Entrevista. María Lucía Jiménez Gómez
«Vivir la fusión entre el Casino Amistad y el Círculo Numancia tuvo que ser impresionante»
No trabaja en la sombra, pero nunca sale en la foto. Lo sabe, al igual que el resto de la directiva del Círculo Amistad Numancia, y tampoco lo hecha de menos. Lucía lleva trabajando en El Collado 23 una adolescencia, día a día en el veterano ejercicio de planificar, controlar y cuadrar cuentas y agenda. El trabajo feo de la institución más emblemática de la ciudad, el Casino. Y el más necesario.
P. El Casino es profeta en su tierra. ¿Y qué más?
R. Es una asociación en la que damos cabida a todo el mundo. Tenemos socios de 99 años y de menos de 30, incluso de 15. Damos cultura, entretenimiento. Son muchas cosas. Lo importante y la base de nuestro entretenimiento es la cultura. Está claro. Hacemos muchas actividades, tanto conciertos, como presentaciones de libros, conferencias... Ahora mismo hemos creado un club de jóvenes y estamos fomentando los juegos que les gustan, de estrategia, de cartas específicas para jóvenes. El Casino es una parte de la ciudad muy importante. Intentamos abrirlo a todos y en él todo el mundo tiene cabida.
P. Lleva trabajando en él 16 años. ¿En qué se parece el Círculo Amistad Numancia a la ciudad?
R. No sé. Disfrutamos de Soria y disfrutamos del Casino. Es como una parte importante dentro de Soria.
P. Es usted quien no sale en la foto, pero sine qua non en la institución.
R. Llevo toda la gestión. Lo principal es la agenda de actividades. Todo el mundo dice "es que voy a hablar con el presidente". Y les digo que hablen, pero da igual, al final van a tener que acabar en mí... (Ríe). Porque la agenda la llevo yo, la distribución de la sala lo mismo. Por mucho que hablen con el presidente o con cualquier persona de la junta directiva, al final todos tienen que acabar hablando conmigo. Luego llevo un poco el tema de personal. Soy un trabajador más, pero alguien tiene que controlar los turnos, si hay una actividad nocturna o cualquier cosa que surja. También llevo la contabilidad; el control del club de billar. Cuando hay partidos de fútbol, corridas de toros... tienes que estar pendiente para anunciarlo en el tablón de anuncios, tanto actividades culturales como deportivas.
P. ¿Qué hace falta para que el Casino funcione?
R. Creo que estamos funcionando. Necesitaríamos más gente joven y de mediana edad. De nuestros socios, el mayor número son mayores de 80 años. Haría falta gente más joven y de una edad que se involucren un poco en el funcionamiento y aporte actividades y cosas nuevas. (No me refiero a que no funcione, sino a qué ingredientes tiene para que siga funcionando). Nos organizamos muy bien con lo que tenemos y hay que dar gracias a las instituciones, que nos están ayudando mucho. Lo que hace falta es gente con ganas de formar parte de él. Nuestros socios son la base, es lo que hay que cuidar porque ellos son quienes aportan mensualmente su cuota para que se mantenga. Cuantos más socios tengamos, más probabilidad de subsistencia tendremos.
P. ¿Qué no sabe el vecino de Soria de la institución?
R. Lo que no sabe es que estamos abiertos a todo el mundo. Hay gente que dice 'es que yo no he entrado nunca porque pensaba que no se podía, que era algo privado'. Es lo que te dice muchísima gente, cuando está abierto a todo el mundo, para que puedan acceder tanto al bar como a nuestras instalaciones. Hay actividades abiertas y otras cerradas, con un precio especial para socios y otro para el público en general. Se puede acceder al bar en horario de mañana y en horario de tarde desde las ocho.
P. Dígame qué es lo que más ama de este edificio o de lo que representa.
R. Me gusta todo. Si hay algún problemilla con algún socio al final todo se soluciona. Hay más socios majos y agradables que te dan las gracias por todo lo que haces. La convivencia es importante. ¿Qué me gusta? Me siento en el salón Gerardo Diego y ves el piano y te llena. O subes a la Casa de los Poetas y también. Me gusta todo lo que se ha ido haciendo, cómo has ido remodelando salones, haciendo actividades... Pero lo más importante que tiene el Círculo es el trato con los socios.
P. ¿Se imagina la de poemas que han surgido en esas cristaleras?
R. No sé si has visto que tenemos un piano de pared nuevo, que lo restauramos, en el salón Antonio Machado. Te sientas y te imaginas a Gerardo Diego dando sus clases. Gerardo Diego dio un curso de piano en Soria cuando estuvo como socio del Círculo. Y ahora mismo cuando suena ese piano, pues sí, te lo imaginas. O cuando suena Steinway. Son cosas que te llenan mucho.
P. De toda la carga histórica de una institución así ¿qué momento elige?
R. A mí me impresiona la época antigua, cuando estaban los dos separados, el Círculo Amistad y el Casino Numancia, lo que tendría que ser en esa sociedad del momento y cuando hicieron la fusión. Haber vivido todo eso, el momento de la fusión, o ver a Machado, imaginándolo escribiendo, o a Gerardo Diego tocando el piano, tuvo que ser impresionante. Lo piensas y se te ponen los pelos de punta. O cuando encima del bar había una plataforma y estaba el piano, ahora te parece impensable que se estuviera ahí tocando el piano.
P. Será una de las pocas cosas de Soria que escapa a ideologías. ¿Cómo lo ve?
R. Sí, sí. Nosotros no tenemos ninguna ideología, no discriminamos ni por ideología ni por nada. Tú puedes ser de cualquier ideología política o religiosa, no hay ninguna discriminación para nada. Ni tampoco económica: igual tienes gente con muchos posibles que gente que llega justo a fin de mes.
P. A su juicio, ¿qué tiene de inmortal?
R. Nuestros salones, nuestro piano y los recuerdos. Los socios ilustres que han pasado por aquí... Todo eso es lo que realmente te dice que sigas.
P. Es como una estación de tren. No cierra nunca.
R. Es así. El Casino no cierra nunca, 365 días al año abrimos. Solo se cierra el día de Nochebuena a las 9 de la noche y no abrimos hasta el día de Navidad. Es el único momento. Los trabajadores tienen que ir a cenar a su casa ese día. El día de Nochevieja, sí, también, pero luego tenemos el cotillón de Nochevieja y Año Nuevo. Solo esa noche.
P. Si de Lucía dependiera, ¿qué haría de más o de menos en el Casino?
R. A ver, si lo van a leer los socios me van a matar... porque creo que hay mucho fútbol. No me gusta el fútbol y estamos todo el día poniendo fútbol. Eso lo restringiría un poco. Hay días en que los conserjes tienen que estar hasta las once y pico de la noche porque hay un partido. ¿Y poner? No lo sé. Creo que hay un poco de todo.
P. El Collado 23 parece de un tiempo a esta parte la casa de todos. Lo mismo se baila, que se lee, que se come, oiga.
R. Hay actividades de todo tipo, un club de lectura mensual; una cata de vino también al mes; hay conferencias. Tenemos 250 actividades al año que son abiertas, luego otras que son privadas, cursos, asambleas. Entre unas y otras, quizá hagamos al año 300 actividades.
P. Dígame la última vez que se equivocó.
R. No sé, no me acuerdo. Seguro que me he confundido muchas veces, pero que tenga trascendencia pues no.
P. ¿Pocos, muchos o los necesarios? Hablo de socios.
R. La pandemia al Casino le hizo muchísimo daño, muchos socios fallecieron y otros se dieron de baja por el miedo. Ahora estaremos en torno a los 630 socios, que es lo que nos mantiene. Hay gente mayor que paga su cuota y no se quieren dar de baja. Es el amor que tienen al Casino. Muchas veces se pasa de padres a hijos y hasta a nietos. Hay nietos que vienen y dicen que quieren el mismo número de socio de su abuelo.
P. ¿En qué objeto, rincón, ambiente se ve representada?
R. Donde más me gusta estar es el salón Gerardo Diego con el piano. Estás ahí y oyes a Gerardo Diego tocar, en su época claro. Para mí es lo más importante. Es nuestra sala magna la de Gerardo Diego; ahora también la de Machado, pero el más bonito es el Gerardo Diego.
P. Ahora que somos BIC, ¿qué nos hace falta?
R. Es algo que queríamos conseguir. El BIC tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Estamos exentos de IBI y tenemos una categoría que antes no teníamos. ¿Sus desventajas? Que ahora cada cosa que surja o cualquier asunto tenemos que pasar por Patrimonio. Un trámite más largo que antes se solucionaba sin ningún problema. El prestigio, por supuesto.