Heraldo-Diario de Soria

ENTREVISTA / RICARDO ÁLVAREZ CODESAL

«En un incendio lo primero que veo es un monstruo, el terror de la gente y el caos que genera»

La frustración e impotencia al sentirse vencido por un incendio quema tanto como el arrojo cuando combate las llamas en el monte. Biólogo por amor a la vida, este bombero forestal, con años ya en la profesión, nos recuerda la cara necesaria del fuego, su energía, su capacidad para la biodiversidad. Y advierte también de su rostro voraz e inhumano, impredecible, al que planta cara desde la BRIF de Lubia. 

Ricardo Álvarez es bombero forestal.-HDS

Ricardo Álvarez es bombero forestal.-HDS

Publicado por
P. PÉREZ SOLER
Soria

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Pregunta.-El fuego es luz ¿y qué más?

Respuesta.-Y calor, y muchas cosas... El fuego es una herramienta realmente, casi un invento del ser humano porque en la naturaleza lo encontramos muy pocas veces; la mayor parte lo encontramos por el ser humano y generalmente para razones buenas. Algunas para malas. 

P.-¿Y tiene vida propia?

R.-Cuando está descontrolado en el monte sí. Es un ser que devora y actúa como quiere. Es impredecible muchas veces, otras puedes predecirlo. Muy voraz, sí. 

P.-¿Qué elementos irracionales tiene?

R.-El caos que es en sí mismo. Al final es una forma de energía que va devorando cosas que están organizadas, tanto seres vivos, como materia orgánica, que tiende a desorganizarlas y generar el caos. Por sí mismo es caos. El fuego en sí es caos. Solo deja de serlo cuando está confinado en una chimenea; cuando intentas hacer, en nuestro caso, una quema controlada o un contrafuego para acabar con ese caos descontrolado. Pero en sí, el fuego es caos. 

P.-Nos espera bastante caos en este siglo.

R.-No solo por el cambio climático. El cambio climático ayuda a que ese caos se incremente, por la falta de humedad, las sequías prolongadas, sobre todo por la falta de gestión del territorio, la despoblación. Si queremos vivir en este planeta y no tenemos cuidado y hay despoblación, lo que existe es acumulación de vegetación en el monte. Normal. Como naturaleza que es, crece y se desarrolla, y se acumula más materia orgánica y más combustible desde el punto de vista de los incendios. Lo que tiene que haber es gestión del territorio. Normalmente la hace la gente que vive en el rural; si no hay gente en el rural, hay que hacerlo de otra forma. Si no, encontraremos incendios inmensos cada vez más grandes. 

Además, los dispositivos de incendios, al ser cada vez más potentes y acabar con los incendios rápidamente, lo que hacen también es que hay más combustible disponible. Creo que en ciertas épocas del año, algunos incendios que no hagan daño, en vez de apagarlos habría que pastorearlos un poco; dejar que se queme hasta esta pista, hasta aquí y hacer esa gestión artificial del territorio. Pero el caos va a ir a más porque no se están tomando medidas de gestión del territorio y despoblación.

P.-

¿Qué ve cuando mira un incendio en el monte?

R.

-Buf... (Si es que le da tiempo a pensar). Sí, hay veces que da tiempo a pensar. En principio, cuando llegamos, nada más verlo lo que veo es un monstruo y el terror de la gente, el caos que genera y un peligro para mi vida. Cuando es pequeñito, no, pero en otras la aproximación al incendio es una amenaza para la vida. Otras veces, por la noche, aunque suene feo, es un espectáculo. Verlo avanzar cuando estás en una zona segura es un espectáculo, dantesco pero espectacular. Es algo que dices 'madre de Dios' y te hace sentir incluso mal porque piensas en cómo podemos ver belleza en esto que es devastador. Pero ocurre.

P.-¿Cómo se dedica a matar el fuego y su desolación un biólogo?

R.-Estudié Biología, ejercí de biólogo unos cuantos años y volví después a esto. El trabajo me gusta en sí, el compañerismo con la gente, la descarga de adrenalina que hay en ciertas situaciones... Me parece que es un trabajo en el que se aporta algo. Todo el mundo se plantea qué hacer con su vida. Yo quería hacer algo que sirviera, que todo fuera un poquito mejor después de mi paso. Durante la Universidad estuve dos veranos trabajando como bombero forestal, que era a lo que quería abocar la Administración este trabajo, y al final acabé dedicándome a ello y quiero que sea mi profesión. Básicamente por dejar un poco mejor a los que vengan por detrás. Cada vez lo veo más crudo, pero bueno... También me ha llevado en cierto modo a intentar mejorar no solo lo que dejo de medio natural, sino lo que dejo de oficio a quienes vienen por detrás.

P.-¿Cómo se pone uno a la altura del fuego?

R.-No creo que haya que ponerse a su altura ni intentar ser más. Hay que intentar comprenderlo. Dentro del caos, de lo impredecible que es, ver los resquicios que tiene y que pueden ser anticipados. E intentar atacarlo en sus puntos débiles. Muchas veces solo se le puede atacar cuando él te deja. Hay ocasiones en que es necesario dejarlo campar a sus anchas porque es imposible hacer nada con él. Y en el momento que te deja una oportunidad hay que saberla y aprovecharse de sus debilidades en ese momento. Lo que te va a buscar es combustible para devorar. Puedes ir a las bravas y cuando tiene combustible intentar apagarlo con agua, con batefuegos, pero generalmente lo que más funciona es retirar el combustible o aprovechar cuando hay poco.

P.-¿Cuáles son sus puntos débiles?

R.-Muchos, muchos. Primero quizá, frente al fuego, ser impulsivo. Tienes que estar esperando, buscar la estrategia y a veces se tiende a ser un poco impulsivo y no esperar al punto débil y meterse antes de tiempo, lo que puede ser un poco peligroso. Y a veces siento miedo cuando lo que tengo que sentir es respeto y tienes que intentar racionalizarlo. Ahí te ayudan los compañeros que tienes alrededor.  Y frente a la vida no saber si las decisiones que estás tomando son las correctas o no. Llevo varios años en Soria, estoy bien y a gusto, pero por querer dedicarme a este trabajo, estoy lejos de mi familia y de mi pareja y no sé si estoy tomando buenas decisiones en cuanto a eso. 

P.-¿Se ha parado a pensar que el verbo sofocar tiene significados contrapuestos en el hombre y en el fuego?

R.-Sí, es curioso.

P.-¿Qué le sofoca a usted?

R.-A mí lo que me sofoca es la injusticia, desde chaval.

P.-¿Un bombero forestal tiene un pulso, una marca diferencial?

R.-Tiene que estar un poco pirado. Hay circunstancias en que o estas un poco pirado, llámalo osado, echao para delante, o no sé. También por la recompensa en cuando a lo económico: tiene que ser en sí generosa, porque vas a dar mucho esfuerzo y en ocasiones no conseguir nada. Hemos tenido jornadas enteras de trabajo -y nos ha pasado este año muchas veces- que se han ido al garete porque cambia el comportamiento del fuego y no has conseguido nada.

P.-¿Dónde ha estado este verano?

R.-Este verano hemos ido en La Rioja, en Navarra, Burgos, Segovia, Ávila, en Soria también, en Guadalajara, en Palencia y en Galicia.

P.-¿Le ha impresionado alguno por alguna razón?

R.-Sin haber estado en ellos, me han impresionado los de Zamora, por las informaciones de cómo se comportaba el incendio. Y de los que he estado presente, el de Cebreros, en Ávila. Aquello era impresionante. Corría el incendio, se comportaba de una manera que te parecía que estaba a punto de extinguirse y se volvía ávido de devorar el monte. 

P.-¿Qué elemento que no sea el agua vence antes al fuego?

R.-Para que no arda el monte básicamente lo que tiene que haber es sensatez en la gestión de los usos. Todo esto es consecuencia del modo de vida que tenemos: si queremos consumir, tener este tipo de vida, se despuebla el rural porque la materia prima se produce en Ucrania o donde sea y el poco rural que hay se mantiene a base de subvenciones para que no desaparezca del todo, si no, sería imposible. Sería tremendo que no hubiera gente en el campo. Y si queremos poder comer carne todos los días, el ganado tiene que estar estabulado en naves; si queremos trigo barato tiene que venir de Ucrania porque no pueden producirlo los agricultores de Castilla y León ya que va a ser un poco más caro el pan. Al final es nuestro modo de vida. El ser humano es un organismo, como cualquier otro que hay en la tierra, y hace lo que cualquier organismo si no le ponen cortapisas. Un conejo se va a reproducir y reproducir hasta que venga un depredador. El ser humano no tiene nadie. Tendría que ser nuestra razón y somos un ser bastante irracional, así que lo que hacemos es devorar, devorar y devorar hasta que algo nos lo impida. Al final va a ser la falta de recursos, el exceso de incendios, el cambio climático o cualquier otra cosa.

P.-¿Qué siente al sentirse vencido por un incendio?

R.-Frustración e impotencia. Si le preguntas a cualquiera es lo que te diría. Y dependiendo de lo que hayas visto quemar, pues pena. Hay veces que te da una pena cuando ves un monte arder... Ves a una paisana que se pone a llorar, no ya porque se le haya quemado nada, que a lo mejor no se le quemado nada propio, sino porque ve arder su tierra. Pongo el ejemplo de mi pueblo, que es tierra de campos, que ha ardido este verano de hecho. Se quemaron 2.000 hectáreas en mi pueblo, en Zamora. Y no he querido ir por allí porque me va a dar una pena del copón, pues no te digo más. 

P.-Transcribo el titular del reportaje de un compañero. “¿Por qué Soria no se quema?”

R.-Soria se quemará. Estoy convencido. Tendrá un gran incendio forestal en algún momento, porque ocurrirá. Ocurre en todas las zonas donde hay grandes superficies forestales. ¿Por qué no se quema hasta ahora? Primero porque la gente en otras zonas del país tiene el fuego como uso tradicional, de gestión de territorio; en Soria rara vez lo ha habido; en Soria no se quema también porque hay una gestión de los montes, del pino sobre todo, que da resina y dinero. También por el clima que es más amable para los incendios. Este año no. Creo que cuando el rural da un poco de dinero, tiene setas... la gente cuida más eso. Es una conjunción de cosas, no es una respuesta sencilla. Aquí el monte da dinero y hay gente que vive de él. Los usos tradicionales no conllevan el fuego. Realmente sí hay incendios anualmente en Soria, pero no agarran muchos de ellos; otros son en zonas no comprometidas.

P.-Oiga, ¿qué hay de cierto en los exiguos bocadillos que a veces aparecen en las redes sociales?, ¿de verdad han comido esos míseros bocatas tras 12 horas de trabajo?

R.-Muchas veces, sí, sí. Pero no solo en Castilla y León, en muchos sitios. Unas veces llegan bocadillos espectaculares; otras, te llegan miserias. Se juntan varias cosas. No creo que la Administración  ponga cortapisas en avituallamiento. La Administración tiene la culpa de cómo se gestiona la logística, no del bocadillo que llega. El bocadillo que llega es una consecuencia de cómo se gestiona esta logística. No es que la Junta quiera matar a los bomberos forestales de hambre, pero es que gestiona tan sumamente mal que ésa es la consecuencia. En un primer día entiendo que sea complicado dar a gente una buena vitualla y demás. En los días consecutivos eso tiene que estar gestionado. ¿Qué pasa? Normalmente son los agentes medioambientales en cada incendio los encargados de conseguir los avituallamientos para la gente. Hay ciertas zonas en que a lo mejor tienes un bar o ninguno. O te tienes que desplazar 150 kilómetros, o a la ciudad, para conseguir vituallas para 200 personas. Entiendo que el primer día llegue el agente medioambiental, vaya a un bar y pida 250 bocadillos y lleguen esas miserias. El segundo día no tiene perdón de dios. ¿Qué ocurre? Que un agente medioambiental no tiene por qué salir del monte, dejar de gestionar un incendio, para ir a pedir comida. Tiene que haber un servicio de logística. Y el dispositivo de extinción de incendios de Castilla y León es de lo más precario que he visto en mi vida. Antes trabajaba aquí, estuve años en ello. Cuando ya trabajas en uno a nivel estatal y conoces todos porque te desplazas, te das cuenta de que es el más miserable, pero de lejos. Y es algo tan sencillo como en Extremadura, que han delegado eso a la Cruz Roja. Llaman y piden el avituallamiento, porque no podemos comer solo a base de bocadillos.  No puedes estar en un incendio 12 ó 14 horas y que te llegue un bocadillito o uno grande de ternera, que nos han llegado, que no eres capaz de comerlo. A lo mejor tenías que tener un servicio de logística. Es falta de voluntad política, no es que lo quieran hacer adrede y por ahorrarse dinero.

P.-Mire, en 2029, sacamos un titular sobre que iban a comenzar las obras de ampliación de la BRIF de Lubia. Este año lo hemos repetido.

R.-Sí. Yo si tengo suerte no viviré en el edificio nuevo que hagan. Visto lo visto, me trasladaré en los próximos años si puedo, aunque estoy muy a gusto en Soria. Dentro de tres años no está acabado. (Mangueras tendrán suficientes, imagino).  Sí, sí. Medios para la extinción no nos faltan, aunque alguna vez racaneen con alguna cosita. Lo que nos falta más que medios son recursos para bienestar estando en la base. Son todo módulos de obras superviejos, rotos y muy en precario. Este invierno nos llegamos a plantar porque fuimos una mañana y dijimos que no nos cambiábamos hasta que no estuviera mínimo a 12 grados. Tenía las cantimploras de las taquillas congeladas. Yo no estoy dispuesto a cambiarme a -3 grados y ponerme la ropa congelada, literalmente. Pero medios sí. Tenemos suerte, trabajamos para el ministerio, para una empresa que se llama Tragsa, que al final es pública, y no hay problema.

P.-

Dígame algo que no sepa de un fuego.

R-

El fuego lo tenemos como algo destructor pero es una forma de energía que es parte de la vida.   Al final, el fuego utilizado de forma correcta genera biodiversidad. A veces no tiene que haber miedo a que se quemen ciertas hectáreas de forma controlada y con criterio. 

P.-¿Qué hace con las cenizas?

R.-Las guardo en una cajita muchas veces demasiado tiempo hasta que al final las olvido  o se las lleva el viento. Me las suelo llevar encima y llevarlas tanto tiempo...

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