somos los mismo. Nacemos, crecemos, evolucionamos, vamos aprendiendo igual que cualquier planta, animal o roca, que se va erosionando. Lo mismo. Somos energía y vamos evolucionando.
P.-¿La montaña también sufre?
R.-Si hablamos en cuanto a sentimientos, me imagino que sí. Nosotros lo expresamos, lo decimos. Una planta a la que se corta una rama, no grita, pero tiene un dolor, un daño que intenta defender y por eso muchas plantas sacan pinchos, otras se adaptan… Todos nos adaptamos al medio que tenemos al lado.
P.-¿Por qué siendo catalán respira mejor el sentido de la libertad en Soria?
R.-No lo respiro mejor. Yo soy ciudadano del mundo. Por circunstancias de la vida nacemos en un lugar y yo me siento catalán, pero a Soria la llevo en mi corazón. Pero igual que Irlanda, donde he pasado mucho tiempo, Suecia… Las experiencias es lo que vivimos y transmitimos y expresamos. Y los montes de Soria me encantan, pero también los de Cataluña o de Suecia. Encuentro la libertad en los montes de Soria igual que en cualquier otro lugar.
P.-¿Por qué no se la conquista por entero?
R.-No es una conquista en el sentido de ganarla. Creo que es compartir. El hecho de que no llegues a la cima no quiere decir que no hayas conquistado el placer de estar en el monte, en la naturaleza. Es comerte el pastel y la cima es la guinda.
P.-¿Cómo es la tribu de los pelendones a los que gusta el monte?
R.-Es gente a la que le gusta disfrutar de la naturaleza, del entorno, igual en compañía o solo. O sintiéndote bien contigo mismo. Cuando vas con los pelendones, en compañía, compartes esa pasión. Cada uno aporta su vivencia, su experiencia. Es una tribu en constante evolución y aprendizaje. (¿Qué demanda?) Creo que lo único que reclamaría es lo que todo el mundo: que volvamos otra vez a tiempos pasados. El tema de la pandemia nos ha afectado a todos. Intentar salir de ella lo antes posible y que podamos disfrutar, en compañía y con la naturaleza.
P.-¿Acosamos demasiado al medio?
R.-Acosar, acosar... diría que no. Las cosas al final están para algo. El medio está ahí para disfrutarlo, igual que todas las cosas que tenemos. Cada uno lo disfruta a su manera. En el sentido de la contaminación podría ser que sí.
P.-Su mejor expresión a 1.000 metros de altitud.
R.-¡Qué pasada! Aunque a mil metros estamos ya. Cuando estoy en el monte, en la naturaleza, es lo que te he dicho antes, me siento parte de la naturaleza, a gusto, feliz y libre. Y disfruto de cada momento con todos los sentidos.
P.-¿Qué es lo que más respeto le da?
R.-La montaña en sí me significa mucho respeto. Es cierto que miedo no tengo, pero la respeto, sí, e intento siempre estar pendiente de lo que pueda suceder, no solo de lo que está en mi mano.
P.-El monte no admite simulacros.
R.-Es lo que hablamos. Tienes que ser consciente de dónde estás y en qué condiciones, físicas y meteorológicas, te mueves. Y saber que no tiene que ser sí o sí subir a la cima por conseguirlo y consquitarlo. Hay que disfrutar y aceptar lo que venga en ese momento.
P.-¿En qué lenguaje le habla a usted el monte?
R.-En el lenguaje del amor, del agradecimiento, de gratitud, del disfrute. En el mismo que le intento hablar yo.
P.-Oriundo de Soria, y residiendo aquí desde hace año y medio. ¿Hacia dónde marca su brújula en estos momentos?
R.-Parece una veleta. A merced del viento y de las sensaciones que tenga en ese momento. El norte, el sur, el este, el oeste… Si tengo que perder el norte, lo pierdo, y si tengo que dar la vuelta por el sur, pues sin ningún problema. Sin miedo a equivocarme.
P.-¿Y la brújula del club cuando se cumple su décimo aniversario?
R.-Ahí sí diría que sin perder el norte. Que podamos seguir realizando actividades con las ideas de los socios y continuar con ese espíritu y armonía.
P.-Lo digo también porque han cambiado la suela de trekking por la zapatilla de residencia de ancianos?
R.-No es que lo hayamos cambiado. No ha sido una cosa nuestra como tal. Pusimos la primera piedra organizando la Arganza Trail, una carrera de montaña pionera en Soria e importante a nivel de Castilla y león y por eso contó la Federación con nosotros, y resulta que la residencia nos sorprendió organizando ellos esta carrera para los residentes. Personalmente me emocioné cuando supe que la Arganza Trail también les había llegado a ellos. Y simplemente nosotros les dimos un reconocimiento porque la Arganza Trail es de todos. Por eso fuimos a darle medallas a los residentes. Pero sí vamos a colaborar en años siguientes intentando que se repita.
P.-¿De qué le rescata la montaña?
R.-Para encontrarme. A mí personalmente me rescada del día a día, de cuando te dice ‘eh, para, piensa, respira’. Ahí en la montaña lo encuentro.
P.-Una filosofía de vida, entonces.
R.-Por mi parte sí. Ha sido mi psicólogo y lo que me ha hecho parar y pensar en mí; mejorar yo y la gente que está a mi alrededor.
P.-La etapa post covid nos acerca a la naturaleza pero quizá haga menos libre al medio.
R.-Medio somos todos. No es que sea medio ambiente, es que es entero y somos todos. Somos una energía, unos en forma de planta, otros de animales y otros de seres humanos. Al final es convivir y compartir.
P.-¿Qué hay de bueno o tan bueno en el triunfo de la montaña como destino vacacional?
R.-Como la disfruto de todos modos, creo que todo es bueno. En Soria, con las montañas que tenemos, el monte bajo, praderas... son tan espectaculares. Creo que es bueno y más en esta situación.
P.-¿Cómo es volver y quedarse al lugar del que no se es, aunque uno sea ciudadano del mundo?
R.-Me siento catalán pero de muchos sitios. Y he vuelto por las circunstancias que me ha puesto la vida para aprender. Estoy a gusto y, si no lo estuviera, no estaría aquí.
P.-Sin entrar en otras cuestiones… imagino que no saldría a disgusto de Cataluña, lo digo por el ‘problema’ catalán.
R.-No, no, no. Al revés. Yo soy catalán y me siento catalán. Tengo allí mis amigos. Pero la brújula me mandó que viniera aquí y aquí estoy. El sentimiento de volver no me dice nada. Voy y vengo, no es algo que sea seguro. En Barcelona disfruto y en Soria también. Al final, donde he ido he intentado dar lo máximo de mí y me he sentido bien.
P.-Seguimos vivos. ¿Cómo lo celebramos?
R.-Disfrutando. La mejor celebración es disfrutar de cada momento y de cada minuto. De cada cosa que hacemos y con cada persona que hablamos. Escuchándote, escuchando, respirando… La frase de carpe diem lo resume todo.