Heraldo-Diario de Soria

ENTREVISTA / DANIEL MARTÍN JIMÉNEZ

«En lo cotidiano pienso más en verso y utilizo poco las ecuaciones y las fórmulas»

Físico en Microscopía de fuerzas atómicas (sí, algo así existe), se ha querido probar en poesía de lo cotidiano. Ambas, Poesía y Física, explican al hombre y no están tan lejos, sostiene. Mientras, este joven soriano afincado en Alemania, echa mano de una y otra para desentrañar el mundo. Y quién sabe si a él mismo.

Daniel Martín.-GONZALO MONTESEGURO

Daniel Martín.-GONZALO MONTESEGURO

Publicado por
P. PÉREZ SOLER
Soria

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Pregunta.– Escribe usted poesía de las cosas cotidianas... Como si ser doctor en Física de la Materia condensada y la Nanotecnología fuera algo de anda por casa. ¿Me lo explica?

Respuesta.– Trabajo en Física y me dedico a hacer experimentos y a leer artículos científicos y una manera de salir de esa rutina es, por una parte, leer, y por otra escribir. Esta obra empezó escribiendo pequeños poemas. El libro se hizo durante el covid, no se podía salir de casa y lo único que veía era mi casa y los objetos cotidianos. Era también un momento difícil por las noticias que aparecían en los medios de una situación dramática y una forma de escapar de esa realidad fue escribir. Y fueron unos tras otros.

P.– ¿Entonces es un físico poeta o un poeta físico?

R.– Digamos que el título lo tengo de físico y la poesía es más afición. No solo escribo poesía, también narración. Es una afición.

P.– ¿Qué es más cuántica, la poesía o la física?

R.– Son temas tan diferentes pero a la vez tan fascinantes... Yo hago los experimentos y a veces en las leyes también hay mucha magia, por el hecho de cómo la materia se organiza, cómo aparece la relatividad. La literatura avanza, va por delante de lo que es la ciencia. Tanto ciencia como literatura son fascinantes cada una en su estilo. 

P.– Vale, ¿y qué explica mejor al hombre, la poesía o la física?

R.– Diría que ambas. Una en términos más matemáticos y otra en términos más intelectuales. La poesía más en la entraña y la otra más en la parte externa, en las leyes físicas.

P.– Un verso suyo de Poesía de las cosas cotidianas. «Los hombres que ahondan en mí...». ¿Qué hombres ahondan en usted?

R.– Son las personas que van entrando y cavando fuera de la superficie de la piel y te llegan hasta la entraña y se quedan ahí, no en la superficie. Esas personas en la vida son muy poquitas.

P.– «El olor es perecedero». ¿Y qué no lo es?

R.– Por ejemplo esas personas que quedan ahí, en el recuerdo y van a quedar para siempre. Aunque lo bueno es que todo, bueno y malo, es perecedero. Se va olvidando. Eso es positivo y a la vez un poco triste.

P.– Y el último. «Has encendido una luz dentro de mi alma». ¿Qué le enciende el alma en este tiempo gris?

R.– Hay momentos en la vida en que no esperas nada de nadie. Y de repente algo te sorprende, algo te llega y se enciende una luz. Ves algo. Algo brilla. Y el corazón empieza a palpitar más.

P.– ¿La vida es más física o más poesía?, ¿qué ve?

R.– Creo que voy alternando. Los poemas los escribí cuando tenía más tiempo, me quedé en paro y tenía más tiempo para escribir y salir a la calle y ver lo que sucedía. Ahora como tengo bastante trabajo, estoy más en un momento de física.

P.– ¿Piensa en fórmulas o en versos?

R.– En lo cotidiano pienso más en verso. Las ecuaciones las utilizo más bien poco, porque soy más bien experimental y al final te centras en un área y utilizas poquitas fórmulas. En lo cotidiano soy más poeta.

P.– ¿Qué busca escribiendo y qué encuentra?

R.– Es una pregunta difícil. Quizá me evado un poco de la realidad y a la vez me gusta cuando aparecen las palabras en la cabeza. Me parece fascinante, divertido, cómo aparecen y cómo se unen. Y la sensación es la misma que cuando me sale un experimento. Cuando aparecen esas palabras que se juntan me siento alegre, muy alegre. Digamos que la sensación que sintió Arquímedes cuando dijo su ‘Eureka’ la siento yo en los experimentos y también cuando unas frases se conectan, o en mi cabeza aparecen unos versos. Cuando escribo poesía.

P.– Confiesa «miedo» hablando de los ríos... ¿Qué metáfora es esa o qué realidad?

R.– En ese poema existen distintos tipos de ríos y distintas maneras de abordar el final, que es el mar. En esa idea de abordar el final, como lo hacen los ríos, a veces entran directamente, como el Tajo, o como las rías, que entra el mar y te rescata. (Ya, yo hablaba de sus miedos). No sabría decir... Ahora igual defraudar a la gente puede ser un miedo. Y decir no. Me cuesta mucho y me da miedo decir no.

P.– Un verso lento para esta provincia.

R.– En esta estación de Soria / de llegadas y salidas / se encuentran más adioses / que frases de bienvenida.

P.– ¿Qué cambia cada vez que viene y va a Alemania?

R.– Últimamente ya no cambia absolutamente nada. Es volver. No cambia nada.

P.– ¿Miente cuando escribe?

R.– No, realmente no. Cuando escribes poesía es difícil mentir. Ahí pongo yo parte de mi alma. Sería muy evidente.

P.– ¿Le pone más puntos y seguidos o aparte a la vida?

R.– Soy más de puntos seguidos que de puntos aparte. En algún momento a lo mejor hay que poner puntos y aparte. La vida nos los ofrece y hay que vivir con ellos.

P.– ¿Por qué escribe y por qué publica?

R.– Poesía de las cosas cotidianas va dedicado a mi familia y a mis amigos, que no leen mucha poesía. Me hacía ilusión que pudieran coger el libro y lo pudieran leer y entender. Por otra parte es mi primer libro en solitario y quería probarme, probar esta faceta.

P.– ¿Qué envidia de Alemania?

R.– Me gusta mucho la seguridad que tiene como Estado. La capacidad de prever las situaciones. Ante cualquier circunstancia ya han previsto, no solucionan los problemas rápido ni en el último momento.

P.– ¿Qué le desencaja de un verso?

R.– Creo que a estas alturas no me desencaja nada. 

P.– ¿Hay que tener los ojos muy grandes para estudiar algo tan minúsculo como la Microscopía?

R.– En mi caso no hay que tener ojos grandes, sino sensores muy exactos... porque el microscopio que utilizo yo no es visual, es táctil. Y entonces hay que tener sensores muy finitos. Los sensores serían como un dedo que acaba en una molécula y con esa molécula puedo ver lo que hay en la superficie. Por eso digo que a veces en la física hay más poesía de la que parece. Cuando piensas en el pasado, y en la posibilidad de coger una molécula y con ella poder visualizar la materia... hace un siglo no era ni imaginable.

P.– Traslade esos sensores laborales a los de su ser y la cotidianidad del día a día.

R.– Digamos que el cuerpo humano también es una máquina y está hecha de sensores. Todos los sentidos se basan en sensores. No hay mucha diferencia. La física y el desarrollo de nuevas máquinas está inspirado en otras máquinas que son el cuerpo humano.

P.– ¿Qué le atrapa de lo corriente de la vida?

R.– Me atrapa correr, ver lo que sucede, mirar el paisaje y las interacciones de la gente. Eso me atrapa bastante.

P.– ¿Más espectador entonces que actor?

R.– Soy ambos, pero me siento más seguro siendo espectador. A veces tengo que coger el rol de actor y me siento más incómodo.

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