Heraldo-Diario de Soria

Entrevista. Raúl Cacho Garcés

«Dios jugaría al engaño y en Carnaval se disfrazaría de refugiado o de mujer maltratada»

Sin reparos, sin contenciones superfluas, escuchamos el pensamiento del hermano mayor de la Cofradía de las Siete Palabras, a punto de empezar la Cuaresma y en el 75 aniversario de la hermandad. Superficialmente humanos, le preguntamos por su coleta y descubrimos un mundo; nos habla también de una cruz que solo da información, pero no identidad. Y del disfraz de Carnaval ni hablamos.

Raúl Cacho Garcés.

Raúl Cacho Garcés.MARIO TEJEDOR

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P. Estamos de Carnaval y de cuenta atrás para Semana Santa. Dígame una máscara (social o personal) que vea de forma frecuente.

R. No tendríamos una definida, pero sí que lo que intenta esconder son, sobre todo, emociones. Creo que intentamos proyectar una imagen mucho más positiva de lo que realmente somos. Estoy pensando en las redes sociales, en gente que quiere proyectar una vida de éxito y felicidad 24-7 y eso no es así. Todo tenemos momentos buenos, momentos más bajos. Es lo que veo. (Habla en general). Sí, sí, hablo del día a día, no solo de Carnaval. Supongo que Carnaval es un momento más lúdico y las máscaras más populares este año pueden ser las de Pedro Sánchez o Puigdemont.

P. Elija 7 palabras en forma de pregunta que no sean las de su cofradía.

R. Trabajo con adolescentes y suelo preguntarles cómo te sientes hoy, qué tal estás, por qué… Siempre he entendido que, por mi trabajo, emoción y cognición van de la mano. Si uno no está motivado, alegre, por circunstancias del contexto familiar o académico, no va a poder rendir plenamente. La pregunta sería ésa: ¿Cómo estás? No es una pregunta de cortesía, sino de pararte y mirar a la persona a la que has hecho esa pregunta y sepa que quieres saber realmente cómo está.

P. Oiga, ¿de qué se confiesa un cofrade?

R. (Ríe). Como todos, de los pequeños pecados del día a día. Como seres humanos estamos lejos de ser perfectos y muchas veces se nos olvidan las obligaciones tanto de un cofrade como de un buen cristiano. Desde la compasión a la empatía, a la escucha, a la ayuda, al estar atento a las necesidades de los demás. Sobre todo, a no haber dado ese plus que se exige a un cristiano. Ser siempre tu mejor versión.

P. ¿Qué secretos guarda su coleta de usted?

R. ¿Te han hablado de mi coleta? (La he visto). Más que secretos lo que guarda es lo que soy. Es una identidad. Me identifico con un tipo de música muy específico y nunca he pretendido esconderlo, no me ha parecido algo que esconder. Como anécdota te comento que mi padre siempre fue muy contrario al pelo largo y cuando acabé los estudios de Bachillerato le comenté ‘oye, igual me pongo a seguir los pasos de Jesús’. Se quedó sorprendido porque la familia tampoco era muy católica, muy practicante. Y le dije ‘voy a empezar por el pelo’ y se quedó tan sorprendido que ‘tragó’.

P. Seguramente será el primer hermano mayor con coleta en la historia de las cofradías de Soria.

R. Sí, soy consciente. Pensaba que iba a traer algún prejuicio más pero no. Todo el mundo me conoce y quien me conoce sabe ir un poco más allá de la imagen que mi coleta puede proyectar.

P. Recuerde la última discusión que tuvo por creyente.

R. Más que discusión es un poco el agotamiento de necesitar 15 minutos para explicarle a la gente por qué lo eres. Puedes ser en esta vida muchas cosas, identificarte como tú quieras, pero desde luego si eres creyente y católico parece que tienes que justificarlo. Y necesito como 15 minutos para explicarlo, mientras que la gente defiende su ateísmo sin aportarme nada nuevo. Más que discusión es tener que justificar continuamente tu elección.

P. ¿Expresaría uno su fe cristiana en un colegio público igual que lo hace en uno concertado, donde trabaja de profesor?

R. Creo que sí, que la verdadera identidad no se puede ocultar. Seguramente más que con las palabras sería con los hechos.

P. ¿Cree que esto sucede así, en general?

R. Hay gente que se camufla bajo una cruz y la cruz da información de la persona que la lleva, pero no da identidad. (¿Cómo dice?). Que yo lleve una cruz da información sobre mí, pero no personalidad; que una persona lleve un alzacuellos me da información, pero no lo hace mejor cristiano que otra persona que no tiene ese alzacuellos. 

P. Una irreverente. ¿De qué se disfrazaría Dios en Carnaval y por qué?

R. Creo que de cualquier cosa, porque su juego es que aprendamos a descubrirlo en el prójimo. Eso es lo que más nos cuesta. Creo que jugaría al engaño, pero desde luego no sería el cartel que hemos visto en la Semana Santa anunciadora de Sevilla; no sería ese Cristo con un estudio anatómico idealizado y esa belleza… Seguramente se disfrazaría de refugiado, en la debilidad. Creo que es el único dios que ha elegido ser rey y no al revés, la mayoría de los reyes pretendieron ser dioses y él no lo hizo así. Buscaría un disfraz que buscara la fragilidad humana, la mujer maltratada, un niño abandonado, alguien así.

P. ¿Y usted?

R. Sería algo más lúdico. Carnaval es todo lo contrario a lo que se nos viene, que es la Cuaresma. Algo que resultara simpático. ¿Quizá un superhéroe?

P. ¿Qué hace un hermano mayor que no haga uno pequeño?

R. La verdad es que nada. Creo que ha cambiado también mucho el sistema actual de las cofradías. Siempre han existido las juntas de gobierno, que tienen tanto poder como el hermano mayor que es, más que nada, una figura representativa. Sería imposible llevar todos los actos, por ejemplo de este 75 aniversario, sin la junta de gobierno.

P. 75 años desde la fundación de la cofradía de Las Siete Palabras. Algo en lo que haya evolucionado y algo que esté pendiente.

R. Evolucionar… Obviamente de aquellos primeros 50 hermanos que participaron en la primera procesión a esta, gracias a dios se ha incorporado la figura de la mujer y se está poniendo mucho en valor -es una de las ideas que nosotros intentamos- a los niños, darles importancia. Tenemos la confianza, o la creencia de que se habla de lo que se conoce y lo que se conoce se cuida. Pretendemos que conozcan la cofradía, desde la banda al club de las Siete Palabras, donde intentamos que ellos se conozcan, formen grupo… Eso estaba antes un poco olvidado y seguramente sea la parte pendiente.

P. Las Siete Palabras son, en realidad, siete frases. Quédese con una.

R. Cada una en su contexto es excepcional. Pero creo que la que más resume el sentir cristiano es ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen’. Es lo que refleja esa segunda oportunidad hacia ti y hacia el resto.

P. Deme un paso para desmontar.

R. No es un paso que procesionemos ¿no? (No). A nivel social se está perdiendo un poco el sentido de la solidaridad. Antes era más fácil desprenderte de algo que para ti no tenía ya utilidad -ropa, juguete…- y lo cedías si estaba en buen estado. Ahora existen plataformas para venderlos. Vamos buscando los cuatro euros que nos dan, en lugar de la solidaridad. Eso sí se está perdiendo.

P. Con actitud crítica, ¿qué le chirría de una cofradía?

R. Deberíamos ser cofrades durante todo el año y hay gente que solo muestra esa actitud durante la Semana Santa. Y es una actitud que nos debería acompañar en todo nuestro día a día. El lema con el que trabajamos en nuestra cofradía es ‘hermanos más allá del Viernes Santo’. Es eso, tener actividades, encuentros… para formar una verdadera hermandad, que era el sentido original de las cofradías, aunque en aquel momento era hacia determinados gremios.

P. ¿Qué aporta una cofradía a la sociedad?

R. Creo que deberíamos ser ejemplo. Igual que bajo un hábito que nos permite ese anonimato optamos por procesionar nuestra fe, también deberíamos demostrarlo cuando no llevamos ese capirote. Ser solidarios, empáticos, ayudar en todo lo posible al resto. Creo que es lo que más podemos aportar. La principal riqueza de nuestra cofradía no es el valor que pueda tener el Cristo del siglo XVI, es el patrimonio personal que tenemos. El de las personas, que solicites ayuda y haya siempre alguien dispuesto a echar una mano, en la cofradía y en general. Y todavía podríamos aportar muchísimo más, eso sí es una de las materias pendientes.

P. ¿Cabe dios en la Soria laica del siglo XXI de un estado laico en el que vivimos?

R. Creo que sí. Y más que caber es que es necesario. Cuando hablo con gente que me pregunta por qué he elegido ser católico, comento que Dios no es necesario en la vida diaria, hasta que llega un punto en que le necesitas. Seguramente, si uno recibe una llamada de teléfono sobre que un familiar ha tenido un accidente, en el trayecto, desde donde le pille, hasta el hospital, todos somos trascendentes e intentaríamos agarrarnos a algo.

P. Caben muchos en esta sociedad multicultural.

R. Hay cabida para las distintas creencias. Todos somos seres trascendentes. Hay gente que busca el yoga, hay gente que va al psicólogo… Si me permites contarte algo… Estamos en una sociedad en la que estamos intentando sacar la Biblia de las aulas, pero sin embargo la reciben muy bien y con los brazos abiertos en la cárcel.

P. ¿Qué hay que ensayar si las palabras son siempre las mismas?

R. Las palabras son siempre las mismas; la persona que las interpreta, no. Se ensaya el desfile, la música procesional…, pero más que ensayo es un momento más que nada de encuentro. Se han acabado las extraescolares para los chicos, el trabajo de adultos… te relajas, te encuentras con gente que es afín a ti. Lo mismo para la gente que tiene que ensayar a la hora de llevar el ritmo con el paso. Los ensayos de la banda son súper exigentes.

P. Hace siglos quemaban a los herejes en la hoguera. ¿hasta qué punto se arrincona, de una forma u otra, al creyente si así lo considera?

R. Se ha revertido un poco la situación. Ahora es el creyente el que es apedreado o apaleado públicamente. Creo que uno de los errores -no sé si exactamente errores- o faltas es que no se le ha dado la publicidad a todas las buenas obras que ha hecho. Han salido casos de pederastia que son, desde luego, deleznables, condenables, pero también es verdad que se ha olvidado muchas veces la labor de la Iglesia. Los primeros hospitales, las primeras escuelas, universidades. La verdadera riqueza es la gente que tiene, los religiosos, los voluntarios de Cáritas y otras ongs de la Iglesia.

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