Heraldo-Diario de Soria

ENTREVISTA / RAÚL RUBIO ESCUDERO

«Nunca desaprovecho la ocasión de quedarme callado; prefiero escuchar lo que tienen que decir los demás»

Cuenta esta ‘rara avis’ que en el medio rural, en el pueblo, siente uno que apenas necesita nada, que la ciudad crea necesidades. En cualquiera de los dos sitios necesita él escribir más que hablar y eso que con pocas palabras puede dejar mudo al más ‘pintado’. Prudente y escuchador, no va con él ni la voz elevada, ni el tono agrio y vaya si los vive de cerca en ocasiones. El secretario de la Diputación es un observador del entorno, fuente de inspiración de sus libros, el último, con premio internacional.

Raúl Rubio Escudero.-MARIO TEJEDOR

Raúl Rubio Escudero.-MARIO TEJEDOR

Publicado por
P. PÉREZ SOLER
Soria

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Pregunta.-¿Hasta qué punto las leyes nos hacen humanos?

Respuesta.-Creo que las leyes son uno de los avances de la humanidad más importantes. Se habla de la rueda y estas cosas, pero el que nosotros mismos nos hayamos dado unas reglas para poder tener una convivencia pacífica, me parece una característica muy humana y uno de los grandes inventos.

P.-Oiga, ¿por qué escribe usted?

R.-Porque me tranquiliza mucho, lo primero. Porque me divierte. Y últimamente también escribo porque creo que hay que dejar escritas algunas cuestiones, cosas que veo que ocurren a mi alrededor y veo que deben ser expuestas, pero no de una forma técnica, sino de una manera literaria. Contadas de una manera que sea más fácil de entender. 

P.-¿Hasta qué punto necesita uno reconciliarse consigo mismo?

R.-(Ríe). No sé. La verdad es que no estoy en esa tesitura. No me reconcilio mucho conmigo mismo porque tampoco me arrepiento de lo que hablo. No sé. Me reconcilio muy poco.

P.-Habla de la necesidad de dejar cosas por escrito. Y lo ha hecho con el medio rural, del que en Soria se habla mucho. ¿No acaba de entenderse?

R.-No lo sé. Yo cuando escribo tampoco soy de moda, de la despoblación… No me rijo por ese tipo de cuestiones. Me son un poco ajenas, pero sí es verdad que aprecio que lo que es el mundo rural, que ahora está en boca de todos y a todo el mundo se le llena la boca con eso, como que no se conoce o yo no aprecio que se explique bien de dónde venimos. O de dónde vienen algunas cosas. Mis libros suelen estar ambientados en el medio rural pero de una forma poco complaciente, sin mitificaciones. Recoge palabras, maneras de vivir, de pensar de personas que han vivido en pueblos. Es una historia pero la ambientación es ésa, porque me parece interesante ir dejando estas cosas recogidas en un libro a través de historias. Y tratando siempre que haya una calidad; no poner la historia por ponerla y ya está, sino que haya siempre calidad en lo que hago.

P.-Piensa más que habla y eso es normal, pero poco frecuente.

R.-Nunca desaprovecho la ocasión de quedarme callado. Nunca. (Ríe). No hablo mucho, la verdad es que no hablo mucho. Prefiero escuchar, siempre he preferido escuchar. Siempre me ha gustado escuchar lo que tienen que decir los demás. Creo que a gente que escribe le pasa mucho. Me gusta escuchar lo que dicen, lo que cuentan, cómo lo cuentan, porque me sirve de mucho para luego componer mis historias, mis relatos. Además, es que todo el mundo tiene muchas cosas que contar, que decir. Soy poco de hablar. A veces en las conversaciones se eleva el tono de voz y parece como que uno quiere imponer su opinión gritando y a mí eso no me gusta. 

No me gusta acabar elevando el tono de voz. Cuando no elevas el tono de voz, muchas veces te acallan. Entonces me callo y ya está. Por eso me gusta mucho más escribir. Lo que quiero lo pongo en un papel y ahí lo lanzo y se acabó. Ahí no hay tonos de voz elevados ni gente que te quiera intimidar ni estas cosas. Por eso prefiero la palabra escrita a la hablada, aparte porque me da tiempo a pensar lo que voy a decir. Cuando voy a hablar no siempre reacciono con la frase más adecuada.

P.-A los políticos les ocurre lo contrario.

R.-La verdad es que a nivel técnico cuanto menos tengamos que intervenir, mejor. Ellos están en su debate y es lo que tienen que hacer. Mi función es de árbitro, de moderador. Al final que todos vayan cumpliendo las reglas y no se me den patadas en el campo, así que cuanto menos intervenga yo, mejor para todos.

P.-¿Lo va consiguiendo en la Diputación de Soria, donde es secretario?

R.-Creo que sí. Esta legislatura sobre todo sí he notado una elevación de tono, pero también han ocurrido muchas cosas. Ha sido una legislatura muy complicada para los políticos. Ha habido momentos de mucha tensión, con el tema de la pandemia sobre todo con las consecuencias, como se alteraron los servicios a raíz de eso. Todos hemos tenido los nervios a flor de piel y ellos también, pero en general se ha logrado mantener el orden en la legislatura. Ahora las cosas están más tranquilas.

P.-Sorprende sus temáticas cuando tiene una dedicación tan centrada en la legislación.

R.-Lo que hago en la Diputación es mi trabajo, para lo que me he formado, hice las oposiciones y sigo estudiando. Otra cosa es la afición a la Literatura, tanto leer como escribir. Nada tiene que ver pero es verdad que el mundo en el que estoy, y lo que veo, son una fuente de inspiración. Ahí ocurren muchas cosas que me inspiran en mi mundo literario, aunque he tratado de que eso se note poco. Quizá algún día escriba un libro más relacionado con este mundo, cuando esté fuera de él.

P.-¿De qué no se cansaría de hablar?

R.-De mi hija. De las cosas de mi pueblo, de los pueblos, de lo que alimenta mis libros; de la vida en los pueblos y la gente que vive allí. (¿Cuántos ha escrito?) He escrito tres. El primero es un libro de relatos, Cuentos del ramal del Norte, ambientados en el Canal de Castilla. Una de las grandes obras de la Ilustración en España. Mi abuelo y mi familia materna vivieron en el canal y me contaron muchas historias. Tuvo bastante buena acogida en Valladolid, Palencia y Burgos. Otro, 99 historias de verdad y una de mentira. Son relatos variados. Y luego me animé con esta novela, La raíz podrida, que es esta última. Relato que le quedó muy largo y se convirtió en una novela, no larga pero sólida. Quedó bien armada. 

P.-Ancla esta última en el medio rural. ¿El medio rural entiende de ideología?

R.-(Silencio). No lo sé. Creo que es más de personas que de ideologías. Incluso el ámbito local entero.  Quizá en el ámbito del estado, de una Comunidad Autónoma sí las haya, pero en lugares más pequeños o en la ciudad de Soria, que es un ámbito más pequeñito, pero sobre todo en los pueblos ahí la ideología queda un poco aparcada y la marca la pone la persona.

P.-Las críticas ‘literarias’ que le han llegado desde su ámbito de trabajo.

R.-Críticas profesionales siempre hay alguna. Con la obra son muy políticos, nunca mejor dicho. Los políticos que han leído lo que hago siempre me dicen que les parece bien.

P.-¿Qué le mueve a la introspección?

R.-Pienso bastante en las cosas que veo a mi alrededor. No lo que me cuentan por la tele o en los periódicos. Lo que me mueve es lo que veo en mi entorno, lo que palpo. No tanto lo que me trasladan desde fuera. Esto que digo igual no es bueno para tu periódico. (Ríe). Lo que me mueve a la reflexión es más lo cercano.

P.-Para eso hay que saber mirar. Seguro que no lo hace igual que el compañero político.

R.-Es bueno que cada uno esté en su punto de vista a la hora de observar las cosas. Y a mí me parece que es lo que tiene que ser, que cada uno aprecie las cosas más o menos y tenga su punto de vista. Me parece normal.

P.-¿Qué es lo más duro que ha trasladado en sus libros?

R.-No lo sé. Nunca había pensado en ello. Una idea que trato de trasladar es que en estas cosas del abandono rural, mucha culpa tiene la gente que está dentro. ‘No se hace nada por mi pueblo’. Ya, pero es que tú tampoco estás haciendo nada. ¿Qué haces? Irte. Es un mensaje que a mí me parece bastante duro. Hay muy poca autocrítica. Vamos, que los culpables de la despoblación son los de aquí. Se habla de ello con la boca pequeña. Y luego también el tema de las instituciones. Ahí lanzo también un mensaje duro, pero salvando siempre a las personas. En todas las instituciones hay personas, honestas, muy razonables y empáticas.

El como sea una persona es fundamental, traslada todo a su trabajo, a su entorno. Hace que las cosas vayan bien o vayan mal.

P.-“Hacer lo útil, decir lo justo, contemplar lo bello….”, dice el poeta. ¿Se entera un político si se le dice lo justo o hay que explicárselo más veces?

R.-Hay veces que hay que explicárselo más veces. Hay gente que sí que escucha, otra cosa es que te haga caso o no. Eso no me parece mal. El tema de la capacidad de escuchar y entender es verdad que hay personas que no la tienen tanto. Sobre todo hay gente que cuando no escucha lo que quiere oír se enfada contigo. Eso es un problema. Tú al final estás ajeno a la batalla, pero ‘escúchame, pero no te enfades conmigo’. Yo no soy ningún enemigo para nadie. 

P.-La raíz podrida  ha recibido el segundo premio del 24 International Latino Book Awards.

R.-No me lo esperaba. Ya estuvo en los premios de la propia editorial, en los siete finalistas, y no ganó. Y luego la editorial me dijo que lo iba a mandar Estados Unidos, y les dije que bien, pero yo no tenía ninguna esperanza de nada. Y quedó segundo. Fue una sorpresa, pero también te digo que siempre he confiado mucho en el libro y en su calidad literaria. Yo soy humilde con otras cosas, pero con los libros no, y menos con éste.

P.-En la voz del periodista Jesús Quintero, ¿a quien de esta casa le hubiera hecho una entrevista?

R.-Sin duda alguna a algún conductor del presidente. A cualquiera de ellos. Son los que más saben. 

P.-Si fuera un ciudadano corriente y moliente, que no lo es, ¿cómo de lejos se sentiría a los políticos?

R.-Bastante. Yo veo a mis padres que están totalmente alejados. Desconocen por completo el mundo político, son agricultores, de Palencia, y han vivido toda la vida ajenos. Ni se han preocupado de este tema. Y yo me identifico con ellos, sería como ellos.

P.-Visto como está el patio, ¿a quién tiene que hacer más caso el ciudadano, a la norma o al político?

R.-Es una pregunta difícil, porque la norma la hacen los políticos, aunque luego tienen un componente técnico. Dentro de la dificultad de la pregunta, no tengo ninguna duda: a la norma.

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