QUINTA ESQUINA / AURORA DE LEÓN MERÁN
«Debemos resucitar el sentido común: como sociedad lo hemos perdido y vamos a la deriva»
Cofrade, inmigrante, latina y aurora -por lo que tiene de alba-. Maestra -aprobada la oposición, pero en una lista de espera interminable-, trabajadora, madre y hacedora infatigable de cursos de formación. Hablamos con Aurora -ahora sí en mayúscula- de Semana Santa, de integración, de la más de media vida que lleva en Soria. Una historia a ras de suelo, más cercana a los verbos perseverar y resistir que al de resucitar.
Pregunta. Somos universales y cosmopolitas, sí. ¿Pero cuánto cuesta ser extranjero en esta tierra?
Respuesta. Ser extranjero en esta tierra cuesta. Es curioso porque Soria también fue tierra de emigrantes, cuando la primera Guerra Mundial y la Guerra Civil. Es curioso cómo olvidamos, cómo borramos. No es generalizado, te encuentras personas de todo tipo. Cuando llegas a una ciudad, a un país que no es el tuyo y no es tu entorno habitual, cambian mucho las cosas. En mi caso cuando llegué lo hice cubierta, por así decirlo, en el ámbito familiar. Primero vino mi madre y luego nos trajo a mi padre y a mí y a mis hermanos. Tienes el refugio de la familia. Te incorporas a un colegio y eres la nueva y desconocida. Cuestan mucho muchas cosas y te tienes que ir habituando a un nuevo contexto, otra cultura. Tienes que transformar un poco tu mentalidad y adaptarte para sobrevivir porque no queda otra.
P. ¿Qué cuesta más, ser inmigrante o cofrade en Soria?
R. Ser cofrade no me ha costado nada. Es algo que vivo desde dentro y me llena muchísimo. Desde el primer año en que llegué a Soria he sido cofrade en la misma cofradía, la Entrada de Jesús en Jerusalén, y ahora también lo son mis hijos. Es algo que nos sale. Ser inmigrante es duro. Tienes que acostumbrarse, adaptarte a un nuevo entorno.
P. Para un perfil de lo primero, ¿ante qué se sintió 'de fuera' en la llegada?
R. Me ha costado mucho entender el carácter castellano-leonés, un poco cerrado. Convivir en la ciudad igual no, pero sí un poco la gente, aceptar y acomodarte a esa cultura, a esos comportamientos sociales, aspectos culturales. Eso puede que me haya costado más.
P. ¿Por qué se va usted de la República Dominicana y elige Soria?
R. Yo ahí no tuve ni voz ni voto. Fue la comandanta, mi madre. Primero vino una hermana de mi madre, mi tía, que fue quien trajo a mi madre con contrato: por aquel entonces venías a trabajar de empleada de hogar, interna, y llegabas a la Soria profunda a trabajar de empleada de hogar. Luego mi madre nos trajo cuando pudo hacer la reagrupación familiar que se hacía en aquel entonces. Fue por supervivencia, para mejorar la calidad de vida, tener oportunidades que no había. En ese aspecto lo que hemos tenido es un acceso más amplio en el tema de educación, de sanidad... Es abrirte la mente a otro nivel.
P. Para un perfil de lo segundo. ¿Por qué es cofrade hermana Aurora?
R. Mi familia es de tradición católica. Cuando llegamos aquí nos correspondía la parroquia de La Mayor y por aquel entonces acogía muy bien, te orientaban, te daban unas pautas en tema de ayudas, del colegio... Ser cofrade me gusta, lo hago con mucho gusto y no me condiciona para nada. Y aquí en la Entrada de Jesús de Jerusalén me siento muy a gusto.
P. ¿En qué no es una cofrade al uso?
R. Respeto la manera de practicar la religión de todo el mundo. Considero que participando en la procesión, dando lo mejor de mí como persona, ayudando en lo que pueda, ejerzo esa labor de cofrade. Hay gente que se expande, que quiere estar y llegar a todo. Creo que es mejor enfocarte en una cosa y hacerla bien. Respeto cualquier modalidad, pero estar a todo y a nada...
P. ¿Qué hay dentro de la Semana Santa?
R. Cofrade se es todo el año, aunque salgamos puntualmente en Semana Santa. Pero en este tiempo es cuando tenemos marcado salir a la calle y trasladar a la gente lo que significa la Semana Santa. Lo que es vivir la Semana Santa. Nosotros lo vivimos como parte de nuestra vida. Somos lo que somos gracias a que tuvo lugar ese episodio. La Semana Santa es sacar a la calle, trasladar, compartir esa emoción, ese dolor, esa alegría de la Resurrección. No son solo las vacaciones del colegio. Hay que hacer una visión introspectiva de qué te aporta y qué saca de ti. A mí me llena muchísimo. Es época para reflexionar.
P. ¿Qué reflexiona a ras de suelo?
R. Reflexiono mucho y cada vez más. Reflexionar y rectificar es de sabios. Con 33 años, dos hijos y con las cosas que te pasan en la vida, siempre tienes ahí una reflexión. Lo primero sobre todo dar gracias. Te levantas, respiras y no eres dependiente de nadie. Es una suerte poder hacer estas cosas que parecen tan básicas. Todo pasa por algo y tiene un sentido.
P. ¿Qué le hubiera gustado ser en otra vida?
R. Maestra, de siempre. (Ya lo es). Sí, lo soy con un título. A la hora de ejercer está un poco complicada la cosa, pero sí, siempre me ha gustado. Tengo el recuerdo de pequeña de jugar no con muñecos, sino con otros niños pequeños siendo yo la profesora y dándoles clase. Hice una FP de grado superior de Educación Infantil, hice la carrera y ejerzo alguna vez que me llaman, pero no me dedico exclusivamente a ello, cosa que me gustaría. (Pero tiene aprobadas las oposiciones). Sí, pero estoy en una lista, no donde quiero estar.
P. A pie de calle, ¿qué conviene devolver a la vida o resucitar en este Domingo de Pascua?
R. Creo que estamos yendo a la deriva como sociedad y como personas. Pienso que estamos en una declive brutal y deberíamos reflexionar y tomar el control de nosotros mismos. Ser capaces de gestionar nuestras emociones, determinar qué nos afecta y qué no. Pensar cómo influimos en los demás y a nivel general. Debemos resucitar el sentido común, porque lo hemos perdido como sociedad y vamos a la deriva. Pasan cosas atroces y no hay forma de echar el freno. Creo que tiene que ver bastante el tema de la educación, no solo en las aulas, también en casa. Hay que inculcar a nuestros hijos el sentido común, el trabajo en equipo, colaborativo, ayudar a los demás.
P. ¿Cuántas veces al año renace usted?
R. Cada día. Cada día.
P. ¿Qué hace con sus minutos de silencio?
R. Darle muchas vueltas a la cabeza. Pensar ‘¿y si en vez de maestra, empiezo a estudiar Enfermería? Tengo dos hijos y siempre pienso en ver cómo hacer para que ellos sean personas resolutivas en la vida, que no sean parásitos sociales, sino personas capaces de desenvolverse en la sociedad, en cómo me veo dentro de 50 años, en lo que sucede... Pienso muchas cosas, en escribir un libro. No para mí sino para que la gente vea que se puede salir adelante, aun con las dificultades que se presentan en el camino.
P. Veinte segundos para hablar de la integración latina en Soria.
R. Hace 20 años, cuando yo vine, éramos pocos los extranjeros y entonces quizá percibí cierto rechazo, a lo mejor miedo a lo desconocido. Actualmente hay un volumen de extranjeros latinos mucho mayor y creo que la acogida es distinta. Es más abierta. No es lo mismo.
P. ¿Tiene más amigos latinos o españoles?
R. Mi familia es muy extensa, pero mi familia no cuenta como amigos. Diría que tengo más amigos españoles que latinos.
P. El verbo del recuerdo a su patria y el de aquí.
R. De allí, resistir. Cuando tienes 11 años y tu madre se marcha es duro. Te quedas con tu padre y tus hermanos y es duro. Eres la mayor y tienes que 'arrear' con los más pequeños. Y la esperanza de que vaya tu madre o de estar aquí con ella. Aquí me han pasado un montón de cosas. Vine con 13 años y ahora tengo 33. Llevo más de media vida viviendo aquí y me vienen muchos verbos, pero a lo mejor el de perseverar y el de resistir también. Perseverar y resistir.