Heraldo-Diario de Soria

ENTREVISTA / ALEJANDRO LLORENTE MACAYA

«Los taxistas somos muy necesarios, pero no creo que se nos valore mucho»

Lleva año y medio al volante del taxi, por el que apostó unos meses después del confinamiento. Conocía el sector de cerca, pero de palabra (la de su padre, Goyo). Ahora, el taxista más joven de Soria ya sabe lo que son 100.000 kilómetros al año, la rapidez de un bicho en la vía, las horas muertas del taxi o un (más que posible) contagiado en el asiento de atrás. Disponible las 24 horas, Alejandro a veces calla, otras hace de psicólogo, pero no cambia el volante por nada.

Alejandro Llorente es taxista.-MARIO TEJEDOR

Alejandro Llorente es taxista.-MARIO TEJEDOR

Publicado por
P. PÉREZ SOLER
Soria

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Pregunta.– A Madrid, Puerta de Atocha, por favor. ¿Cuánto me va a costar el kilómetro?

Respuesta.– Debería decirte a cuánto se cobra el kilómetro, el precio total, avisarte de que se cobra siempre ida y vuelta, porque yo te dejo el Madrid pero tengo que volver a Soria. (Ya, pero no me contesta). A 0,60. 

P.– ¿Por qué se hizo taxista?

R.– Siempre me ha gustado conducir. Antes estaba en Amazon. Mi padre me propuso esto y le dije que sí. Mi padre es mi jefe. (¿Y?). No me puedo quejar. (Ríe).

P.– ¿Qué es lo más raro que le han pedido o comentado en el taxi?

R.– Con la foto de Andrea que llevo en el espejo, un cliente me dijo que cuántos años tenía mi hija. (Andrea es su pareja y el comentario en cuestión no se ajusta a la realidad del papel. Damos fe).

P.– ¿Son tiempos malos o peores?

R.– Son malos, pero trabajo siempre hay. El virus ha quitado viajes, pero trabajo hay todos los días. Unos días no paras y otros no haces nada. Pero hay que echarle horas.

P.–¿Qué pasaría si su sector fuera a la huelga?

R.– Mucha gente reclamaría el taxi a todas las horas. Hay personas que no tienen hijos o si los tienen no las pueden llevar a los hospitales, o tienen que ir a pueblos. Creo que los taxistas somos muy necesarios, por ese motivo. Nosotros llevamos a mucha gente a la que los hijos no pueden llevar y tienen que tirar de taxi. Pero no creo que se nos valore mucho.

P.– Blablacar, Uber, Cabify... ¿qué suponen?

R.– Muchas personas siempre miran el precio. Pero es que Uber, por ejemplo, un día de lluvia, de la plaza de toros hasta Camaretas, 10 euros. Día de lluvia. Y el día que no llueve, tres. El taxi siempre tiene las mismas tarifas; que tú quieras bajar el precio, eso es otra cosa. El taxi tiene unas tarifas reguladas por el Ayuntamiento, pero la gente, sobre todo jóvenes, miran más el precio. Además, tienes que fiarte del conductor. Yo he visto muchas noticias en las que Uber  o Cabify acaban bajando por escaleras. Un taxi no hace eso.

P.– En Soria no hay Cabify, ni Uber. Algo bueno tendría que tener una ciudad pequeña.

R.– Creo que aquí Uber o Cabify no harían nada. En Soria, de lunes a viernes, lo que más coges en el taxi es gente mayor. Hospitales, pueblos... Gente joven, poca, solo la que coges en el bus, en Camaretas.

P.– ¿Qué me da un taxi que no me dé un VTC (vehículo de transporte con conductor)?

R.– Un taxista te da seguridad, profesionalidad y amabilidad.

P.– ¿De dónde saca lo que paga de más de gasolina? ¿Lo repercute al cliente o de su bolsillo?

R.– Debido al coronavirus, el Ayuntamiento este año ha subido un poco las tarifas urbanas; las de los pueblos, no. (¿Los precios?) Sí, cada ayuntamiento manda sobre los taxis de esa ciudad: en el de Madrid sobre los de Madrid, el de Soria en los de Soria.

P.– ¿Lo cambiaría por un trabajo en el que hubiera que fichar?

R.– Fichando haces ocho horas y te vas a casa, aquí puedes hacer 12 y te vas a casa cuando quieres. No hay horarios y si en un momento dado estás en la parada y no hay trabajo, puedes aprovechar y decir me voy al supermercado a comprar. Eso en una fábrica no lo puedes hacer. No lo cambio.

P.– A usted no le confinaron. Fue uno de los taxistas que llevaban muestras al hospital.

R.– Sí, en general todos. Creo que fue la Junta, que nos ofreció el servicio a los taxistas. Necesitaban medios para ir del hospital a los pueblos a las residencias, luego a los centros de salud. 

P.– ¿Qué ha metido la pandemia en el taxi, además de mamparas?

R.– Más limpieza incluso de la que ya le dábamos. Ahora la cosa se ha relajado, pero antes montaba gente en el taxi y pensabas ¿tendrá el virus, no lo tendrá? Luego estás en la parada, te llaman y te dicen ‘oye, tengo que ir a hacerme una PCR’. Piensas que si no podría ir en ambulancia, andando, pero es trabajo y hay que hacerlo. Segurísimo que me he montado con gente con el virus, segurísimo. Otra cosa es que no lo haya cogido. Si he sospechado, luego he desinfectado más. Cuando se puso el punto PCR en el Mirón subíamos a todas las horas. Había personas que tosían y demás. Luego, el spray desinfectante.

P.– ¿Y ahora que se quitado la mascarilla?

R.– En el taxi la situación es la misma que antes porque tenemos que seguir con ella, ya que es transporte público. Pero hay gente que se monta sin la mascarilla y le tienes que decir que se la ponga porque es obligatoria. La gente no tiene claro que en el taxi hay que seguir llevando mascarilla.

P.– ¿Dónde encuentra las mejores soluciones?

R.– Las del taxi se las pregunto a mi padre; de la vida, me pongo a pensar en qué me dirían las personas cercanas.

P.– ¿Qué hace cuando alguien se echa a llorar en el asiento de atrás?

R.– A veces haces de psicólogo. Llevamos funerales, así que es algo que también ves. En ocasiones piensas que es mejor no abrir la boca y guardar silencio. Intentas hablar con ellos, que se tranquilicen. Otros te cuentan su vida sin que preguntes. En situación normal, yo prefiero ir hablando que callado.

P.– Con corzos y jabalíes toquemos madera.

R.– Corzos y jabalíes no me he llevado ninguno por delante. Pero frenazos, muchos. Es lo que tiene el día a día del taxista cada vez que sale a la carretera. Cuando sales y sabes que vas a volver tarde, o no sabes ni la hora, los corzos, ciervos, jabalíes y zorros siempre van a estar y tienes que llevar mucho cuidado. Se te fastidia el coche y te pegas una semana sin trabajar.

P.– Disponible las 24 horas.

R.– Claro. Asistencias salen a cualquier hora. Además, aquí en Soria no hay horarios, puedes trabajar los días y las horas que quieras. Lo que te dé la gana, en ciudad me refiero. No es como en Madrid, donde el taxista tal tiene que descansar sí o sí el martes y solo puede hacer al día 13 horas. Aquí hay taxistas que no son 24 horas. Mi padre y yo sí lo somos. Una vez te sale un servicio al hospital a Urgencias y otra un coche averiado que va a Madrid a la T4. Disponible las 24 horas, sí.

P.– ¿Ventajas de ser taxista en Soria?

R.– Es una ciudad pequeña en la que mucha gente se conoce y tienes clientes habituales. Muchas personas llaman al mismo taxista.

P.– Le pregunto por los adoquines. Los dulces no; los del asfalto.

R.– No facilitan nada la conducción. Nosotros pasamos por esas calles con frecuencia, los amortiguadores se fastidian y no es nada cómodo, ni para el coche, ni creo que tampoco para quienes viven por esas zonas. Pueden quedar muy bonitos, pero para conducir no son lo ideal.

P.–Es usted el taxista más joven de Soria, ¿cómo sería circular sin GPS hace dos décadas?

R.– No lo he pensado, la verdad. Cuando voy a otras ciudades antes miro por el GPS dónde voy. ¿Antes? No sé cómo sería, imagino que con papel. 

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